La Gran Evasión

La Gran Evasión

viernes, 24 de octubre de 2025

448 - Jezabel - William Wyler 1938

 La sombra de la guerra de Secesión y la fiebre amarilla se ciernen sobre los personajes de “Jezabel”, el melodrama de William Wyler precedente de la superproducción de la MGM “Lo que el viento se llevó”.  Aquí tenemos a Julie (Bette Davis), una jovencita del sur, caprichosa y manipuladora, tanto como Escarlata O¨Hara. En torno a Bette Davis gravitan todos los personajes y objetos del film, los esclavos negros de igual forma parecen vivir felices en su situación, con niños graciosos y el tío Cato, el mayordomo que brinda por el matrimonio del caballero sureño en la cocina para que nadie le vea. 

Julie, la Davis, resplandece con su vestido rojo en un vals de mujeres de blanco, una mujer adelantada a su época, vanidosa y terca, expresa la ira, la emoción, la pasión y la depresión en esos primeros planos que su ferviente admirador Wyler le dedica. Preston -Henry Fonda-  la quiere, aunque es de la misma tierra de pantanos y tradiciones, simboliza los valores de la modernidad, los aires que soplan desde el norte y así se enfrenta en las reuniones con los inmovilistas patrones, los que no ven con buenos ojos que el ferrocarril haga la competencia al comercio marítimo del Mississippi. El hombre del sur es George Brent, el otro pretendiente, con unas convicciones puras, sin diluir, él no diluye el Bourbon con agua en el gran Salón de San Luis, rodeado de hombres de honor, aterrados por la plaga.

Wyler nos cuenta esta obra de Owen Davis con movimientos de cámara seguros, con gráciles travellings y barridos por las calles de Nueva Orleans y sus suntuosas mansiones, en las escaleras que en “La loba” también tenían protagonismo, y en la recordada escena del vals, en ese salón todas las miradas de indignación se posan en la joven rebelde y atormentada de sí misma, hasta el punto que su tía (Fay Bainter) la compara con Jezabel, la orgullosa y manipuladora reina bíblica de Israel.

Esta noche giramos la cabeza para contemplar a la joven del vestido rojo...

Zacarías Cotán, Raúl Gallego, Salvador Limón, David Velázquez y José Miguel Moreno.


















































domingo, 12 de octubre de 2025

447 - Historia del Último Crisantemo - Kenji Mizoguchi 1939

 Kenji Mizoguchi nos traslada al Japón de la era Meiji, al Tokyo del año 1888 y a un teatro kabuki en la Historia del último Crisantemo. Con un estilo visual muy cuidado y siguiendo su tema habitual, la experiencia de mujeres oprimidas por las reglas sociales, por el entorno patriarcal de la cultura japonesa. Mujeres inteligentes, valientes, en la sombra, como Otoku -Kahuho Mori-, esta niñera sobre la que circula todo el relato, circula en torno a su altruísmo y en torno al aprendizaje de un niño mimado, Kikinosuke – Shotaro Hanagayi-, vástago de un prestigioso actor, debe mantener el abolengo de su apellido. 

Mizoguchi apela a los sentimientos sin subrayados, con armónicos planos secuencia y travellings fluye su elegía a una mujer, presenta a los personajes encarcelados en sus aposentos, entre el tatami y las celosías de madera espiamos las murmuraciones y preocupaciones privadas de los personajes.  

La cámara barre lentamente los rincones del teatro y en segundo plano observamos los tramoyistas, los actores, los maquilladores en su rutina, tras mostrarnos los espacios despejados y los bastidores se abre el telón, y Mizoguchi nos planta como espectadores ante diferentes episodios de las obras en las que actúa el frustrado Kiku, un onnagata, actor masculino especializado en papeles femeninos, luchando por mejorar sus dotes.

