La Gran Evasión

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sábado, 8 de enero de 2022

351 - Oro en Barras - Charles Crichton 1951

Esta película vale su peso en lingotes de oro, uno de los tesoros más preciados de los británicos Estudios Ealing, donde en los años de posguerra tendrán lugar films de una elegancia, espontaneidad y ritmo difíciles de igualar. 
Parodia de títulos anteriores en torno a la preparación de un atraco y sus consecuencias, como La jungla de asfalto, dirigida por John Huston al otro lado del charco el año antes. Charles Crichton se toma su tiempo en mostrar la fundición del oro primero y el plomo después sobre los moldes de los pisapapeles, en encadenar secuencias inolvidables con un montaje perfecto, las pesquisas de unos policías tan caóticos como los de Keystone de Chaplin. Esos toques cómicos de slapstick, de tebeo, e incluso de dibujos animados, momentos tan de otra dimensión como el vuelo del sombrero y gabardina en el loco descenso de la Torre Eiffel, en pos de las niñas inglesas que se llevan de recuerdo algunas de sus doradas torres, o el desternillante Alec Guinness amordazado, dando saltitos para zambullirse en el sucio Támesis. 
Los dos socios parecen reírse del mundo durante un instante, disfrutan de una ilusión que produce vértigo. Es fácil empatizar con estos hombres solos, que viven en pensiones y leen novelas policiacas en voz alta a señoras octogenarias.  La banda de la calle Lavender Hill nos cae bien, no queremos que les detengan, y quizá el inesperado giro final en el país sudamericano nos deja con una agridulce sensación, a pesar del ingenio de ese redondo guion escrito por T.E,B Clarke, ganador del Oscar. 
Excelentes caracterizaciones de Alec Guinness y Stanley Holloway. Holland, gris y apacible trabajador, escolta durante años el traslado de los lingotes de oro desde la refinería al banco. Su sueño es ser millonario, encontrar el método perfecto, se le encenderá la bombilla cuando encuentre en su camino a Pendlebury, un artista que no ha llegado a triunfar como merecía. La peor frase es “Lo que pudo haber sido y no fue”. 
La gota del metal fundido caerá de nuevo en el zapato de Holland, es una señal, sus ojos eufóricos lo dicen todo, ha encontrado el modo de hacerse rico. Ya solo faltan otros dos “profesionales” para completar la banda de Lavender Hill, nada puede salir mal, a no ser que surja algún imprevisto…

R G 

Esta noche intentamos pasar oro de contrabando a través del Canal de las Mancha…

Salvador Limón, Gervi Navío, Rosario Medina, Zacarías Cotán y Raúl Gallego 

 

 



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