La Gran Evasión

La Gran Evasión

miércoles, 15 de noviembre de 2023

402 - Horizontes de Grandeza - William Wyler 1958

 Dos hombres a puñetazo limpio, vistos a lo lejos, dos figuras insignificantes en la gran llanura, y uno de ellos pregunta a su oponente al fin, de que ha servido la pelea. Son los horizontes de grandeza de William Wyler y Gregory Peck. 

Épica y melodrama en este western atípico de relaciones humanas, ambiciones, y odio, en los confines de la dignidad y la soberbia. Un recién llegado del este, con traje gris y bombín, en las posesiones de Terrell, el intransigente ganadero -Charles Bickford—Es el prometido de su hija -Carroll Baker-y lleva de regalo al futuro suegro dos pistolas de duelo. Varios duelos cerrarán esta historia de muchas aristas, personajes frustrados como el del otro patriarca, Hannassey, estupendo Burl Ives, y el gañán que tiene por hijo -Chuck Connors-. Este western de personajes también nos presenta a una maestra -Jean Simmons-, dueña de tierras también, y la virilidad de un capataz, un fenomenal Heston, que verá desmoronarse sus planes cuando aparezca ese tipo de buenos modales y porte sereno, McKay. 

El rencor entre los dos terratenientes abarca más allá de los confines de esas áridas tierras, y el recién llegado intentará traer cordura a ese mundo inmovilista, adquiriendo las tierras de la maestra, origen del conflicto. 

Otro distintivo del film es la fabulosa música de Jerome Moross, galopa con los caballos en esos planos en technicolor, largos y profundos, con las reses que quieren abrevar en las propiedades de la maestra, con los hombres del cacique que las hostigan, uno de ellos se atreverá a opinar, es feo eso de no dejar beber a los animales, y aún así todos seguirán al viejo hasta el final, hasta el momento en que el mundo antiguo dé paso al nuevo y el capataz y el marinero encuentren su mirada.    

Esta noche cabalgamos hacia Cañón blanco en La gran Evasión…

Salvador Limón, Zacarías Cotán, Raúl Gallego y David Velázquez

 
  





domingo, 29 de octubre de 2023

401- El Nadador - Frank Perry 1968

 Un tipo camina descalzo por los jardines de una zona residencial en el estado de Connecticut. No sabemos de donde ha salido. Solo ataviado con un bañador azul, y una ocurrencia extraña entre ceja y ceja, explorar el condado nadando de piscina en piscina hasta llegar a su casa. 

Frank Perry dirigió este surrealista film basado en un relato de John Cheever, con guion adaptado de su esposa Eleanor Perry. El proyecto tomó altura con el torso apolíneo de Burt Lancaster, un actor maduro y reconocido. Sam Spiegel no quería a Perry, y alguna escena. como la de la amante despechada – Janice Rule-   fue filmada por Sidney Pollack

El vestuario de Neddy se ciñe a una prenda para tapar sus vergüenzas. No podrá taparlo todo, este hombre carga una cruz, una desgracia que asoma a medida que avanza su periplo por los distintos chalets, sus visitas a sus conocidos, sus vecinos alcohólico, aburridos, envidiosos, murmuran sobre quien una vez fue un triunfador. Incluso una pareja de nudistas se pregunta si vendrá a pedirles dinero al verlo aparecer a lo lejos. Este hombre en su madurez no ve la tormenta que se aproxima, y sin embargo, la siente, cada vez tiene más frío, se ha torcido el tobillo y sigue caminando. Se ha propuesto nadar a través de un río de piscinas al que llama Lucinda, el nombre de su mujer, quiere volver a verla, y sus hijas, seguramente le estarán esperando jugando al tenis. No sabemos que puede haber ocurrido en la vida de este playboy venido a menos, así le dice a un compadre de pasadas correrías, “si las mujeres fueran malas para la salud yo estaría en una silla de ruedas”.   Ned aún se siente en forma, por eso intenta besar a su antigua niñera, aquella jovencita ahora mujer, y en una escena algo ridícula intenta correr al mismo ritmo que un corcel, a cámara lenta y con la música de aeropuerto de Marvin Hamlisch. Quizá tantos zooms, difuminados y transiciones al ralentí disgustaron al productor Spiegel.

