La Gran Evasión

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lunes, 29 de marzo de 2021

316 - La Pradera sin Ley - King Vidor 1955

Llega un momento en que uno ya siente menos el dolor punzante, las heridas cicatrizan y el recuerdo sigue ahí, las alambradas de espino son el punto débil de Dempsey Rae -Kirk Douglas en plena forma-, un vaquero errante con la rabia contenida y una mueca sonriente en el semblante. Dempsey se dirige al norte desde Kansas City, allá ha dejado sinsabores y un trauma que ke persigue de por vida. El vaquero quiere descubrir nuevas gentes, nuevos retos, beber whisky a gusto, tocar el banjo, abrazar a su vieja amiga Idonée y sobretodo, prosperar lejos de los alambres que traen la desgracia y la violencia. Viajando de polizón en un tren de carga se encontrará con un joven ingenuo y sin oficio ni beneficio, le protegerá y salvará el pellejo varias veces, quizá le recuerda a un hermano menor desaparecido años atrás. 
  El caballo de hierro abre este espléndido y condensado western dirigido por King Vidor,  atravesando las praderas y aproximándose a la cámara. El vaquero dormita entre la paja del vagón, mentor y protector de un inexperto chico de Texas que encuentra en el viaje . Un conciso guion de Borden Chase desarrolla la historia de dos hombres en busca de su destino, no faltan estampidas, salones, peleas, humor, y sensualidad, en la presencia de tres mujeres que enriquecen el relato, la adinerada, la propietaria del Este -Jeanne Crain- manipuladora y ambiciosa, Idonee -Claire Trevor- la bailarina de salón, forma parte del pasado del hombre sin rumbo, y la hija de un viejo ganadero -Myrna Hansen-, que se fijará en el joven forastero protegido por Dempsey.  

La pradera sin ley, el mejor western de Vidor junto a "Duelo al Sol". He aquí una vez más el hombre individualista y desarraigado, años después Kirk Douglas volvería a interpretar a otro cowboy muy similar en blanco y negro, el Jack Burns de Los valientes andan solos -David Miller- . El choque entre la civilización y la naturaleza, entre un mundo viejo y con extensiones inabarcables y los nuevos tiempos, las nuevas leyes de un país en formación. Hay que repartir lo latifundios, las alambradas de las que Dempsey huye y que él mismo terminará defendiendo antes de partir hacia nuevas tierras. Porque el hombre sin estrella sabe que hay vida más allá del rancho Triángulo, de la controladora dueña, del villano Miles -Richard Boone- y su banda, y  los conflictos con los ganaderos del contorno. 

Raúl Gallego


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Bienvenidos a un nuevo episodio de La Gran Evasión. Esta noche, nos topamos con alambradas, con terratenientes que quieren esquilmar la tierra y con un hombre, libre e independiente, que deberá tomar partido; la vida misma, condensada en un Western del maestro King Vidor:  La Pradera sin Ley.

Fantástico guion de Borden Chase, uno de los mas grandes escritores del western; relatos profundos, para mostrar la vida y la sociedad del momento, a través de la alegoría del Western. La historia es una aventura, que nos sirve para repasar los movimientos socio económicos y vitales de los años 50, con la figura de Dempsey Rae, magnifico Kirk Douglas. Un tipo afable, solitario, independiente, que viaja libre y sin armas; su silla y su sombrero son sus únicas posesiones. Huye de las alambradas y de la violencia, huye del pasado.

Dempsey es el paradigma del hombre independiente, vagabundo por convicción, una estrella errante que servirá de referencia y enseñanza para el joven y atolondrado, Jeff (William Campbell), que persigue un sueño; convertirse en un vaquero, aunque no sabe absolutamente nada de las vacas, ni  de la propia vida. La llegada de una latifundista del este, una mujer fuerte, Reed Bowman (Jeanne Crain), pondrá a prueba las convicciones de Dempsey. Su idea de negocio es explotar los pastos a sangre y fuego, con miles de cabezas de ganado, coger su tajada y largarse de allí.

El pequeño propietario, el gran capital, la ley; las normas que han de procurarse para la convivencia, la comunidad, las alambradas; necesarias para acotar los pastos y poder subsistir en el invierno....todo esto se expone en la pantalla y permanece en la retina del espectador. Un pueblo como escenario del conflicto, con otra mujer fuerte y con una mente preclara, la prostituta, Idonee, espléndida, Claire Trevor. Ella sabe cuándo proteger, cuándo consolar y calmar y cuándo azuzar a Dempsey.

Un western raro, pero necesario, como colocar un baño en el interior de la casa. Una historia potente, con varios niveles de lectura, salpicada por toques de comedia y romance, de enseñanzas vitales, a un lado y al otro del alambre de espinos, con la melodía de Frankie Lane resonando en su interior.  Una gran obra de un viejo maestro, de esos que aprendieron en el mudo, un narrador excepcional King Vidor.

Compartimos Whisky y Zarzaparrilla, mientras Kirk Douglas aleja su dolor con el Banjo: Zacarias Cotán, Salvador Limón, Gervi Navío y Raúl Gallego.

Gervasio Navío Flores.



jueves, 9 de marzo de 2017

127 - Guerra y Paz - King Vidor 1956

El gran desfile exalta el patriotismo en la gran Rusia de principios del siglo XIX, la joven Natasha observa las tropas marciales del imperio zarista y no se deja impresionar, ella quisiera ser uno más de esos hombres que pueden tomar decisiones y blandir la espada, o rendirla. El apocado Pedro Bezhukov no se ha alistado para la guerra que Napoleón siembra en Europa, su espíritu noble admira al comienzo al invasor corso y sus aires de ilustración, el terror del combate, la sangría de Borodinó le abrirá los ojos. El Conde Bezhukov se siente cansado de la vida mundana, de los fastos, quiere descubrir el verdadero sentido de la vida y para eso debe conocer el sufrimiento, el calvario. Pedro comparte con Natasha su pureza de espíritu, en esto despuntan sobre la pléyade de personajes creados por León Tolstoi.
King Vidor se aventuró en 1956 con esta obra universal, y contó con varias cartas ganadoras, la gran producción de  Dino de Laurentiis y Carlo Ponti, Audrey Hepburn para dar vida a la joven princesa, Henry Fonda en el protagonista masculino, la partitura de Nino Rota, y las pictóricas tomas rodadas por el operador Jack Cardiff, el duelo entre Pierre y Dolokhov, las batallas, el último adiós al padre agonizante...A pesar de tanto baile, combate, y humanismo, no quedó redonda, le falta poso, personajes secundarios como Anatoly Kuraguin (Vittorio Gassman) o el campesino abatido por los franceses (John Mills) quedan algo desdibujados, y parecen pedir más desarrollo a gritos. Por fortuna, quedan para la eternidad Audrey y su vestido amarillo, Audrey bailando un vals ante los ojos de un Andrei Bolkonsky resucitado de amor, y los principios del idealista Conde Bezukhov, de ademán torpe y corazón puro.

Raúl Gallego

Esta noche defendemos la torre de Radiopolis sin recurrir a la táctica de la tierra quemada...

José Miguel Moreno a la dirección, debaten Rodrigo Ruiz de Villegas, Gervi Navío y Raúl Gallego.


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