La Gran Evasión

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domingo, 31 de julio de 2022

377 - Conspiración de Silencio - John Sturges 1955

 Duelo de titanes es un western magnífico de Sturges, en él lucían dos colosos como Burt Lancaster y Kirk Douglas. En Conspiración de silencio se repite el combate de fuerzas entre los dos personajes principales, con otros dos actores enormes como Spencer Tracy, el misterioso hombre de negro, impedido de un brazo, y Robert Ryan, cacique en un poblado en medio de la nada, un villano a recordar, con gorra roja de beisbol y ademanes de matón, tiene a su disposición a varios sicarios que le guardan las espaldas (Lee Marvin y Ernest Borgnine). Hasta que un hueso más duro de roer, se hace llamar McCreedy, llegue un día en el tren que siempre pasaba de largo, y pise el andén de Black Rock.

John Sturges ya había trabajado con Spencer Tracy en El caso O´Hara y sabía moverse bien en el terreno del Western. Se asocia con William C. Mellor para pergeñar el guion basado en un relato original de Howard Breslin. Ese poblado en medio de la nada guarda un secreto, allí el tiempo parece haberse detenido. Unos diálogos afilados, la secuencia en la gasolinera entre Smith y McCreedy y las perlas que sueltan ambos son para recordar. McCreedy sabe que sus opciones cada vez son más limitadas, es una presa a merced de una jauría de chacales. Al racista y amargado Smith le dirá la maldita verdad , nunca pudo ir al frente del Pacífico por ser declarado no apto para el Ejército:

  “Tú no odias solo a los japoneses, odias a cualquier forastero”

Smith conoce el calado de hombres como el recién llegado a sus dominios, un tipo de una pieza, con aguante, casi nada les pone furiosos, la sangre fría de los elegidos. 

En Bad Rock no hay indios, hay jeeps, coches fúnebres, y odio, un odio al extranjero larvado en Pearl Harbour y en las aguas del Pacífico. A este thriller del viejo oeste no le falta de nada, la chica rubia -Anne Francis-, hermana del apocado conserje del hotel -John Ericson- , aislada en una tierra baldía de tiposs malencarados, un sheriff borrachín -Dean Jagger- que se pasa las horas metido en su propia celda, una persecución sin semáforos, con el rudo Coley acosando a MCreedy a través de un camino de tierra. Ernest Borgnine, sus ojos de besugo desquiciado y su sonrisa bufonesca no auguran nada bueno a ese hombre templado que llegó de no se sabe donde para entregar una medalla, y conocer la verdad.

Adormecidos por el calor como los habitantes de Black Rock… en La gran Evasion…

Zacarías Cotán, David Velázquez, Salvador Limón y Raúl Gallego

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domingo, 25 de noviembre de 2018

203 - La gran Evasión - John Sturges 1963

Nada más entrar en el campo de concentración, Steve McQueen coge un montón de tierra para comprobar su textura, el subsuelo del Stalag Luft III parece fácil de excavar. El actor rubio despega su carrera en La gran Evasión, y despliega todo su carisma, tras destacar en Los siete magníficos, también del todoterreno John Sturges, allí también estaban Charles Bronson y James Coburn. El oficial cabalga en su Triumph por las praderas en busca de la frontera alemano-suiza, enredado en la maraña de alambres, deja su efigie para los anales del cine, nuestro particular icono del programa. El capitán de aviación Hilt, otra manzana podrida en el cesto, tal como denomina el Coronel Von Luger a los prisioneros especializados en fugas. Esas ovejas negras no son héroes, son simplemente hombres con tesón y camaradería, eso sí, con el espíritu necesario para cavar un túnel o buscar los tablones para apuntalarlo donde sea, hasta en los camastros de las literas, un falsificador que se están quedando ciego y aún ve los pájaros, un australiano manitas, un proveedor de cualquier cosa, cámaras fotográficas, pegamento o chocolate, asesores de la Inteligencia de la misma RAF, o un tipo de aire insolente con un guante de béisbol, y una pelota que rebota con el ritmo de la voluntad contra las paredes de una celda de castigo.
Tom, Dick y Harry, los tres tuneles independientes del plan de Roger Bartlett, Richard Attenborough, el cerebro de la operación, el gran X. Trabajo duro y secreto para poder salir del agujero, vicisitudes narradas en su primera mitad con un tono casi lúdico, con la espléndida partitura de Elmer Bernstein que va tomando tintes dramáticos a partir de la muerte del topo, de Ives, el escocés bajito ya no puede más. Una lástima que se quedaran cortos al calcular la distancia de salida del túnel con respecto al campo, la cabeza de Hilt saliendo del hoyo y comprobando el error con los vigilantes en la penumbra, abajo espera un grupo de hombres capaces hasta la extenuación, otro plano memorable en esta epopeya de valientes con ansias de libertad.