Esta noche hablamos de un edén en ruinas en La gran Evasión…

Salvador Limón, Zacarías Cotán y Raúl Gallego

 

 




























miércoles, 18 de octubre de 2023

400 - French Connection. Contra el Imperio de la Droga - William Friedkin 1971

Thriller pionero en muchos aspectos, French Connection refundó el género.

La mirada documental de Friedkin y su operador Owen Roizman, con el grano gordo en la fotografía, y la labor del cameraman Ricky Bravo. Las calles de madrugada en el bajo Manhattan,  los tugurios malolientes de humo y tipos con los bolsillos cargados de estupefacientes, la persecución seminal en las calles de Brooklyn entre un Pontiac prestado por un tipo que pasaba por allí al inefable Popeye, y un tren elevado. Friedkin busca la acción con personajes directos y el juego entre el ratón y el gato de dos policías y un ladrón de guante blanco como Chanier, -excelente Fernando Rey- y su contacto y tapadera en New York Sal Boca -Tony Lo Bianco-. Escenas rodadas con tráfico real, Friedkin rodó sin storyboards buscando la espontaneidad, lo imprevisto.

Gene Hackman crea uno de sus mejores personajes,  Popeye, inspirado en el polizonte real Eddie Egan, de métodos poco ortodoxos, andares desgarbados, un  sombrero redondo y una obsesión malsana por su trabajo, y su colega Cloudy Russo, estupendo Roy Scheider, el policía más sosegado. 

Mediante la cámara al hombro, temblorosa, planos desenfocados, y también clasicismo de cine negro, Friedkin recrea el ritmo asmático. el aire viciado y el sudor de unos barrios, unas avenidas que no pegan ojo y retumban en los estertores del Hudson.  Popeye las conoce bien, ha hecho la  la ronda muchas veces por callejuelas y rincones en los que los soplones, los narcos de poca monta y las mujeres de alterne pululan, pasan frío y fuman con desesperación. Acaba de enterarse de la entrada de un cargamento de heroína importante,y tiene una corazonada. 

La secuencia de la persecución la filmaron con tráfico real, llegando a crear un atasco en medio de Brooklyn. Otro momento memorable, el desguace del deportivo de Deveraux, las tripas de un automóvil pueden esconder kilos de droga, y ese coche no estaba limpio, Popeye lo sabía. 

Esta noche saludamos a Papa Noel, arreando ostias a un camello…

Zacarías Cotán, David Velázquez, Raúl Gallego y Salvador Limón

   

 


















miércoles, 4 de octubre de 2023

399 - Un Hombre - Martin Ritt 1967

Todo en este western itinerante orbita en torno a John Russell  el mestizo secuestrado por indios, que decidió volver con ellos a la reserva. Él ha visto malvivir a los apaches en un sitio apartado, confinados en una reserva. Russell sabe lo que es pasar hambre, no como la altiva pareja formada por el agente de indios y su esposa de nariz fina y empolvada, En esa diligencia que traslada al lacónico Russell para hacer negocio con su herencia,  sentirá una vez más el racismo de los hombres blancos, de los que desciende y reniega. Cuando el carruaje sea asaltado por los compinches del bandido Grimes (excelente villano Richard Boone) el mestizo de ojos claros será el líder del grupo a campo abierto. En esa comitiva viajan mujeres coquetas y aburridas, la joven recién casada y metepatas – Margaret Blye-, tampoco parece muy satisfecha con su matrimonio la señora Favors, según comenta en un aparte, su marido lee muchos libros, está orgullosa de su inteligencia, lo malo es cuando cada noche se quita los pantalones y muestras sus piernas delgadas y blanquecinas,  también tenemos a una mujer fuerte, la regente de la pensión que se acaba de quedar en el paro, su personaje cataliza los sentimientos del protagonista. Martin Ritt sabe impulsar la acción sin prisa y sin pausa, las relaciones y distancias que se establecen en ese microcosmos, un pardillo recién casado, una mujer madura, un matrimonio pudiente, una viuda, un mexicano pacífico, un villano, y un hombre silencioso, en tierra de nadie, Paul Newman aporta su talento a ese hombre llamado John Russell. 
En un gran Cinemascope, con la sapiencia del operador James Wong Howe y algiunas tomas de tiroteos en las colinas, al rebujo de cactus, enebros y pedregales, con mucha belleza, suspense, y unos interiores muy cuidados, las escenas en la pensión, la estación o el cobetizo tampoco desmerecen del conjunto. El estilo sobrio de Martin Ritt, realista y sórdido, director de varias joyas (“Odio en las entrañas”, “El espía que surgió del frío”, “Hud”, con otro gran Paul Newman), desmitifica los valores del viejo oeste.Espléndido Fredric March dando fuste al personaje más rastrero, un sheriff -Cameron Mitchell- que juega a los bandidos, harto de pudrirse en un poblacho, de meter borrachos cada noche en el calabozo y ver perros meando a través de la ventana. Por poner alguna pega, es poco creíble el poco dolor que manifiesta el mexicano socio de Grimes, con un tiro en la barriga parece no inmutarse, los disparos duelen mucho, como en las películas de Peckinpah, o de Tarantino, si no que se lo digan a Tim Roth, el señor Naranja.