De pronto, la sirvienta Otaku le alumbra y fortalece, tal como en toda la obra de Mizoguchi,¨Los amantes crucificados”, “Oharu mujer galante”, “La señorita Oyu”, etc, el deber y las convenciones sociales se oponen a los sentimientos de lod dos enamorados, Kiku decide plantar cara a su despótico progenitor y pone pies en polvorosa para buscarse el sustento, y mediante las penurias y el trabajo constante accede al conocimiento de su arte, tal como su querida musa Otaku le aconsejaba en sus paseos nocturnos

Esta noche partimos la sandía y la saboreamos en compañía de Otaku…

José Miguel Moreno, Salvador Limón, Zacarías Cotán y Raúl Gallego.





























domingo, 28 de septiembre de 2025

446 - El Más Allá - Lucio Fulci 1981

 Las notas de Fabio Frizzi nos abren la puerta del inframundo, el sótano más inundado en un hotel de Lousiana oculta una de las siete puertas del infierno. Fulci el maestro de los gusanos y las entrañas, del terror orgánico, despliega sus obsesiones más enfermizas. Una mujer ciega -Cinzia Monreale- advierte a la propietaria del hotel maldito. La joven de pupilas blancas no puede explicarle el origen del terror, solo la avisa, es una enviada, procede del más allá y conoce las entidades oscuras.

Visiones impactantes y efectos grotescos se suceden, saltamos de un escenario dantesco a otro peor, de un sótano anegado a una morgue de blancura diáfana, de una bañera podrida al mar de las tinieblas. Un argumento irracional, lo que ocurre en ese insólito hotel y ese hospital es de pesadilla, la condenación humana, y perruna, la maldición latente desde que mucho tiempo atrás una turba empareda y crucifica al pintor de un cuadro tenebroso, esa pintura del averno, el mismo escenario final, piélago de muerte donde las almas en pena se arrastran y el horizonte se antoja de tormento infinito. Fulci se debate entre el realismo truculento y estomagante y la fantasmagoría cósmica. El libro de Eibon, el que encuentra en la biblioteca el infeliz arquitecto, devorado después por tarántulas, parte de un texto del escritor Clark Ashton Smith, miembro del círculo de Lovecraft. 

El más allá (L´Aldilá) forma parte de la trilogía sobrenatural conocida como Las puertas del Infierno, junto a  Miedo en la ciudad de los muertos vivientes, y Aquella casa al lado de cementerio.   Con Catriona McColl como nexo de unión, sangre, vísceras, ojos desorbitados, y una legión de zombis momificados que hacen las delicias de los partidarios del cineasta romano, entre los que me encuentro.

Esta noche procuramos no meter la mano en la bañera inmunda con fontanero incluido…

Salvador Limón, Zacarías Cotán y Raúl Gallego.




































lunes, 8 de septiembre de 2025

445 El Cielo sobre Berlín - Wim Werdens 1987

 En este místico viaje a través de Berlín, los ángeles, testigos silenciosos, contemplan la ciudad desde torreones y monumentos, la cámara salta  y planea sobre los transeúntes, sobre los coches, ellos escuchan sus pensamientos e intentan confortar a los más infelices con su presencia invisible. 

El reflexivo film de Wenders exalta la celebración de la vida, el amor al prójimo y a uno mismo, como cantaba Walt Whitman en sus poemas. Wenders filmó sin un guion al uso, partía de poemas de Peter Handke, de  versos iba recreando imágenes, de ahí la extrañeza que se pueda sentir, sobre todo en la primera parte, etérea y abstracta, con dos heraldos de la bondad que se reúnen en un coche para hacer recuento de sus notas,  uno de ellos confiesa que está algo cansado de no poder sentir, desear, de una biblioteca luminosa, catedral de los libros,  paraíso poblado de ángeles y mortales, lecturas que se confunden con la música de Jürgen Knieper.  Los textos de Handke verbalizados por Homero, el anciano en busca de la plaza donde un día sintió algo parecido a la felicidad, la Postdamer Platz, se sienta en un sillón desvencijado, en medio de un solar baldío. El personaje de Peter Falk, un Colombo con su gabardina, hace de sí mismo, está trabajando en un film sobre la barbarie de la segunda guerra mundial, Wenders añadirá imágenes de archivo mostrando el terror de los bombardeos en Berlín.

