El amor ha sido, es y será, el motor del mundo, pero ¿cómo se manifestará en un mundo tecnológico?. Ésta es la premisa de la que parte el Director de la Película Spike Jonze, que nos coloca como observadores de la vida de Theodore Twombly ( Joaquin Phoenix ) , que trabaja en una empresa que se dedica a escribir cartas por encargo,( de amor, felicitaciones, para amigos etcétera) mientras él se encuentra devastado, por el divorcio de su esposa (Rooney Mara) y amiga desde la niñez, a la que nunca le ha podido expresar sus sentimientos como hubiera querido. Unos de los días tras salir del trabajo, deambulando sin sentido por
la ciudad, ve un anuncio del primer sistema operativo de inteligencia artificial, OS1 que promete que "te escucha, te entiende y te conoce". Una vez instalado, y después de pocas preguntas insignificantes, el sistema cobra vida y adopta el nombre de Samantha (Scarlett Johansson). A partir de ese momento, se convierte en su compañera inseparable, la que mejor le conoce, tanto que es capaz de conseguirle una cita a ciegas (Olivia Wilde), editarle un libro de sus mejores cartas y, a través de la cámara de su teléfono, explora y comparte el mundo con Theodore, que termina enamorándose de ella tras perder sus prejuicios por tratarse de un sistema operativo, sin presencia corpórea, practicando sexo virtual, e incluso material con la ayuda de una mujer que se presta a dar vida a Samantha, siguiendo todas sus instrucciones.
Es una película muy interesante, que gira en torno a unos pocos personajes, en la que Joaquin Phoenix aguanta continuamente primeros planos, y en el que el futuro que presenta el Director muestra una tecnología intrusiva pero sutil. Su presencia se manifiesta con predominio del oído y la voz, no existen los teclados ni los cables, lo que permite la libertad de movimientos de los seres humanos. Por su parte, Scarlett Johansson, es capaz de seducir y de llenar la historia con solo su voz, por lo que se recomienda verla en versión original. Junto a ellos se encuentra la pareja amiga de Theodore, formada por una compañera de trabajo (Amy Adams), y su esposo, quien también se separa, al considerar que la relación agotada, y termina prefiriendo la convivencia con el sistema operativo de su ex-esposo. En el proceso de duelo del divorcio, Theodore va recordando continuamente su vida con su ex-esposa (Rony Maara), a modo de flashback, y finalmente y gracias a la experiencia vivida con Samantha consigue poner punto y final, firmando los papeles de divorcio y escribiéndole por primera vez una carta.
La banda sonora a cargo de Arcade Fire, consigue recrear los estados emocionales del protagonista logrando la empatía del espectador. Del mismo modo la elección de la ciudad (con imágenes de los Angeles y Shangai) y el apartamento del protagonista, un ático cuya ubicación real es el último piso de la Torre WaterMarke, un edificio de lujo de 35 pisos situado en el corazón del centro de Los Ángeles en 705 West 9th Street, diáfano y de cristal, supone el perfecto escenario para reflejar el aislamiento del protagonista en una sociedad individualista.
Utopía, distopía o realidad, ese es el dilema que tendrán que decidir los espectadores. La película se rodó en 2013, pero acaso, en la actualidad, no se conoce la gente por internet, practica sexo virtual, y se relaciona mediante plataformas, y es que tal y como dijo Spike Jonze, con motivo del estreno de su película: “la tecnología es la manera actual de evitar la intimidad”. En definitiva, una gran película con un merecidísimo oscar al mejor guion original.
Rosario Medina
Bienvenidos a una nueva entrega de la Gran Evasión, esta desangelada noche de Diciembre nos adentramos en las derivas tecnológicas del amor y la soledad; en las derrotas especulares de un futuro posible, tan próximo, tan cercano, que ya lo estamos viviendo: Una cita con el nuevo sistema operativo, Her, de Spike Jonze, estrenada en 2013.
Her es un obra que te remueve, bizarra y emotiva; el mejor trabajo hasta la fecha de Jonze, que escribe y dirige este ensayo sobre la sociedad moderna y sus relaciones; tanto entre los torpes y atareados humanoides entre si, como nuestra dependencia e interacción con la tecnología, con la inteligencia artificial. Joaquin Phoenix encarna a Theodore, un hombre atrapado en un proceso de separación, incapaz de seguir adelante; atentos a su profesión: Escribir cartas, confeccionar epístolas intimas y personales, por encargo, para una sociedad que ya no tiene tiempo para eso. Otra venenosa metáfora más de cómo la vorágine diaria nos aliena de la realidad.
A Phoenix lo secundan un grupo de jóvenes imponentes: Amy Adams, Chris Prat, Oliva Wilde; toda una generación que anda algo confusa entre el mundo real y el virtual, pero sin duda, el complemento perfecto es la omnipresente y desgarrada voz de Scarlett Johansson, Samantha. Simplemente con la modulación e inflexiones de su voz, en una interpretación soberbia, asistimos al mágico nacimiento del amor. Una relación entre un ente artificial y un hombre solitario. Samantha va adquiriendo conciencia, emociones y sentimientos, conforme va conociendo e interactuando con Theodore, hasta confeccionar su propio yo; una personalidad de la que enamorarse, perdidamente.
Recorrer esa singladura junto a Theo es la película, un proceso tan hermoso como cruel.
Her, mas allá de alegorías, visiones futuristas y metáforas, funciona y conecta con los espectadores, simplemente, porque es una gran historia de amor; ingeniosa y terriblemente romántica, tan lucida como dolorosa.
Esta noche, Zacarías Cotán, Salvador Limón, Raúl Gallego, Gervi Navío y Rosario Medina, con los dispositivos móviles convenientemente cargados, y con la ultima versión disponible de sus sistemas operativos, asistimos a una verdad indefectible:
La verdadera pandemia que arrasa este podrido mundo nuestro es la Soledad.
Gervasio Navío Flores
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