Esta noche nos tomamos un mezcal con Russell y un mexicano…

Zacarías Cotán. Salvador Limón y Raúl Gallego

 
 































viernes, 15 de septiembre de 2023

398 - Último Tren a Katanga - Jack Cardiff 1968

 Con un ritmo atronador como la embestida de un elefante, los primeros 45 minutos del Último tren a Katanga (Dark of the Sun) nos adentran en el corazón del continente negro, esquilmado por las grandes potencias desde el periodo colonial. Bajamos del avión con los dos mercenarios (Rod Taylor y  Jim Brown), en un aeropuerto con olor a muerte y miedo, todos quieren huir de allí menos ellos, traspasando los controles de las naciones unidas, armados, así se lo hará saber Curry a los cascos azules que les quieren retener. Tienen órdenes firmadas directamente por el nuevo presidente del país, trasunto del joven dictador Mobutu. En la reunión con el mandatario y un orondo empresario occidental les dejan clara su misión; rescatar un cargamento de diamantes en medio de las revueltas simbas es el objetivo prioritario, de paso también salvar todas las vidas posibles. 

Jack Cardiff adaptó con solvencia la novela del africano Wilbur Smith, “El lado oscuro del sol”, en pleno siglo XX tras la independencia del Congo Belga en 1960.  El peso del film cae en la relación entre los dos colegas, con un personaje femenino bastante plano (Yvenne Mimieux), cuyo marido ha sido asesinado por los simbas. Los insulsos diálogos entre la chica y el capitán sugieren que algunas partes del film han sido suprimidas en el montaje. Los rebeldes nativos en contra del gobierno apoyado por la CIA, son retratados poco menos que como caníbales sádicos, similares a los zombies de los films de Romero o Lucio Fulci.  La matanza no solo la perpetran ellos, todos tienen las manos manchadas de sangre. Las fuerzas de las naciones unidas. Aparte de para “pacificar”, están ahí para facilitar el saqueo de los recursos naturales de la zona.   Como dice Curry tras reconocer el rifle del médico entre los masacrados del poblado donde decidió quedarse. Al médico  -Kenneth More-, alcoholizado. le da igual quedarse a merced de los rebeldes, quizá ha visto ya demasiado. Entre los reclutas de Curry para su complicada misión también destaca un nazi infanticida -Peter Carsten-, inspirado en el militar Siegfried Müller, que se desempeñó como oficial del Comando 5 durante la Crisis del Congo, y portaba con orgullo su cruz de hierro. 

 Toda la película se conduce con un paso trepidante, y rezuma una violencia poco usual para la época, con un final desfasado y apocalíptico con violaciones y asesinatos en una orgía de sangre. Cardiff contestó a las críticas afirmando que lo que mostró era muy liviano comparado con los documentos que había leído sobre las revueltas reales.

