Un film de Guy Ritchie diferente al resto de sus historias de maleantes y su humor negro y rocambolesco. Carece de la coña y la ironía de “The Gentlemen” o “Snatch, cerdos y diamantes”. Aquí hay poca broma, acción y tiros sí, los comandos profesionales , el héroe vengativo, el castigador sin piedad dispara a sus víctimas, camina como un replicante sin ansias de seguir viviendo. En el cartel de la película, Jason Statham mira al suelo, con un impecable traje y los nudillos llenos de sangre. Acostumbrado a pegar ostias como panes, sabe disparar sin mirar a los ojos.
El acabado del film es pulcro, las localizaciones aéreas, las grúas, las tomas de los rascacielos, los planos cenitales de los polígonos industriales, sazonado de un nihilismo descorazonado y una violencia que se cierne sobre todos y cada uno de los personajes.
Ritchie y sus colaboradores introducen al espectador en la empresa de transporte de dinero, sigue los pasos de este calvo de espaldas de costalero, y juega con los estereotipos: uniformados con cascos amenazantes, parecen salidos del “Heat” de Michael Mann, trabajadoras de pelo corto que saben utilizar el lenguaje masculino con soltura, por cierto, el protagonista se equivocará y pensará que ella es la infiltrada.
Ritchie narra con ritmo la pesadilla de este hombre que ha perdido lo que más quiere por su culpa, como suele ocurrir en sus films, la trama no es lineal. El asalto inicial al furgón blindado es rodado desde diferentes perspectivas, Statham, Rashomon frío y directo al grano, como no, hay guiños a Tarantino, el final recuerda a Kill Bill. También están ahí los métodos de Harry el sucio, el villano en este film es Scott Eastwood, el hijo de Clint, el más pirado de la banda de militares retirados que echan de menos las montañas de Afganistán y se han pasado al lado oscuro.
Este castigador no se deja atenazar por nada ni por nadie, ha perdido su alma tras comprar dos hamburguesas, se ha ido con el último estertor de un chaval asesinado a sangre fría. En la retribución de H no hay catarsis. Es el baile final del Black Friday más mortífero.
Esta noche disparamos al hígado, a los pulmones, al bazo y al corazón…
Raúl Gallego, Salvador Limón, José Miguel Moreno y Zacarías Cotán
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