La Gran Evasión

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lunes, 3 de junio de 2024

415 - Los Amantes de Montparnasse - Jacques Becker 1958

 Jacques Becker aceptó rodar los últimos días de la vida del pintor Amedeo Modigliani. Inicialmente lo iba a hacer Max Ophüls, que enfermó, muriendo poco después. También fallecerá dos años después el protagonista, Gerard Philippe da vida con autenticidad al artista autodestructivo, y aureolado de féminas, y el mismo Becker dejará este mundo tras finalizar su ora maestra “La evasión”, en 1960. De manera que esta película es tan maldita como su protagonista, el pintor de Livorno, un hombre inclasificable y sin control, sus retratos inconfundibles, estilizados, sin pupilas, no fueron valorados en su tiempo. Jacques Becker sabe transmitir la duda angustiosa del pintor, su miedo al vacío, junto al Sena tira los billetes al río, y le pide a su Jeanne, su esposa, que le abandone, que se libere. 

Becker se asoma al abismo del artista, su capacidad de observar el alma de los personajes y la lírica de muchas secuencias, la labor del camarógrafo habitual de Ophüls, Christian Matras, con los movimientos de cámara gráciles, sin cortar la toma. De pronto vemos lo que parece un plano cenital de un salón de baile, la cámara oscila y comprobamos que es un espejo en el techo. El jazz de entreguerras suena en el café, la humareda del tabaco, y Beatriz -Lili Palmer- aspira la nicotina en su boquilla y ofrece unas aceitunas a su dipsómano compañero. Su amante, escritora, Modi la golpea con saña, hasta el punto de hacerle perder el sentido, una mujer culta, bebedora, parece mirar a su amante a través de una lente, con despego y cierto masoquismo, consciente del destino fatal que les espera. Anouk Aimée otorga su elegante belleza a la joven mujer de “Modi”, Jeanne Herbulene, también artista, a la que conoce en una academia de pintura, en la que ambos se dibujan a sí mismos en lugar de al modelo.

Modigliani, díscolo y locuaz, bestia y sensible. Tantos contarán de la tuberculosis que te consumió, de la absenta y el vino que gangrenaron tus nervios. Los padres de tu amada la encerrarán para que no huya contigo, para que no se hunda en tu abismo. 

Esta noche vendemos bocetos a cinco francos en los bares…

Salvador Limón, Zacarías Cotán, Raúl Gallego. 

 

 





















domingo, 29 de mayo de 2022

370 - La Evasión - Jacques Becker 1960

 El clásico de Jacques Becker sobre el intento de fuga de unos reos de la prisión de La Santé en París se cuenta entre los mejores films de evasiones, aquí tenemos un grupo, no un individuo, como el de Un condenado a muerte se ha escapado del otro francés, Robert Bresson. Unos tipos empeñados en recobrar la libertad perdida, en burlar la vigilancia y trabajar a destajo cada noche para poder salir del maldito agujero donde están pudriéndose. Poco tiempo después Steve McQueen jugaba con una pelota de béisbol en una celda de castigo en La gran Evasión -John Sturges- 

Becker se inspiró en unos hechos reales ocurridos en un penal de París en 1947. Impactado por el recorte de periódico que guardó,  llegó a sus oídos que unos de los reos, José Giovanni,  había escrito una novela sobre la experiencia.

Mostrar el trabajo y la fijación de estos hombres por salir del agujero, Le Trou, el nombre del film original. La atmósfera opresiva de esa celda donde cinco tíos duermen, comen juntos. Y cavar un hoyo dentro de otro, un túnel que les llevará al otro nivel, al subsuelo de galerías y compuertas, el sótano de la cárcel. Intentar controlar los detalles y estar alerta cada momento para no ser descubiertos, el plan puede fracasar en cualquier momento y aún así, vale la pena volver al calabozo, hay que seguir adelante. Un poder tan exhaustivo que revisa hasta las viandas de cada reo, Becker muestra en plano fijo como el funcionario inspecciona con un cuchillo la mantequilla, el embutido, los postres que Gaspard  -Marc Michel- ha recibido del exterior. 

Un montaje que subraya el esfuerzo, con elipsis mínimas para destilar el verismo de lo narrado, y una banda sonora a base de martillazos, sonidos metálicos, goteos, los planos fijos de las manos nervudas que no cesan de cavar el cemento, las imágenes oscuras a la luz de un candil de aceite en los pasadizos subterráneos.