En la segunda parte el ritmo toma brío, Damiel ya pone los pies en la tierra el personaje de Bruno Ganz, prefiere renunciar a la inmortalidad, encarnarse y sentir el tacto de una trapecista en soledad, Solveig Dommartin, compañera en ese momento del director. Si en Paris Texas la unión entre Travis y la madre de su hijo ya es imposible, las alas del deseo de un ángel transformado en hombre si alcanzan a tocar la piel de su adorada contorsionista, a quien observa ahora desde abajo mientras levita como él solía hacer.

Esta noche vendemos la armadura en una tienda de empeños…

Raúl Gallego, Zacarías Cotán, y Chari Medina. 











































viernes, 29 de agosto de 2025

444 - La Piel Suave - François Truffaut 1964

 Truffaut y Jean-Louis Richard  se inspiraron en algunos crímenes pasionales de aquel verano, que poblaba las paginas de sucesos, para redactar el guion.  La palabra “Adulterio” proviene del latín “adulterare”, falsificar o alterar el orden de algo establecido, en este caso el matrimonio. La belleza emboba al hombre maduro, el intelectual experto en Balzac se embelesa con una azafata, la pasión de un amor clandestino, su prestigio y cierta fama engatusan a la mujer joven, independiente, con otro estatus profesional al del intelectual, sabe bailar sola, la zozobra está en el otro lado.   Esa zozobra la trasmite con brillantez el actor  Jean Desailly, otorga al escritor una languidez y una inquietud incómoda, es un niño con zapatos nuevos que no sabe atarse los cordones. Con su rictus de cordero degollado, sale de la gasolinera, la chica ha desaparecido, ha ido a cambiarse esos vaqueros que al niño grande no le convencen, y él mira a un lado y a otro, desconcertado, hasta que el mundo vuelve a girar cuando ella aparece con la falda y se le cambia el semblante. No hubo buena sintonía entre Truffaut y el actor, a Truffaut no le gustaba el estilo de Desailly, prefería a Françoise Dorleac, con ella tuvo un romance los días siguientes al rodaje, una seductora estrella, modelo de la mujer moderna de los años sesenta. Estrella demasiado fugaz, moriría en un accidente de coche tres años después de esta película. 

La audacia del tímido telefonea en la penumbra de la habitación del hotel, quiere conocer a esa mujer con la que apenas ha habido un cruce de miradas en ascensor, y una foto al salir del avión para la prensa. Truffaut y su operador Raul Coutard despliegan numerosos recursos para que el film fluya sin respiro, en un plano detalle la mano masculina enciende el interruptor, la femenina lo apagará.  En la secuencia del ascensor el tiempo cinematográfico se dilata, con el toque Hitchcock,plano y contraplano, el manejo del tiempo, un ritmo apresurado y montaje frenético como los latidos del corazón de un hombre que no sabe manejar su fiebre.

Y nos impresiona el desenlace de este film trágico, tan oscuro que será incomprendido en Cannes. Es muy pesimista lo que se cuenta, el cabeza de familia no es un aventurero, es un hombre aburrido que apaga la luz e intenta cumplir en la cama con su mujer, esa intimidad expuesta incomoda al espectador que ya conoce el percal.

Esta noche retiramos lentamente las ligas que envuelven la piel más suave…

Raúl Gallego, Zacarías Cotán, David Velázquez y José Miguel Moreno


miércoles, 13 de agosto de 2025

443 - La Sombra de una Duda - Alfred Hitchcock 1943

 El vals de la viuda alegre suena varias veces en La sombra de una duda, la pantalla se llena de danzantes dando vueltas y vueltas. La amenaza avisa mediante un telegrama a la familia, un tío adorado por su hermana y su sobrina, le tienen en un pedestal, vuelve a la pacífica villa de Santa Rosa. La fascinación que siente el personaje de Theresa Wright por su tío, excepcional Joseph Cotten, irá cambiando al miedo, a medida que va descubriendo la verdadera esencia de su pariente, y el chantaje posterior del aparente ciudadano ejemplar.   Antes de albergar la más mínima sospecha, ya quiere descubrir los secretos de su apuesto y adinerado tío. El error de Charlie radica en confiar demasiado en la inocencia de la joven, la admiración a su persona de casi todas las mujeres le ciega.  Charlie irá enseñando los dientes, dejando pruebas de su patología criminal, un periódico con recortes, un anillo con unas iniciales, y ciertos soliloquios en la cena con un odio cerval a las señoras viudas, y a la humanidad en general. 