Esta noche asistimos atónitos al infierno de Katanga…

Zacarías Cotán. Salvador Limón y Raúl Gallego

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miércoles, 30 de agosto de 2023

397 - La vida en un hilo - Edgar Neville 1945

 Un viaje en tren puede ser mágico, y más si en el vagón te encuentras con una vidente del pasado, una pitonisa especial, no adivina el futuro,  cuenta lo que pudo haber sido y no fue, ¿o sí?. Si Mercedes se hubiera ido en el taxi con el otro pretendiente que encontró en una floristería. Por supuesto, la protagonista Conchita Montes se le pasará el viaje en un santiamén y no pegara ojo escuchando a la señora que transporta patos – Julia Lajos-, y eso que viajan en coche cama.

 Así vemos en el cartel de esta estupenda comedia dirigida por Edgar Neville en los años 40, a Mercedes sobre su almohada, divagado sobre su elección, y es que ella era muy joven y pensaba que los pelmazos no eran incurables. En uno de tantos momentos divertidos, Mercedes despierta en su cama, el marido canturrea y hace gárgaras en el cuarto de baño, la misma rutina matutina, el tedio conocido desde aquella boda en que el novio parecía un chofer, y se llevó la noche entera intentando descalzar sus botas altas.

Neville dirigió e incluso se encargó de la producción de esta fantasía inspirada en las comedias clásicas del Hollywood que conoció en persona, las de Leisen, Lubitsch, Hawks, Cukor, o George Stevens. Con un trío tan particular como el de Mercedes y sus dos enamorados, el rancio simplón -Guillermo Marín- y el ocurrente escultor – Rafael Durán-, opuestos como la noche y el día. Ramón, símbolo de la España pacata de la época, extraño que la censura pasara esto por alto, un horroroso reloj preside el salón de su casa, la pobre Mercedes intentará quitarlo de en medio, y también el retrato de un brigadier con mostacho, poco tiempo durará su empeño, la tía de Guillermo, Escolástica – Juana Mansó-  repara inmediatamente en la ausencia de los sacros objetos.  Mediante dos flashbacks, uno real y otro imaginario, Neville estructura su película, con un humor inteligente y muy perspicaz en la construcción de situaciones. El film destaca entre la producción del momento, con folletines, coplas y proclamas a los vencedores de la guerra. Neville contribuyó a mejorar el cine español con varios títulos más de calidad como El crimen de la calle de Bordadores, Domingo de carnaval, Nada, o La torre de los siete jorobados. 

Esta noche esperamos a Mercedes bajo la lluvia…Zacarías Cotán y Raúl Gallego

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lunes, 31 de julio de 2023

396 - Ángeles sin Brillo - Douglas Sirk 1957

Vivir de feria en feria, volando en círculos con tal de conseguir el sustento, vivir de los premios de la miseria con un crío a cuestas. Son los años de la gran depresión en un lugar del suroeste, una mujer decepcionada y tenaz, un mecánico, y un piloto, antiguo héroe de la primera guerra mundial, con una pulsión adictiva, sus acrobacias aéreas le ofrecen la dosis de adrenalina.  A este trío se unirá otro tipo en los márgenes, un reportero alcohólico -genial Rock Hudson- atraído por esas gentes de otro planeta, extraterrestres, con aceite de motor en las venas en lugar de sangre. El periodista no cuida su trabajo, le da igual que lo despidan, y sin embargo ofrece su apartamento a esos gitanos del aire, gente que duerme en un hangar, no tienen donde caerse muertos. Devlin protege al crío sin escuela ni amigos, se enamora de una mujer en caída libre. Todos estamos enamorados de la sensual Dorothy Malone, es la Antonia del libro de que Rock Hudson le regala en su apartamento, la pureza rota de una campesina que se dejó llevar por un cartel publicitario, una estampa de un aviador surcando el cielo. Ella no sabía que ese tipo ya tenía novia, era un avión, sus flirteos son con la muerte.

El blanco y negro del cámara Irving Glassberg dibuja el tenebrismo de este relato de muerte y culpa. Douglas Sirk, célebre entre otras cosas por el color arrebatado de sus grandes melodramas, Escrito sobre el viento, Obsesión, Imitación a la vida…a estos ángeles les quita el lustre, están manchados de petróleo y lodo, del trauma de una existencia caótica. El remordimiento forma parte del alma de cada personaje. La derrota y la culpa vertebran el universo literario de William Faulkner, que en vida declaró que la versión de Sirk. con guion de Zuckerman, era la mejor película inspirada en una de sus novelas, en este caso “Pilón”, con la aviación de fondo, una de las pasiones de Faulkner.

