La Gran Evasión

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sábado, 7 de septiembre de 2019

239 - El Puente de los Espías - Spielberg 2015

Brillante thriller de espionaje en plena guerra fría, 1957, su punto más álgido. Dos bloques dividen el mundo y se vigilan. Steven Spielberg lleva a la pantalla con buen pulso y sabiduría esta historia basada en hechos reales,  del libreto original de Matt Charman y revisada por los hermanos Coen. Un tour de force entre dos actores de categoría, el consagrado Tom Hanks aporta cercanía al  tenaz abogado, que cumple dos misiones muy complicadas, y un genial Mark Rylance, intérprete británico curtido en el teatro, pone cara al espía soviético, contenido, pausado, tan firme como el ritmo de una historia que fluye, hace reflexionar, y entretiene a partes iguales.
La humanidad, el compromiso y los principios de un hombre honesto. ¿Es justo asesinar a alguien por hacer lo que otros de arriba le han ordenado? El héroe cotidiano se enfrenta a las voces de la intolerancia, el negociador defiende a un cliente que le han endosado, a medida que va conociendo al acusado se va involucrando. Él cree en las reglas, así se lo hará saber al agente de la CIA que le persigue en una noche lluviosa y le da un susto de muerte, James Donovan mira de frente y se viste por los pies. Las normas están hechas para cumplirlas, todo hombre tiene derecho a ser defendido. El individuo y la libertad, elegir lo que se cree correcto ante el sentir común de una sociedad aterrorizada por el peligro rojo, la paranoia nuclear y un hijo adoctrinado que no entiende como su padre puede defender al malvado soviético.
Cine de gran factura con toques clásicos, secuencias memorables, el inicio te atrapa, un pintor reflejado en un espejo mira de soslayo su propio autorretrato, las dos caras de un hombre en soledad , el aparente y el real, el secreto de un tipo corriente que decide no preocuparse más de la cuenta, su rictus no refleja gran angustia aunque esté muy cerca de ser ejecutado en la silla eléctrica.
Los dos bloques se temen y se respetan en un momento crucial de la historia contemporánea, Donovan se traslada al Berlín en que se comenzaba a construir el muro.  No se conformará con canjear al piloto capturado tras ser derribado su avión U2, también querrá llevarse a su tierra al estudiante encarcelado en la RDA. 
Excelente ambientación, tonos desabridos, encuadres a contraluz, asfaltos húmedos que devuelven la luz mortecina de un tiempo de zozobra,  la fotografía de Janusz Kamisnky y la labor del director artístico Adam Stockhausen aportan veracidad a lo narrado. Donovan y Abel se conocen en la reclusión de una celda, la cámara se mueve con elegancia a través de los barrotes. La Alemania Oriental de los 50, la nieve sucia , los edificios uniformes parecen lamentarse de las dentelladas de un pasado muy reciente.
El magnífico desenlace cierra una gran película en el puente Glienicke, el puente de los espías, en la oscuridad acechan francotiradores de ambos bandos.

Raúl Gallego

Esta noche viajamos desde la torre de Radiopolis al Berlin de la Guerra Fría…

Raúl Gallego, Gervi Navío, Lourdes Casado y Elio Cubiles.

Artículo sobre El puente de los espías, por César Bardés




















Steven Spielberg es un maestro. Steven Spielberg siempre hace ET. El maestro americano, tan heredero de otros enormes cineastas como el propio Frank Capra, no deja de recordarnos que hay esperanza, y lo hace hasta quedarse solo. Otros compañeros de profesión como el gran Clint Eastwood, mas heredero de él que del propio Ford, a quien el hombre de las pistolas calientes siempre cita, intenta hacernos ver que, ahora que vivimos de nuevo en la locura del racionalismo, es cuando tenemos que volver a las mitologías. Todas sus películas son fábulas, fábulas que no tienen miedo de serlo, gloriosas historias para que los niños aprendan, recordatorios suaves como los de Ozu. Para él, con obras maestras de enorme dolor como Munich o El color púrpura, los niños, o los hombres que siempre somos niños si queremos seguir siendo hombres, no debemos sangrar demasiado, porque es en el corte donde nos transmutamos, con el dolor, como los que son capaces de ver a los otros como ratas, y exterminar con la naturalidad y el seguimiento que Eichman le daba a la palabras sonoras del hombre que es capaz de explicarlo todo. Filosofía del lenguaje, desprecio a la humanidad.
Spielberg es el buen judío, un tipo capaz de contar las dos caras de una misma verdad, La lista de Schindler es una obra maravillosa, pero es una mentira enorme, no salvaron solo a unos pocos, cayeron muchos, y los que en realidad salvaron, también murieron. Decía Primo Levi en su trilogía de Auschwitz que no pertenecía a los mejores, si no a los más miserables, sus conocimientos de química hicieron que las SS le protegieran, se pudo aliviar del frío, del calor, del hambre, y por eso aguantó. Los primeros, los que luchaban, los que no querían colaborar con el régimen nazi, fueron los primeros en caer. Quizá Spielberg no quiere contar eso. Michael Haneke nos dice en Funny Games que la bondad no existe. Y sin embargo hay esperanza, la esperanza es el fondo de El puente de los espías, donde un tipo muy real se resiste a dejarse llevar por las directrices a la que le quieren obligar desde arriba, no va a salvar a uno tal como le obligan, va a salvar a dos. Salvar lo humano. Spielberg tiene la capacidad impresionante de filmar como el mejor, de seguir viendo lo humano, lo humano por encima de lo tecnológico, de lo ideológico, de cualquier cosa que no sea aquello que siente uno en un instante, y que tiene que ver con los ojos del otro en que se reconoce, en la cobardía de no acompañarnos, o en la alegría inmensa de haber visto su salvación, reflejo de la nuestra, y que significa que seguimos hacia adelante. y no hablo de Dios, sino de la realidad misma de existir.
Otra obra maestra de Steven Spielberg. 

