Una camisa tropical, una cicatriz, la mirada desafiante dice que no tiene miedo, ya ha estado en el infierno. Tony Montana acaba de pisar tierras yankies, atrás deja la Cuba de Fidel. El barbudo mandatario inicia el film, en un discurso abre las puertas de la isla a los que quieran salir, es el éxodo de Mariel.
Inspirado en el Scarface de Howard Hawks, protagonizado por Paul Muni. El guionista de El precio del poder, Oliver Stone difuminó la neblina de la ciudad de Chicago en las palmeras y el sol de Miami. La ley seca y el contrabando dan paso al narcotráfico, a plantaciones de coca en Bolivia y guerras de poder entre bandas. El equipo de De Palma no pudo rodar los exteriores en Miami. Los exiliados son mostrados como maleantes, sanguinarios sin escrúpulos. Fueron amenazados con parar la película, así que la productora, Universal, decidió rodar la mayor parte en Hollywood, finalizando algunas secuencias en Florida.
La banda sonora de Giorgio Moroder encaja con los excesos y la vida loca de Montana, la música disco del Club Babylon, la ropa hortera, la decoración cutre a golpe de royalties de los nuevos ricos.
Tony Montana lo quiere todo, se ha propuesto conquistar el mundo. Todo lo que tiene son sus cojones y su palabra. La voluntad de un tipo impetuoso, con la cabeza alta, rápido de gatillo y las ideas claras. Tampoco su hermana podrá escapar a su megalomanía, ella también es de su propiedad. Sabe calar perfectamente a tipos como Frank López, (Robert Loggia en su mejor trabajo), sabe que es un cobarde, y esa tigresa con gesto amargado que ve bajar en el ascensor será suya. Elvira -Michelle Pfeiffer en una de sus primeras apariciones-, indolente y adicta a la mercancía de la que vive.
Y eso que Frank avisa con bastante razón al gángster de la cara cortada, al principio su audacia rayana en la locura le hacía reir, pero últimamente mira demasiado a su mujer.
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“Los únicos que aguantan en este negocio son los tipos que vuelan recto. Pero los que lo quieren todo, chicas, champán, fama... no duran nada."
El montaje no da respiro. Todo es narrado desde el punto de vista del desaforado gángster. Marcado para siempre por su cicatriz, por su pasado, igual que Carlito Brigante en los 90. Imponente Al Pacino, domina y controla todo. Con su mando a distancia, en un increíble plano cenital en su desmesurada bañera, tan desfasada como las montañas de coca de su despacho.
Brian De Palma mantiene la tensión con maestría, mueve la cámara al servicio de la historia, sin estridencias. Utiliza magistralmente la grua en la conocida secuencia de la matanza en el piso de los colombianos, el terror tras las paredes del apartamento, abajo esperan los socios de Montana. La cámara baja desde la ventana al coche donde Manny Ribera -Steven Bauer- flirtea con una chica, vuelve a subir, suena la motosierra y la sangre salpica el rostro de Montana y las cortinas del baño.
Raúl Gallego
Esta noche nos relajamos en nuestra lujosa bañera y vemos pelícanos en la televisión...
Salvador Limón, Zacarías Cotán y Raúl Gallego
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