Roland, el líder del grupo, interpretado por Jean Keraudy, el verdadero prisionero que se estrenaba en labores de interpretación. Roland fabrica un periscopio para vigilar que ocurre en la galería a parir de un cepillo de dientes y un trocito de espejo, es un manitas, un profesional, y sus compañeros le respetan, sabe que es perfecto para encabezar esa misión libertaria. El día más inesperado los guardias abrirán el portón del habitáculo sin avisar, llega un nuevo compañero, como si ya no fueran suficientes compartiendo aire viciado, gauloises y retrete. Es Gaspard, un chico diferente, parece más educado, más introvertido, tarde o temprano habrá que contarle el plan. ¿Conocerá la lealtad el pobre Gaspard?

Esta noche picamos piedra y apartamos los cascotes que se van desprendiendo…

Raúl Gallego, Zacarías Cotán,  y Salvador Limón 

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miércoles, 1 de julio de 2015

43 - No toquéis la Pasta - Jacques Becker 1954


Jacques Becker no hizo muchas películas para el talento que atesoraba, títulos inolvidables como "Se escapó la suerte", "Calle de la Estrapada", "París, bajos fondos", "La Evasión"; "Los amantes de Montparnasse". Discípulo y amigo de Jean Renoir, con el que trabajó de ayudante de dirección en "La gran Ilusión" o "Boudou salvado de las aguas", y con quien colaboró en el film de propaganda del Frente Popular "La vida es nuestra", en el 36. Becker relanzó la carrera de un Jean Gabin en horas bajas con esta estupenda cinta de gángsters crepusculares, peleas de bandas, persecuciones nocturnas, y ocho lingotes de oro esperando en el maletero de un flamante coche blanco. Este fabuloso noir francés nos acerca a unos gángsters en su madurez que se ponen pijama y se cepillan los dientes antes de dormir, a unas coristas ligeras de ropa, a unos bajos fondos de París iluminados por farolas mortecinas.
Los socios y amigos Max (Jean Gabin) y Riton (René Dary) ven pasar las horas en el restaurante de Madame Bouche, punto de encuentro de mafiosos y criminales varios, y en el club nocturno de Pierrot (Paul Frankeur) contemplan a las bailarinas exhibir sus encantos. Max está agotado de las tensiones propias de una existencia sustentada en el peligro y la violencia. A los cincuenta uno pierde agilidad, las ojeras y la papada dicen que está cerca la hora de retirarse. Así se lo hace saber a Riton, un tipo mediocre y bobalicón que se irá de la lengua con su amada Josy (la sensual y jovencita Jeanne Moreau), mujer fatal a la que revela los detalles del plan que Max ha urdido para poder disfrutar de la vida que le queda y beber Don Perignon con su chica al lado. Josy traicionará a Riton e intentará sacar tajada desvelando el secreto a Angelo, el traficante de drogas al que interpreta un debutante y anguloso Lino Ventura. 
Observamos los bajos fondos de París a través de un director que capta la vida con poesía y delectación. Un portentoso Jean Gabin de ademán sereno y ojos azules sobresale por encima de todos. El viejo gángster toma  una copa de champán y pone un disco en el fonógrafo. A Max le queda poco tiempo y lo sabe, tiene que cambiar esos malditos lingotes de oro, conseguir la pasta lo antes posible. Ocurre que Max es también un hombre honesto y  conoce el sentido de la lealtad.
Este exquisito noir abrirá el camino a posteriores y renombrados films como Bob el jugador (Jean-Pierre Melville) o Rififi (Jules Dassin). Ahí queda una modernidad que fascinó a los realizadores de la Nouvelle Vague, así como la fluidez de la puesta en escena, el montaje de Marguerite Renoir y la nítida y seductora fotografía de Pierre Montazel.

Raúl Gallego.

Tomamos galletas con paté, dejamos la pistola en la repisa, y nos ponemos el pijama esta noche:

José Miguel Moreno a la dirección, Raúl Gallego, Gervi Navío, y nuestro crítico de cine desde Madrid, César Bardés.


Artículo sobre No toquéis la Pasta, por César Bardés



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