Antes de cruzar el charco rumbo a Hollywood, Wim Wenders adaptó con brillantez el tercer libro de los que dedicó Patricia Highsmith a Tom Ripley. Este amigo americano tiene hechuras de cowboy, Dennis Hopper pasea su sombrero por un Hamburgo gris, portuario y frío. La otra cara de la moneda, Zimmerman – Bruno Ganz- sabe que tiene los días contados, el honrado hasta entonces dueño de una tienda de marcos atisba la oportunidad de dejar una importante cantidad de dinero a su familia, se trata de un encargo, es el juego de Ripley, un marchante de arte de ojos penetrantes. Aún habrá otro otro tipo llamado Minot – Gérard Blain-. Dos extraños de pronto en su apacible existencia. Zimmerman debe aprender a matar.
El vínculo cada vez más estrecho entre el ciudadano alemán y el forastero americano desconcierta a la esposa – Lisa Kreuzer-, un recelo comprensible ante las extrañas apariciones de un vaquero con Polaroid. El padre de familia rompe uno de sus marcos en un gesto furioso, está asustado, no es un asesino, sencillamente no sabe controlar el maremágnum en que se ha metido. El espectador va sintiendo esa misma inquietud e intenta atar cabos.
Zimmerman mira a los ojos a su víctima en el metro de París, un asesino a sueldo en su primer trabajo. Nicholas Ray, Sam Fuller, Jean Eustache, y otros cineastas irán haciendo acto de presencia a lo largo del film. Ray también estaba gravemente enfermo, pero de verdad, estremece con sus ademanes de galápago pintor, un muerto en vida confinado. Ripley hace creer al mundo que el pintor ya está muerto para que sus cuadros sean más valiosos.
Los acontecimientos se desglosan en un montaje hábil, la excelente forma de rodar de Wenders y su colaborador Robby Müller , los trávelins, los picados, los planos fluyen con dinamismo. La banda sonora de Jürgen Knieper recuerda el suspense del Bernard Herrman de Psicosis o Con la muerte en los talones en las escenas de los crímenes, perfectamente hiladas.
Esta noche nos dirigimos hacia la playa en una ambulancia…
Salvador Limón, David Velázquez. Raúl Gallego y Zacarías Cotán
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