Todos arrastramos una deuda que hay que saldar , la obligación de cada uno, la cruz que cargar hasta el final. Así le explica Tanaka Ken al imberbe acompañante de Keller en su vuelta al país del sol naciente.
Un amor frustrado, la llama aún ilumina los contornos del restaurante que va a cerrar, las miradas y los silencios en ese local que Keller le dejó a Eiko como regalo de Sayonara, de despedida. Y de golpe los recuerdos de un amor truncado, Keller resopla al salir a la calle, su corazón acostumbrado a mil batallas necesita una pausa,, está ya cansado y ella sigue tan bella y misteriosa como cuando la dejó. El secreto de Eiko, tan bien guardado hasta que Keller llegue a comprender que hay detrás de tanto lastre. Será entonces cuando todo dé un vuelco, parece que las penas de uno son las peores hasta que se cae en la cuenta de que un japonés de ademán recio y mirada oblicua ha perdido todo.
No esperar nada, la derrota es doble, la personal y la de tu propio país en la guerra.
El vigor, el dinamimo, y la potencia de las escenas de accion compensan la pausa y el intimismo de la relación entre Eiko y Kilmer. Imponente el lacónico Robert Mitchum, en su línea, y el toque estoico de Ken Takamura, célebre en Japón por sus películas del género Yakuza, y Keiko Kishi.
Sidney Pollack filmó una de sus obras más peculiares y preferida para muchos. Paul Schrader, el guionista de Taxi Driver y Toro Salvaje revisó y dio forma a la historia original de su hermano Leonard. y Robert Towne, colaborador de Pollack, moldeó el libreto al gusto del director de Danzad, danzad malditos y Las aventuras de Jeremiah Johnson. Aún así, la violencia permanece, las luchas entre los dos antagonistas con los gangster de la Yakuza, los movimientos coreografiados y hasta una amputación con la catana sagrada del japonés. Tanaka Ken es un hombre de otra época, así lo describe su hermano. El maestro de Kendo alecciona a su alumno ante la mirada de Kilmer, le responde que no piense en ganar ni en perder, no debe esperar nada. Solo al final el americano podrá entender lo que encierra esa máxima. La reconciliación de dos tipos unidos por el destino, la paz entre dos hombres de otro tiempo que se odiaron mutuamente . Tanaka ya no es un Yakuza, lleva años sin coger la espada, el dragón silente en su espalda volverá a confundirse con la sangre derramada. Kelmer se retiró hace mucho, quería vivir tranquilo al fin, recordar somnoliento la piel blanca y el misterio de aquella mujer qué dejó en Japón.
Raúl Gallego
Esta noche intentamos comprender el ideograma escrito en la piedra...
Salvador Limón, Raúl Gallego y Zacarías Cotán
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