En un film de su primera etapa americana, Hitchcock retrata la vida provinciana con la ayuda de la pluma del dramaturgo Thornton Wilder (Sinfonía de la vida). Especialista en narrar la vida cotidiana de un pueblo donde todos se conocen, con el mismo guardia de tráfico, la misma biblioteca, el mismo bar. El naturalismo de esa ciudad pacífica se combina con planos expresionistas, picados de la escalera, desde la ventana, y primeros planos del rostro atractivo y perturbador de Cotten. En concreto recuerdo un plano a media distancia de Cotten en la entrada del porche, mira a su potencial víctima desde lejos con una pose de monstruo voyeur, similar a la del  Michael Myers de la saga de Carpenter. El terror ha llegado con el aviso de un telegrama, del mismo modo que en la siguiente “Náufragos” el maestro nos mantendrá en vilo en una barcaza a la deriva, en el océano calmo de Santa Rosa también nadan tiburones sedientos de sangre. 

 El Barba Azul de Hitchcock se nos presenta tumbado en la cama de una casa de huéspedes, pensativo, con fajos de billetes alrededor, mientras dos detectives le buscan. La esencia del mal asoma al retorcer sus manos en ademán de estrangular a la sobrina cuando la observa desde una ventana, en otro momento en el pub del pueblo, sigue con sus digresiones abyectas contra el mundo, el mundo es una pocilga,  lo peor es que a Charlie argumentos no le faltan para constatarlo, aún no había terminado el conflicto más mortífero del siglo XX.

Esta noche leemos el periódico antes que Charlie lo recorte…

Raúl Gallego, Zacarías Cotán y David Velázquez. 


































domingo, 3 de agosto de 2025

442 - Historia de un Vecindario - Yasujiro Ozu 1947

No es demasiado difícil encontrar similitudes, apariencias exteriores, entre la película de Koreeda, Un asunto de familia y la obra maestra de Yazujiro Ozu Historia de un vecindario. En ambas el amor vuelve a un lugar donde el vacío encuentra alguien que lo necesita, sin un vínculo de sangre que lo atestigüe.
El cine de Koreeda, sin embargo, muy honestamente, siempre se ha visto fuera por gustos propios del Gran Yasujiro Ozu. Koreeda llega a la emoción, llega a través de cada una de sus películas que son magníficas y también en Un asunto de familia, como Erice, otro maestro, a emocionarnos de tal forma que no podemos negar esas interrelaciones, esencialmente en su falta o en su reencuentro que vale mucho más que la presencia que de ella se presupone.
En el cine de Ozu, la historia es distinta. Si es Mizoguchi el que dice, entre Ozu y yo hay una gran diferencia. Yo hago de lo cotidiano algo extraordinario, pero Ozu hace de lo cotidiano algo ordinario. Lo que son esos barquitos que pululan a muy baja velocidad, por las bahías de los pueblos cercanos donde vive su protagonista, los que hacen emerger una tensión y una fase que va distando muy poco del ritmo del mundo que quiere entender las cosas. El cine de Ozu es un ritmo vital, de ahí la presencia de su relojes, y esa especie de oráculo que nos hace pensar en que en el tránsito de la emoción al entendimiento, aunque esté detenido de dolor, solo existe la fuerza, la necesidad de encontrar algo y la posibilidad de hacerlo a través de un imperturbable sentido casi místico de la contemplación, que es posible en el ciudadano entonces y ahora.
En realidad, hay un mantenimiento de la mirada, no hay una preferencia de los viejos sobre los jóvenes, porque unos fueron otros y los otros lo serán, porque lo importante es el aprendizaje, y a este solo se llega a través de la contemplación, de la eliminación de aquello que no es importante, y de la concreción del presente como una forma de vida que emerge y que alumbra los actos cotidianos y que hace desprestigiar la necesidad de la prisa o el miedo a lo que pasará, en ese futuro que no deja de ser presente continuo en cada una de las películas de Yazujiro Ozu.