Raúl Gallego.

Esta noche expandimos con pataditas la tierra por el campo...

José Miguel Moreno, Raúl Gallego, Gervi Navío, y César Bardés.

Artículo sobre La gran evasión, por César Bardés

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JOHN STURGES: EL COLOR DEL DESIERTO























El cine de John Sturges se caracteriza por la descripción de situaciones de algunos hombres buenos que han sido trasladados a medios hostiles a los cuales no pertenecen. Y esos hombres deben sobreponerse no sólo a tales ambientes, sino también a la acción de sus enemigos naturales. A sí pues, podríamos decir que lo que le interesaba a este singular cineasta es la grandeza humana para superar las dificultades que, por otra parte, no siempre dejan satisfechos a sus protagonistas. En cuanto a su gusto estético, sus películas siempre han tenido un color arenoso, caliente, como si el polvo del desierto se adhiriera al objetivo de la cámara y, entre grano y grano, vislumbráramos las figuras de unos hombres de quemado pretérito y desolado futuro.
Procedente del oficio de montador (entre otras, estuvo a cargo de la moviola en Gunga Din, de George Stevens), John Sturges dejó un buen puñado de excelentes películas de las que no extrajo el prestigio que merecía (se le tachó de “comercial) pero que dejan constancia de un raro talento empobrecido por una personalidad un tanto errática. Una pequeña joya muy desconocida para el público es El caso O´Hara, con un Spencer Tracy enfermo del corazón y que decide arriesgar sus arterias en la resolución de un asesinato que parece totalmente claro pero que le arrastra hacia una vorágine de acontecimientos que demuestran lo contrario. Una película de pulso firme y excelente factura que se convierte, quizá, en la mejor película que Sturges llegó a rodar en blanco y negro.
Una pequeña obra maestra, ya en ese color que parece nublar la vista de calor, fue Conspiración de silencio, vertiginosa de planteamiento, nudo y desenlace (la película apenas dura una hora y veinte minutos) y contando con un reparto de auténtico lujo que incluía otra vez a Spencer Tracy (fantástico, dominador aplastante de toda la historia), Robert Ryan, Walter Brennan, Lee Marvin, Ernest Borgnine y Dean Jagger, es un inquietante western contemporáneo localizado en un pueblo perdido en medio de ninguna parte con una notabilísima dirección de actores y descripción de ambientes. Su retrato del forastero con una mano inútil que llega a un villorrio para entregar una medalla al valor al padre de un compañero de raza asiática que combatió junto a él en el frente y se encuentra con un enrarecido temor entre los habitantes, víctima de un feroz caciquismo, es de una potencia excepcional haciendo que, cada vez que la volvamos a ver, pasemos un mal día en Black Rock.
En 1957 se atreve a ofrecer su particular visión del duelo de OK Corral afrontando las posibles comparaciones con John Ford y su Pasión de los fuertes en la muy notable Duelo de titanes, contanto con Burt Lancaster en el papel de Wyatt Earp y con Kirk Douglas en el de Doc Holliday y saliendo más que airoso del envite. Si bien el Earp de Sturges es algo más expresivo y humano que el hombre adusto que nos presentó Ford y su Doctor John Holliday es ciertamente más complejo y fascinante, el film está desprovisto de ese romanticismo épico que Ford imprimía a sus películas pero, en cualquier caso, es una excelente versión de gran fuerza (una de las características más preclaras del cine de Sturges) que ha quedado como todo un clásico. Consigue otro western de gran calidad con Desafío en la ciudad muerta, una especie de película de cine negro trasladada al Oeste sobre un hombre que intenta rehacer su vida y un antiguo compañero de fechorías que le devuelve a su pasado más oscuro. Si bien la elección de Robert Taylor es más que discutible, la de Richard Widmark es muy acertada y el film tiene mucho vigor rozando la obra maestra.