En un flashback alucinante el piloto -el aguileño Robert Stack- se juega a los dados con su socio a su futura esposa, escribiendo con un lápiz los números sobre dos azucarillos. Tan volátil como un trozo de azúcar disuelto en un café, el héroe de guerra, ahora feriante, sabe desafiar a la muerte, se arrima a los pilones más que nadie, intrépido o suicida. En un montaje paralelo de categoría, el crío montado en el avión del tiovivo observa como su padre cae con su biplano sobre el agua. Shumann no quiso poner en peligro a nadie, solo faltaría, seguir viviendo con más culpa todavía.

Esta noche nos precipitamos al abismo en paracaídas… 

Salvador Limón, Zacarías Cotán y Raúl Gallego

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jueves, 4 de mayo de 2023

395 - La Escalera de Caracol - Robert Siodmak 1946

 Los asesinos en serie han sido siempre atractivos para el público, desde Jack el destripador a El asesino de las rubias de Hitchcock y M, el vampiro de Dusseldorf - Fritz Lang-  El hipnotismo fantasmagórico de esos films pervive en La escalera de caracol, su fotografía de flashes y sombras, y el suspense con estilo detectivesco clásico de casa rural inglesa. Y eso que en realidad tampoco hay muchos candidatos a ser el dueño del ojo que inunda la pantalla, se ajusta los guantes de cuero, con un objetivo común, quitar la vida de mujeres con una tara. Que coincidencia que la protagonista -estupenda Dorothy McGuire- sea la víctima ideal, no puede musitar una palabra, un trauma de infancia le hizo perder la voz. 

Los hechos transcurren en una unidad de tiempo, una tarde y una noche de tormenta, con un ambiente cada vez más siniestro, más denso, y en un caserón con vida propia, en la planta de arriba vive postrada junto a una chimenea y multitud de trofeos de caza la señora Warren – Ethel Barrymore. , una extraña mujer de larga trenza y facilidad para dormir despierta. Siodmak concentra la historia con maestría, la cuenta de un tirón, ajustando cada detalle, cada truco de guion para aumentar la intriga, intenta no dejar tan claro que el mayor sospechoso ahí es el profesor – George Brent, de bigotillo fino y mirada oblicua- De la novela original de Ethel Lina White, Mel Dinelli y el productor Dore Schary cambiaron el té británico por el apacible entorno de Nueva Inglaterra.

Esta noche buscamos el revolver de la señora Warren…

Zacarías Cotán, Salvador Limón y Raúl Gallego

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miércoles, 5 de abril de 2023

394 - El Hilo Invisible - Paul Thomas Anderson 2017

Tras finalizar sus interminables jornadas de trabajo, las costureras del Londres victoriano regresaban al descanso doméstico, y en el camino veían hilos invisibles en el aire, cosían paños, sedas y tafetán, y sus bordados seguían tejiéndose en el cielo. Ese hilo fantasma une al modisto de la alta costura Reynolds – Daniel Day Lewis en su retirada- a su madre fallecida. Un galán, un soltero empedernido que no sabe estar solo, vive entre brocados, sedas y encajes, con su hermana Cyril  -Lesley Manville- Ella conoce su rutina, sus desayunos silenciosos, sus manías, y su trauma. Reynolds se viste con parsimonia cada mañana, diferentes compañeras se han sentado a su mesa, han conocido su taller, hasta que el exigente diseñador conozca en un restaurante a Alma – Vicky Krieps-. Un niño mimado requiere cuidados, el cordón umbilical será reforzado por una mujer de pechos pequeños, perfectos para amoldar a sus creaciones textiles, ella será su Pigmalión, poseerá todo su ser, toda su esencia. Alma, de mirada somnolienta, se dejará tomar medidas en la primera noche, con la presencia de la hermana controladora, entre la ama de llaves de “Rebeca”, y el Grenouille de Süskind, la olisqueará, ávida de aromas y perfumes, la diferencia es que Cyril hará buenas migas con la invitada, y Alma, astuta y retadora, sabrá hechizar como la Laura de Preminger, terminará apoderándose del espíritu del modisto. A Reynolds le gusta que le cuiden en su estado febril, al médico lo manda a la mierda, ese médico interlocutor de las confidencias de la musa:

“Reynolds ha hecho realidad mis sueños, y a cambio yo le he dado lo que más desea. Todo mi ser”. 

