La Gran Evasión

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sábado, 11 de septiembre de 2021

337 - La Máscara del Demonio - Mario Bava 1960

En un bosque de Moldavia un clan de encapuchados ilumina la noche con antorchas, la mujer poseída por el diablo debe ser quemada en la pira, antes la marcarán con la S de Satanás, y la máscara del demonio, el instrumento del medievo atravesará el bello rostro de la princesa en su sepultura. Los inquisidores liderados por el hermano acusan de brujería a la mujer y su amante, el otro desdichado. El último grito les avisa, clama venganza contra su estirpe, sobre la sangre de sus descendientes. Esta apertura alucinante del hito del cine de horror dejaría ateridos en sus butacas a los que pagaron  la entrada a principios de los sesenta, nada más apagar las luces del cine serán atrapados por los ojos penetrantes, inmensos de Bárbara Steele, y los aullidos de las criaturas yacentes. 

Una joya de una sutileza y un buen hacer que atesoraba el maestro Mario Bava, en esta libre adaptación del relato de Nikolai Gogol “Viy".   La puesta en escena extraordinaria, la arquitectura de los planos, los parajes nocturnos, la ambientación de decorados en estudio, el bosque o el cementerio iluminados con un blanco y negro extraordinario engrandecen el producto final.

El médico abducido - Andrea Checchi- por la bruja, contiene un gesto de rechazo ante la cruz que le muestran los atribulados moradores del castillo. Aún ya convertido, mantiene un punto de cordura par avisar a su joven discípulo, enamorado de la descendiente, de que huya del lugar maldito. Es la ambigüedad, el romanticismo del maestro Bava, enfrentando la muerte con el amor,  la sangre con la belleza y el erotismo de Barbara Steele.

El padre de la princesa Katia cree tener alucinaciones, enfermo de melancolía y de miedo, la infusión tranquilizante aterra su alma, desde el fondo de la taza le mira el espectro. Los lacayos de Satán recorren pasadizos, les transportan en el tiempo y el espacio, no se rigen por reglas terrenales. Su punto de entrada desde la cripta al hogar de los vivos es la chimenea, el umbral sagrado, símbolo familiar donde la leña crepita y el fuego arde. 

Esta noche llevamos todos una ristra de ajos para no confundirnos de princesa...

Salvador Limón, Raúl Gallego y Zacarías Cotán

 

 





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