Por esta época, el gran cineasta Akira Kurosawa se pone en contacto con él puesto que está preparando su película Yojimbo y, deseoso de reflejar un ambiente parecido al de Conspiración de silencio, le pide asesoramiento. Sturges acepta pero le ronda en la cabeza una adaptación al western de Los siete samurais y renuncia a todo salario a cambio de que Kurosawa fije un precio razonable al vender los derechos de su historia. El maestro japonés aceptó la propuesta.
Deseoso de obtener cierto prestigio, Sturges acepta el encargo de adaptar a Ernest Hemingway en El viejo y el mar con un inmenso Spencer Tracy de protagonista, pero su visión de la historia del pescador que atrapa la presa de su vida en aguas profundas y durante el regreso es devorada por otros peces, no es nada apropiada, quizá por la carencia de acción al estar casi íntegramente situada en la barca del pescador con Tracy como único elemento de la escena. Para arreglar el desaguisado se tiene que llamar a Fred Zinnemann, algo más experto en estas lides. El cualquier caso, el film fracasa con estrépito, a pesar de la nominación que le cae a Tracy, y Sturges, desde entonces, sólo se dedicará a hacer lo que mejor sabe. Así pues Cuando hierve la sangre, un film muy cercano al melodrama a pesar de ser de ambiente bélico en Asia, resulta ser una estupenda película que arrancia una notable interpretación a Frank Sinatra y descubre para el cine, en un papel muy secundario, a un joven que roba todas las escenas en las que aparece y que responde al nombre de Steve McQueen. Por otro lado, a raíz del rodaje, nace una buena amistad con Sinatra y, por ende, con su famoso clan hasta tal punto que cuando , algunos años después, se pone en pie el segundo proyecto familiar del famoso Rat Pack, en concreto Tres sargentos, el elegido para la dirección es John Sturges. Ese mismo año dirige otra obra maestra: El último tren de Gun Hill, con Kira Douglas y Anthony Quinn en una historia de venganza, racismo, brutalidad, amores y odios paterno-filiales y una tensión creciente que la convierte en una inteligente película (con esa relación juvenil entre los dos protagonistas apenas esbozada pero clarísima) de terrible violencia y única.
Por fin, Kurosawa cede los derechos de Los siete samurais, Yul Brynner pone algo de dinero y Sturges realiza Los siete magníficos, excelente película que, a pesar de los esfuerzos en contra de Brynner, encumbra a Steve McQueen y que respeta casi en su integridad el original japonés (de hecho, Kurosawa aplaudió la película diciendo: “Nunca pensé en mi película como un western…y debo decir que es muy buena”) haciéndolo cercano a lo legendario con la impagable ayuda de la banda sonora de Elmer Bernstein, soporte perfecto para el galope de unos hombres sin arraigo que cabalgan hacia la muerte porque en sus vidas les habían ofrecido mucho dinero por matar, pero nunca les habían ofrecido todo.
Se marcha unos días a Japón para colaborar en el rodaje de Yojimbo, que resulta ser una obra maestra y, al regresar, después de la incursión con el clan Sinatra, Sturges realiza su mayor éxito comercial y artístico: La gran evasión, clásico entre clásicos de campos de prisioneros, basada en hechos reales, aunque Sturges modificó la realidad histórica agrupando a varios personajes en uno solo e introduciendo, con el ojo puesto en la taquilla, personajes estadounidenses cuando en ese campo de concentración sólo había británicos, canadienses y australianos. En cualquier caso, es un film brillante, con extraordinarias escenas de acción y un gran sentido del humor que alivia y alimenta la enorme tensión de las distintas fugas. En el rodaje tuvo el asesoramiento de varios supervivientes de la evasión real que, como anécdota, llegaron a saltárseles las lágrimas al ver la recreación en decorado del famoso túnel.