JMM

Esta noche buscamos la raíz de la flor de loto…

Raúl Gallego, Zacarías Cotán y José Miguel Moreno.







































miércoles, 16 de julio de 2025

441 - El Sur - Víctor Erice 1983

 ¿Qué podemos amar que no sea una sombra?.

 El misterio es un cine, para encontrarse con un amor pasado. La adoración a un padre lacónico que una noche fría perderá su magia tras una copa de coñac.  A ritmo de pasodoble, asistimos a esta historia mágica en torno a un padre y una hija, entre el norte y el sur. En una casa alquilada en medio del campo, llamada la Gaviota, vive una cría con sus ausencias. Una madre represaliada de la República y un padre al que adora, un padre que la hipnotiza con un péndulo de zahorí, hace cosas que nadie más puede hacer. Erice consigue tocar la fibra porque apela al subconsciente, a recuerdos de la infancia. Escuchamos ladridos del perro y la luz del amanecer va dando forma a los rincones de la habitación, una adolescente en la cama mira el reloj y el tic tac suena más claro, están llamando a voces a su padre, esa mañana no ha vuelto a casa.  

Imágenes de gran belleza pictórica cubren estas memorias de fingida alegría. El hombre es un dios cuando sueña y un mendigo cuando reflexiona, de nuevo decía Hölderlin. Esos sueños dorados de la infancia se desvanecen, aunque los ojos tristes de Iciar Bollain sigan recordando el baile con el padre amado. Ojos antes asombrados los de la niña Estrella – Sonsoles Aranguren-, tan abiertos como los de Ana Torrent mirando al monstruo de Frankenstein. Ante la presencia de un padre adorado, a medida que la niña madura irá comprendiendo la verdad de ese padre ensimismado, que se encierra en la buhardilla en silencio. Ya dejará de esconderse debajo de la cama, eso sí, seguirá escuchando los golpes del bastón, rítmicos como las notas del pasodoble que bailaron en su primera comunión. Años después, su padre le preguntará si se acuerda de aquella música que suena en el salón contiguo. Allí lo dejo para asistir a su clase de francés, allí lo dejó solo, abandonado a su suerte.  ¿Y ella? Ella tendrá que hacer las maletas, volver al sur, a conocer el enigma que Erice siempre lamentó no poder rodar en tierras de Sevilla. Erice no quería limitar el recuerdo del sur a unas postales coloreadas. El éxito de crítica y público en el Festival de Cannes de la película inacabada fue decisivo para que Elías Querejeta se negara a que fuera completada.

Esta noche escribimos una carta de amor en un café de provincias…

Zacarías Cotán, Raúl Gallego, Rosario Medina, José Miguel Moreno y Salvador Limón.








































miércoles, 2 de julio de 2025

440 - Atín Aya: Retrato del silencio - Hugo Cabezas y Alejandro Toro 2024

 Una vez me aventuré con el coche por los caminos de agua, pájaros, sol, arroz y tierra, sin conocer la zona de las marismas, y me vi inmerso en un laberinto, me asusté y salí de allí. Las gentes del puntal avisan que para aventurarse por esos canales hay que ir acompañado de algún conocedor de la zona, suelen llevar en el coche una piedra del calibre apropiado para poder romper las lunas en caso de que el suelo de tierra y barro se resquebraje bajo los neumáticos.

 Atín exploró la comarca con su moto, su cámara y su trípode en los años noventa, después se agenció un todoterreno, que terminó absorbido por las marismas.  A Atín se le recuerda por allí, un joven que llegaba en moto con su timidez y se alejaba del progreso de la Expo´92 en Sevilla, para adentrarse en una zona desconocida, furtiva, empantanada en la memoria. Aquel fotógrafo parecía un personaje salido de la Nouvelle Vague, según uno de los compañeros recuerda en el documental.  Retrató con profundo respeto a los habitantes de esa comarca de agua, aves y cangrejos. 