Hitchcock , Max Öphuls. se cruzan en el cine de Thomas Anderson, su puesta en escena bebe de los clásicos. Las secuencias en esa escalera en que el diseñador espera a Alma o a la heredera mal parecida y chiflada, con la música casi siempre presente de Jonnny Grenwood, colaborador habitual del director (The Master, Pozos de ambición, Licorice Pizza), pianos y violines sonando al ritmo de las fugas de Bach.

El protagonista ve a la madre en todos los espejos, le dice a la chica en su primera cita que se quite el lápiz de labios.  La erótica entre ambos es un carrusel, una neurosis, el ansia de posesión, el pinchazo del alfiler espera el alivio posterior, la aguja enhebrada perfecta, Sentir de nuevo la regañina de mamá por no terminarse la cena, y después el arrullo tras el castigo, al final Reynolds se comerá los espárragos, y también la tortilla de setas.

Esta noche desvestimos a una cliente borracha en La gran Evasión…

Zacarías Cotán, Salvador Limón, Rosario Medina, David Velázquez y Raúl Gallego

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domingo, 19 de marzo de 2023

393 - Érase una vez en América - Sergio Leone 1984

 “Me resbalé”. Un resbalón del benjamín de la banda, un disparo letal, a partir de ahí llegará la venganza, y después la cárcel.  Todo puede estropearse en una fracción de segundo. La vida de Noodles -Robert De Niro-  se refleja contra el techo del fumadero de opio. Él se ríe, se acuerda de momentos mágicos como su querida bailarina danzando en la trastienda del bar, de sus andanzas con Max – James Woods´-, su amigo, o su rival. Otros instantes serán muy duros. Noodles lo va perdiendo todo, es el traidor traicionado. arruinado, no le queda nada, ni su chica, ni sus compinches, ni el maletín que guardaba en la estación, le pide al taquillero que le dé el billete para el próximo autobús que parta, adonde sea, un billete solo de ida para Buffalo. 

Leone realiza su último film antes de morir, un verdadero poema de nostalgia y pérdida sobre unos personajes y una época. Un grupo de golfos cruza la avenida con el puente de Manhattan al fondo, una estampa del antiguo Nueva York. Leone irá saltando entre tres etapas, los años 20, la ley seca, los 30, y el regreso de Noodles en los años 60, el pasado llama para saldar una cuenta.  Aclamada en su proyección en Cannes, sufrió amputaciones y destrozos por parte de la distribuidora en EEUU que desequilibraron el producto final para siempre. Se cortó la película y cambiaron su estructura de flashbacks y saltos en el tiempo para darle un orden cronológico lineal. La magia de la narración y la cohesión se perdieron. Incluso viendo el montaje del film exhibido en Cannes en 1984 uno percibe ciertas inconsistencias y falta de desarrollo en personajes con menos sustancia de la que deberían tener, como el sindicalista   -Treat Williams- o los mafiosos italianos Joe Pesci y Burt Young. Sus partes eran mucho más largas en la versión original de más de seis horas que Leone pretendía en un principio. 

Excepcional la ambientación del barrio judío, la factura técnica, la fotografía de Tonino Delli Colli, la emoción que Leone destila en cada toma, en cada mirada. Acompañamiento perfecto el de la música inmortal de Morricone, la flauta de pan que recuerda la infancia pobre de Noodles, todo lo vemos a través de sus andanzas. El chaval se esconde en el inodoro del bar para espiar a la hermana de su amigo, a Deborah – estupenda Jennifer Connelly, después será Elizabeth McGovern - , que danza, una amapola que sueña con ser actriz, huir de ese barrio de fango y humo. 