Parece ser que a partir de ese momento, el interés de John Sturges por el cine fue decreciendo paulatinamente pues pierde gran parte de su fuerza y su punto de mira está desplazado hacia la que fue su gran pasión: la pesca. Por otro lado, el multitudinario éxito de Los siete magníficos y La gran evasión le permitió pasar largas temporadas sin trabajar, regresando a la dirección sólo para sanear su cuenta corriente. Primero realiza La hora de las pistolas, curiosísima película que comienza con un nuevo duelo del OK Corral con James Garner y Jason Robards como protagonistas y que se dedica a narrar lo que pasó a continuación con grandes pasos dados en dirección hacia el realismo y a la fidelidad histórica. Como muestra podríamos decir que reproduce con exactitud la duración y la situación del famoso duelo, que apenas duró unos segundos y carece, como siempre, de la espectacularidad que el cine siempre le ha conferido. Es un intento más que notable con excelentes críticas de la época.
Le ofrecen la adaptación del best-seller de Alistair MacLean Estación Polar Cebra, una apasionante trama de espionaje, submarinos en aguas heladas, personajes de doble y triple filo, rusos y americanos embarcados en una carrera para recuperar lo que nunca debió perderse, asesinatos y una pequeña moraleja sobre la distensión entre las dos superpotencias. La película resulta estupenda, puro entretenimiento lleno de suspense y resultó ser un éxito de taquilla gracias a un Rock Hudson que, por entonces, estaba en la cresta de la ola, a un inusualmente bonachón Ernest Borgnine y a un muy de moda (debido principalmente a la serie El prisionero) Patrick McGoohan en un inquietante papel. Al año siguiente, dirige Atrapados en el espacio, una descriptiva película de ciencia-ficción sobre una hipotética misión de rescate de una tripulación espacial atrapada en una nave que muy lentamente va perdiendo oxígeno con Gregory Peck como jefe de todo el tinglado. Sturges aquí sorprende con un ritmo muy lento, alejado de la acción de la que era un auténtico especialista, en una absorbente historia que resulta irremediablemente angustiosa según se acerca al final. De esta película, sin ninguna duda, bebió el Apolo 13, de Ron Howard y ella misma, a su vez, está muy influenciada por su narración pausada que imperaba en el género en aquella época aunque, claro está, desprovista de toda disquisición filosófica. Sturges adquiere una finca en la orilla de un lago y se va retirando allí largas temporadas. Algunos años después, vuelve a dirigir un western de corte realista con Clint Eastwood de protagonista y titulado Joe Kidd, recibiendo por ella muy buenas críticas pero ya a partir de aquí, Sturges pierde definitivamente el rumbo. Otro western (flojo, desacertado, aburrido y carente de interés) es Caballos salvajes, con Charles Bronson y aún es peor cuando se atreve a dirigir a John Wayne en un policiaco titulado McQ, intento de que el Duque siga la estela que había abierto Clint Eastwood con Harry el sucio.
Su último proyecto fue Ha llegado el águila, interesantísima recreación de la frustrada tentativa por parte de un comando alemán, de asesinar a Winston Churchill, algo que se dio en llamar “Operación Águila”. La película tenía casi todo para triunfar: un reparto excelente (Donald Pleasance, Larry Hagman, Treat Williams, Robert Dubai, Donald Sutherland y un extraordinario Michael Caine), un argumento de primera línea, un diseño de personajes muy eficaz, que incluía a Heinrich Himmler…pero, a pesar de que obtuvo un moderado éxito, a Sturges le interesaba ya tan poco el cine que ni siquiera quiso supervisar el montaje de la película huyendo, el mismo día que finalizó el rodaje, a pescar a su finca. Como consecuencia de ella, la cinta tiene evidentes fallos y baches que lastran considerablemente a una buena película que pudo ser mucho, mucho mejor.
John Sturges falleció en 1997, veintiún años después de su última película, víctima de un enfisema pulmonar. Pocos como él prefirieron un medio tan lejano del que le había dado todo pero que, probablemente, harto de los sempiternos intereses creados, dejó de interesarle. Quizá él fuera todos y cada uno de los personajes protagonistas de sus propias películas pasados por el tamiz de una visión inundada por el caliente y polvoriento color del desierto.

