Este thriller con toque de drama sobre un adicto a las drogas recién salido del penal -un entregado Frank Sinatra-, resultó una provocación en la década de los 50. Frankie Machine vuelve en el bus de línea a su viejo barrio de Chicago, mira a través de la ventana el bar de siempre, con los parroquianos conocidos, entre ellos el camello que le suministraba la droga y le espera, su exjefe Schwiefka le recuerda todos los días que es le el mejor croupier de los contornos y debe volver a repartir los naipes en las partidas nocturnas que organiza en su local. Y en casa le espera su desequilibrada novia, Zosh -Eleanor Parker-, manipuladora, se encarga de recordarle que está impedida por un accidente de tráfico que él provocó por conducir bebido. Ante ese panorama, Frankie lo tiene difícil para reconducir su vida, él quiere triunfar tocando la batería en una banda de jazz, el tiempo a la sombra le ha servido para demostrar que tiene el brazo de oro, sabe utilizar las baquetas con compás y está dispuesto a demostrarlo en su primera audición. Así se lo cuenta a su amigo Sparrow -Arnold Stang-, tan fiel como los perros con que trapichea, y a Molly – una joven Kim Novak-, un romance anterior del que Frankie sigue enamorado.
A pesar de no ser aprobada por el consejo censor, por la problemática de las drogas, el austriaco Preminger siguió adelante con este proyecto basado en la novela de Nelson Algren. El tono general del film pierde verosimilitud en algunos momentos en parte por los decorados utilizados, casi todas las secuencias están rodadas en estudio. Aún así, el genio del director se hace notar en sus habituales planos largos y medios, con hábiles desplazamientos. A recordar momentos como la salida del casino de Molly y su contoneo egregio hasta llegar a su apartamento, la cámara hace un escorzo hacia atrás y nos presenta a Frankie ensayando en la batería, quien no recibiría a Kim Novak con un redoble de platillos.
La superación individual de un tipo con pocas posibilidades, el giro de guion final no aparecía en la novela original de Algren, Preminger quiso aportar algo de luz tras tanto fracaso y desesperación. En una escena final sorprendente la neurótica Zosh se aferrará a su grotesco silbato por última vez.
Raúl Gallego
Esta noche nos refugiamos en la partitura de Elmer Bernstein para olvidar los vicios de la calle…
Zacarías Cotán, Rosario Medina, David Velázquez y Raúl Gallego
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