 Esta noche devoramos un pastel de nata en el descansillo de Peggy…

Zacarías Cotán, Salvador Limón y Raúl Gallego

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miércoles, 1 de marzo de 2023

392 - Entre Copas - Alexander Payne 2004

Antes de la inminente boda de uno de ellos, dos amigos realizan una ruta de placer por los valles vinícolas del Condado de Santa Bárbara, en California. Dos tipos antagónicos, uno fanfarrón, mujeriego, vitalista, el otro barrigón, inseguro, deprimido hasta las trancas por un divorcio reciente que no supera. Con el vino y sus diversas variedades de la zona como elemento catalizador, Alexander Payne narra con elegancia y gracia las vidas de dos tipos de mediana edad en crisis. Uno entendido y aficionado al Pinot, el otro más prosaico, menos versado en los taninos y los aromas de la uva, es capaz de tomarse un excelente caldo y mascar chicle al mismo tiempo. 
Lo más atractivo del film quizá sea la relación entre Maya, una estupenda Virginia Madsen, y el frustradoescritor– divertido Paul Giamatti - . La atracción creciente entre ambos en el porche de la casa, a medida que conversan sobre la uva Pinot y la Cabernet, hablan sobre sí mismos, él sobre su debilidad, sus ansias de grandeza, ella sobre la evolución de un vino, su declive, y su fino paladar. Hasta que en su soledad, tras tocar fondo, Miles se dé cuenta que debe dejar atrás los fantasmas que le atosigan, un mensaje en el contestador le haga coger el volante, tomar una decisión por fin,  volver a los viñedos y llamar con los nudillos a la puerta de Maya.  
Comedia con sesgo dramático, con un guion muy bien trazado por Payne y su colega Jim Taylor , sobre una novela de Rex Pickett. En la segunda mitad se toma la licencia de incluir momentos de desmadre a la americana, como la pelea casi hooligan en la partida de golf, o la peliaguda misión de recuperar la cartera de Jack mientras su última conquista fornica con su marido cornudo. 

Esta noche nos bebemos solos nuestra mejor botella de vino en una hamburguesería…

David Velázquez, Zacarias Cotán, Raúl Gallego y Rosario Medina

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domingo, 19 de febrero de 2023

391 - Alien, el Octavo Pasajero - Ridley Scott 1979

 El segundo film de Ridley Scott tras "Los Duelistas" constituye un punto y aparte en el cine de terror galáctico. Poco antes Spielberg traumatizaba a la gente con Tiburón, Tobe Hooper nos hacía tropezar en una casa de espanto entre huesos resecos y una sierra eléctrica, o la pesadilla de Schaffner en El planeta de los simios nos sobrecogía con aquellos primates a caballo. La amenaza en este caso es una criatura extraterrestre en estado latente, espera a los tripulantes del Nostromo en una lejana luna fuera del Sistema Solar. La frase que pusieron en los carteles avisaba,  en el espacio no se escuchan los gritos”, y sentimos ese vacío cósmico junto a la teniente Ripley, una Sigourney Weaver casi debutante que impregna de verdad el film y se enfrenta al xenomorfo, un ser reptiliano,  aparentemente indestructible, no tiene ojos, y de sus babosas fauces surge una boca asesina. 

La forma del Alien y de la inhóspita nave varada, el jinete galáctico. Exploran los astronautas sus estructuras procedentes de un averno ignoto. Los genitales femeninos y masculinos, penes erectos y vaginas se funden con los cables y la basura espacial, ideada por el atormentado artista Hanz R Giger. Su visión erótica de un mundo biomecánico y perverso inspiró a Carlo Rambaldi en la construcción del monstruo que quedará inmortalizado en las posteriores entregas de la saga. Poco después Rambaldi crearía otro icono de la cultura occidental, otro marciano llamado ET, este muy simpático, nada que ver con el maligno ser de la mandíbula retráctil.

Sigourney Weaver es la heroína, la bella frente a la bestia. La señal que despierta a los tripulantes hibernados no es una señal de auxilio, sino de advertencia. Están todos a merced de una confabulación, vendidos ante su compañía y Ash -Ian Holm-, el androide, el otro alien, oculta su identidad y nos sitúa al mismo nivel que los desdichados tripulantes de la Nostromo.

 Esta noche esperamos no nos siente mal la ensalada y nos salga del pecho un pene con dientes…

Zacarías Cotán, Raúl Gallego y Salvador Limón

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