César Bardés

miércoles, 25 de febrero de 2015

25 - El último tren de Gun Hill - John Sturges 1959

 
Una india asesinada y las ruedas del carro en primer plano, dos niños de papá borrachos, un hombre de ley con sed de venganza, un cacique que le ve las orejas al lobo, y una mujer de pasado turbio y maltratada por la vida conforman un cóctel de muchos quilates y acción trepidante en este último tren de Gun Hill. Western de interiores con música de Dmitri Tiomkin, guion adaptado de James Poe, y dirección genial del eficaz John Sturges para perfilar una historia con un ritmo trepidante y un encadenamiento clásico de las secuencias que pocos pudieron imitar.
Anthony Quinn (Belden) y Kirk Douglas (Morgan) ven rota una vieja amistad por un acontecimiento inesperado. Inolvidable el encuentro entre ambos en casa del cacique del pueblo, en ese abigarrado salón de cornamentas de buey y muebles rústicos. Soberbio juego de miradas furtivas, odios encendidos y dolor contenido. Carolyn Jones representa a la mujer fuerte y despechada, que prestará una ayuda incondicional a Morgan, arrojará un vaso de whisky a la cara del cómplice criminal,  y al final, arrodillada, volverá su mirada al tren que parte, y a un hombre de vuelta con los ojos arrasados y el corazón roto. Dominador del ritmo a la perfección, gran director de la etapa dorada del western, otros geniales con su sello son  "Los siete Magníficos", "Desafío en la ciudad muerta" o "Duelo de Titanes". Sturges toca temas eternos desde una perspectiva trágica: la amistad perdida, la venganza, la corrupción, el despotismo de un hombre,  la búsqueda de la justicia, y la soledad ante una comunidad hostil y temerosa.

Raúl Gallego.

Parapetados tras los micrófonos y una petaca de whisky, esperamos el tren:

José Miguel Moreno, Raúl Gallego, Gervi Navío, Marta Chaves y nuestro crítico César Bardés.



Artículo sobre El último tren de Gun Hill, por César Bardés



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Título original: Last train from Gun Hill
Duración: 98 min. Estados Unidos
Director: John Sturges
Guion: James Poe (Historia: Les Crutchfield)
Música: Dimitri Tiomkin
Fotografía: Charles Lang Jr.
Reparto:  Kirk Douglas, Anthony Quinn, Carolyn Jones, Earl Holliman, Brad Dexter, Ziva Rodann, Brian Hutton.
Productora: Paramount Pictures.