José Miguel Moreno






jueves, 8 de junio de 2017

139 - La Lista de Schindler - Spielberg 1993


















En la Europa central de mediados del siglo XX muchos perdieron la esperanza. El contacto de una mano que se estrecha con otra sirve para mitigar el miedo. El abrigo rojo de una niña aterrada, el agua ansiada de unas duchas, las velas de un Sabbath que se consumen lentamente, la ilusión de un amante del buen vivir que no puede soportar lo que ve, el aniquilamiento programado de un pueblo. Hubo muchas listas anteriores a la de Oskar Schindler, listas escritas a máquina, con teclas que percutían sobre el papel nombres y apellidos de familias enteras, seres humanos, uno tras otro, registrados, censados, deportados, aniquilados.
El comandante nazi, antagonista de Schindler se mira al espejo satisfecho, levanta la mano en gesto piadoso. El poder de perdonar o castigar, disparar a una persona arbitrariamente desde la terraza, o perdonarle la vida en un instante. Un Dios vil, irredento, despiadado, el monstruo de Plaszow no conoce la compasión. Schindler alza la vista al cielo negro de ceniza, el empresario ama la vida, no va a asistir cruzado de brazos a tanta muerte, tanta ignominia, ya no puede mirar para otro lado como el resto.
La inocencia de la niña con el abrigo rojo va delante de la esperanza perdida de la Mouchette de Bresson. La que decidió rodar y rodar, consumirse como la cera de un cirio, como las brasas de la vergüenza derramada en la nieve de Cracovia.

Raúl Gallego.

Esta noche no vamos a dejar de ser trabajadores esenciales en la torre de Radiopolis....

 José Miguel Moreno, Isabel Moncada, Gervi Navío, Raúl Gallego, y nuestro crítico al teléfono desde Madrid, César Bardés.

Artículo sobre La lista de Schindler, por César Bardés


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Steven Spielberg estremeció al mundo en 1993 con La Lista de Schindler, y es que el mundo necesitaba ser estremecido,  la obra de Spielberg muestra lo peor y también lo mejor del ser humano, una mezcla brillante y por momentos insoportable, filmada con enorme respeto y pudor, pero también es seca, directa.... devastadora, una pesadilla en blanco y negro con retazos de color, de rojo sangre, de rojo vergüenza…un abrigo rojo, una niña….la inocencia asesinada.
El Rey Midas de Hollywood utilizó su prestigio, su posición y su talento para adaptar la novela "El arca de Schindler" (Thomas Keneally), con un gran guion de Steven Zaillian, Spielberg aprovecha su fama de director “comercial” para recordar a las generaciones que no vivieron la Segunda Guerra Mundial, que la mayor ignominia del siglo XX existió, que se privó de la condición humana a todo un pueblo, que el exterminio judío existió... además del horror, la película es también hermosa, por cuanto alude a la esperanza en el páramo desierto, a la luz que ilumina en la oscuridad.....a la bondad que habita el corazón de los hombres. Es, quizás, su obra más personal y más profunda, una deuda que él sentía contraída con su pueblo, con la historia, con sigo mismo....para mí una obra maestra, con las notas de Williams, ese quejido del violín, que es el quejido de toda la humanidad, con la fotografía impresionante de Janusz Kaminski. Las actuaciones de Liam Neeson, Ralph Fiennes y Ben Kingsley son sobresalientes, extraordinarias, contenidas, se nota que sabían lo que estaban haciendo, la magnitud del proyecto, la importancia de esos personajes, sin duda el espectador queda paralizado por la historia, ver la angustia, el terror, la crueldad...es a veces inaguantable, pero necesaria, nos esforzamos en no olvidar y en resaltar la poderosa luz de esperanza, de bien absoluto que habitó en el corazón de un hombre, Oskar Schindler, y por tanto, en el de todos los hombres, porque salvar una vida dice el Talmud que es salvar..... la humanidad.

Gervasio Navío Flores