En Messidor, Tanner cuenta las vivencias de dos muchachas que se encuentran en un cruce de carreteras, deciden hacer juntas autostop y verlas venir. Al principio se toman su escapada como una travesura, como un juego. Después la cosa adquirirá otro cariz.
El descreimiento tras el mayo del 68 está presente en todo el cine del suizo Alain Tanner. Gente desarraigada, aburrida, soñadores en tránsito como la esquiva joven de La salamandra, el marinero errante de En la ciudad blanca, o estas jóvenes que se mueven a través de espacios vacíos, o eso dice la impulsiva Jeanne en sus diálogos con su compañera Marie. No está tan vacío ese espacio, está limitado por fronteras, en la Suiza rodeada de montañas y de países, con diferentes lenguas según donde estén, Tanner parece gritar al viento de los Alpes un pregunta con respuesta conocida..."¿Es posible sobrevivir sin dinero en el mundo actual?" La sociedad manda, vagabundear puede ser emocionante al principio . Entonces la explosión infernal de un aeroplano rompe el silencio místico de los Alpes, o unos desalmados deciden llevarlas a un bosque para abusar de ellas. Crecerá un vínculo de amistad y defensa entre las dos , pernoctando entre vacas o en coches abandonados, robando la pistola a un militar que las recoge en sus viajes. Ya hace tiempo han cruzado la línea entre lo correcto y lo ilícito. Experimentan la libertad como nunca antes, libres de ataduras y ajenas a su entorno, una libertad ficticia porque seguirán atenazadas por el hambre, el frío. Comer para subsistir , pedir limosna y dar importancia a lo más elemental. La música de Arie Dzierlatka encaja con la atmósfera pesimista y la sensaciones agorafóbicas, banales, o plácidas según el instante , de dos espíritus rebeldes que se resisten a vivir como el resto.
RG
Esta noche viajamos con la musa de la Historia y la Musa de la Comedia en La gran Evasión...
Salvador Limón, Raúl Gallego y Zacarías Cotán
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