Punto de partida de “La isla mínima”, sus imágenes hipnotizaron a Alberto Rodríguez. El artista retrató la llegada de la modernidad en los 90 a Andalucía, captó las miradas de los lugareños de ese paisaje sobrecogedor, dejó  otros trabajos como "Sevillanos", "Paisanos",y tantos más, dado que la mayor parte de su obra está inédita. 

Los artífices del documental, Hugo Cabezas y Alejandro Toro, apostaron por un formato audiovisual 5:4, con la intención de fundir el trabajo del fotógrafo con esa pantalla similar a las imágenes analógicas del artista. La película fluye y nos impregna, con los rostros de esas gentes fotografiadas con los grises de Atín, y las imágenes actuales de mujeres, labriegos y pescadores, uno de ellos llega a preguntarse mirando a la cámara, entre lúcido y confuso, que ha hecho en su vida, ha bailado, ha trabajado, ha reído, ha llorado, ¿y que?, ¿eso es todo?.

Esta noche departimos impresiones con el director del largometraje, Hugo Cabezas, el productor Fidel Pérez, el estudioso de su obra, Pablo Cousinou, José Miguel Moreno, Chari Medina y Raúl Gallego. 




























domingo, 15 de junio de 2025

439 - La Muerte en Directo - Bertrand Tavernier 1980

 Con un tono frío y distante, Tavernier adapta la novela de David Compton, realizando el guion junto a David Rayfield. Paisajes urbanos y rurales de desolación, de un futuro poco apacible.  Un film premonitorio sobre la miseria de los medios de comunicación, de un reality show capaz de transmitir la muerte en directo. Los últimos días de una mujer enferma terminal en unos tiempos en que la muerte es indolora. Un espectáculo obsceno, sin privacidad. Tavernier vaticina el mundo actual de streamers e influencers que mueren en pantalla ante la mirada de sus seguidores.

Ella, escritora, pregunta a un monitor posibles desenlaces para el libro que escribe, en  1980 se adivina la inteligencia artificial y los chats con una máquina. 

Espectadores voyeurs observan a través de los ojos de Roddy -Harvey Keitel- la huida de una mujer avasallada, engañada por todos-  - excepcional Romy  Schneider -- Siempre huyendo. Huye de la cadena de televisión, del productor sinvergüenza – Harry Dean Stanton-   de un marido displicente. El reportero duerme con los ojos abiertos, asistirá un proceso de cambio, un progreso, de la persecución de su presa a un arrepentimiento desesperado, que culmina en la escena climática de la playa.

El productor es un canalla y, sin embargo, todo lo que dice es real. La gente se siente atraída por lo obsceno, por el morbo, he ahí la gallina de los huevos de oro. En Network, un mundo implacable, de Lumet, también hay una muerte en directo, la de un iluminado que batía récords de audiencia. La sociedad del espectáculo, de la telebasura. Al fin, ella buscará controlar su vida, aunque sea pagando el precio más alto. 

Esta noche vemos nuestro rostro en un cartel de publicidad…

Zacarías Cotán, Salvador Limón y Raúl Gallego. 


































sábado, 31 de mayo de 2025

438 - Ninotchka - Ernst Lubitsch 1939

 La visión y el genio de Lubitsch, un judío alemán, nos dejó joyas como esta Ninotchka. Con guion del discípulo aventajado Billy Wilder, mano a mano con su colaborador Charles Brackett, y Walter Reisch.

La secuencia de Greta Garbo, la comisaria soviética bajando del tren con su cara de palo, esa cara rígida que irá suavizando una vez conozca al conde astuto y vividor, -Melvin Douglas- Esa inolvidable escena del tren con los tres diplomáticos soviéticos, inolvidable trío, recibiendo a su supervisora, se conecta en mi imaginario con otra estación, con Wilder tras la cámara y con Lemmon y Curtis divisando un cañón rubio con andares cimbreantes. Marilyn muestra mucho más desparpajo que la Garbo, y es que esta fue la primera comedia de la actriz de origen sueco, a la que incluso le daba vergüenza hacer la escena en que se emborracha de champan. 