John Sturges
























John Sturges era un auténtico superviviente del viejo Holl ywood. Había nacido en 1911 y, antes de debutar en 1946 como director, trabajó como montador y documentalista. A partir del momento en que se puso detrás de una cámara, su ritmo de producción le permitió recuperar los años de aprendizaje: durante una década firmó entre dos y tres films cada año hasta que la llegada de la televisión y unos presupuestos mayores le aconsejaron disminuir el vertiginoso ritmo. John Sturges es La gran evasión y Los siete magníficos, pero también una cuarentena larga de títulos, algunos tan conocidos como Duelo de titanes o El último tren de Gun Hill, todas ellas dignos ejemplares de lo que André Bazin bautizó como el superwestern. John Sturges era un auténtico especialista en, manejar el. tiempo cinematográfico, en alargarlo para crear tensión y hacernos sentir la irremediable aproximación del estallido de violencia. Le gustaba trabajar con varias acciones simultáneas, el montaje paralelo, dejar la acción suspendida en un punto tenso para saltar a otro personaje y a otra peripecia. En la mítica Los siete magnificos, basada como se sabe en Los siete samurais de Akira Kurosawa, supo darle a los profesionales de la muerte del Oeste americano la dimensión ritual y obsesiva que tenían sus antecesores japoneses. El guion, él reparto y la música le prestaron una gran ayuda. Sturges se sentía siempre mucho más seguro cuando tenía que manipular acciones físicas. En El viejo y el mar, uno de sus proyectos más queridos, la historia del desafío moral del relato de Hemingway se le escapa. La voz en off y la literalidad de la adaptación aparecen hoy como confesiones de impotencia.
En cualquier caso, aunque domine en su filmografía, no todo lo que realizó es cine de acción. En 1954, con Conspiración de silencio, también con Spencer Tracy, probó que el melodrama social formaba parte de su paleta, luego llegó él éxito y la auténtica especialización. Así, cuando se trataba de demostrar el atraco a un banco, la huida de un campo de concentración, una expedición submarina al Ártico, repleta de aventuras o de presentar una batalla campal, entonces la cabeza y la mirada de Sturges no se perdían y sí sabían poner orden en el caos y darle un ritmo, sostenido o en progresión, a cualquier anécdota física.

Octavi Marti.


Filmografía:

1945.- Thunderbolt (DOC, CO W. Wyler)
1946.- The Man Who Dared
1946.- Shadowed
1946.- Alias Mr. Twilight
1947.- For the Love of Rusty
1947.- Keeper of the Bees
1948.- Best Man Wins
1948.- El signo de Aries (The sign of the ram)
1949.- The Walking Hills
1950.- The Capture
1950.- Mystery Street
1950.- Right Cross
1950.- The Magnificent Yankee
1950.- Kind lady
1950.- El caso O'Hara (The People Against O'Hara)
1952.- It's a Big Country (un episodio, CO, R. Thorpe, Ch. Vidor, D.Weis, C.Brown, W.Wellman, Don Hartman)
1952.- The Girl in White
1953.- Astucia de mujer (Jeopardy)
1953.- Fast Company
1953.- Fort Bravo (Escape From Fort Bravo)
1955.- Conspiración de silencio (Bad Day at Black Rock)
1955.- La sirena de las aguas verdes (Underwater)
1955.- The Scarlet Coat
1956.- El sexto fugitivo (Blacklash)
1957.- Duelo de titanes (Gunfight at the O.K Corral)
1958.- Desafío en la ciudad muerta (The Law and Jack Wade)
1958.- The Old Man and the Sea
1959.- El último tren de Gun Hill (Last Train From Gun Hill)
1959.- Cuando hierve la sangre (Never So Few)
1960.- Los siete magníficos (The Magnificient Seven)
1961.- Brotes de pasión (By Love Possessed)
1962.- Tres sargentos (Sergeants Three)
1963.- Una muchacha llamada Tamiko (A Girl Named Tamiko)
1963.- La gran evasión (The Great Escape)
1965.- Estación 3 ultra secreto (The Satan Bug)
1965.- La batalla de las colinas del whisky (The Halleluyah trail)
1967.- La hora de las pistolas (Hour of the Gun)
1968.- Estación Polar Cebra (Ice Station Zebra)
1969.- Atrapados en el espacio (Marooned)
1972.- Joe Kid (id.)
1973.- Caballos salvajes (The Valdez Horses)
1974.- Mc Q (id.)
1976.- Ha llegado el águila (The Eagle Has Landed)