La propaganda de Ninotchka aseguraba: “La Garbo se ríe”. Y así es, al principio la rusa parece no pillar los chascarrillos de su aristócrata admirador, hasta que de pronto rompa en una carcajada delante de sus camaradas. En la magnífica escena del restaurante donde el aristócrata intenta confraternizar con los obreros que están allí comiendo, un gigoló en horas bajas, calavera intentando hacerse amigo y exaltando su espíritu solidario para enamorar a la rusa. Si Marilyn sabía cimbrear sus caderas en esa estación, la Garbo es un témpano, rígida y formal como solo una comisaria soviética podría ser, y sin embargo, al film el amor la humaniza, la relación entre el Conde Leo y su compatriota destila fuego, él la desnuda figuradamente quitándole el abrigo en su apartamento y la diosa Garbo se deja llevar sin remilgos, al final le gusta esa música que sale del tocadiscos, Ninotschka sabe besar a un hombre mejor que ninguna. 

Un inicio mítico con el toque Lubitsch. Los tres camaradas rusos extasiados ante los oropeles del hotel Ritz y sus puertas giratorias. El ridículo sombrero de la época, con forma de embudo, al que Ninotschka echa el ojo en un escaparate, ¿cómo puede sobrevivir una civilización que permite a sus mujeres llevar eso en la cabeza? Ninotchka terminará transigiendo con el capitalismo y se pondrá el horrible sombrero.  Según Wilder, esta fue idea de Lubitsch. 

Rodada en el verano de 1939 con el pacto de no agresión recién firmado entre Stalin y Hitler, esos momentos convulsos del mundo los capea Lubitsch a base de chistes, malentendidos y champán. La propaganda no es solo contra el bloque comunista, Lubitsch se pitorrea con clase de la insoportable duquesa zarista, y profana las convenciones burguesas. 

Salvador Limón, Raúl Gallego. José Miguel Moreno y Zacarías Cotán nos debatimos entre una copa de champán y la leche de cabra en La gran Evasión. 






































sábado, 17 de mayo de 2025

437 - Lost in Translation - Sofia Coppola 2003

Dos almas en crisis comparten su confusión en Tokio. Mas que esto no hay nada, dice la canción de Roxy Music que Bill Murray canturrea en el Karaoke mirando a Scarlett Johansson, no hay nada más que esa conexión de dos almas perdidas. Una joven en ropa interior contempla la gran urbe a través de la ventana, un actor de viaje en el país del sol naciente se pimpla los whiskies que él mismo anuncia en el bar del hotel: “Un momento de relax es un momento Suntory”.  

Profundidad de campo, iluminación intimista y el actor, mirando una lámpara, se enciende un habano y bebe en silencio. Bill Murray aporta sus gestos congelados, su cara de póker tan divertida, esas caras que le pone a la joven, natural y bella Scarlett Johansson.  Salen de la habitación, entran, se encuentran en la piscina, y comparten su hastío, bucean en compartimentos afines mientras las señoras mayores practican aerobic.

El vestuario, los lugares, la iluminación, los tonos neutros escogidos por Sofía Coppola subrayan el abandono y la estupefacción de la insólita pareja. Los tópicos y los lugares el Japón desde la mirada de un occidental. Con esta película hay que conectar, ocurre algo similar a la más reciente “Aftersun” -Charlotte Wells-, momentos de cierta alegría y otros de tristeza, de soledad ociosa en un hotel. Seguramente la joven licenciada en filosofía y harta de un marido fotógrafo y adicto al trabajo nunca más llame al actor en horas bajas, aún así nos quedamos pensando que le susurró al oído mientras sube la distorsión del “Just like Honey” de los Jesus and Mary Chain.

Esta noche nos vamos de marcha por Tokio con pistolas de juguete…

Chari Medina. Salvador Limón, Raúl Gallego y Zacarías Cotán