La Gran Evasión

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domingo, 6 de marzo de 2022

359 - Intemperie - Benito Zambrano 2019

Western andaluz , ambientado en el depauperado sur de España tras la guerra civil.  La deshumanización y la miseria de un tiempo y un lugar. Benito Zambrano expone a sus personajes principales a la intemperie a fuego lento, el del sol granadino. El aire viciado y el calor no dejan pensar. El erial es una cárcel, en las cuevas donde malviven las familias de los segadores el bochorno parece más llevadero, aunque no haya ventilación ni esperanzas.

Los hermanos Daniel y Pablo Remón, junto con el mismo Benito Zambrano supieron trasladar la literatura de Jesús Carrasco al medio cinematográfico.   Las palabras de la novela en los gestos de un niño y un pastor nómada, en los riscos, los pedregales, la tierra cuarteada, la sequía. Un niño y un cabrero se encuentran por azar en un secarral de esparto. El crío huye de un capataz -Luis Callejo- de porte déspota y mirada huídiza, el actor Jaime López transmite el dolor profundo de ese zagal, no solo en los cardenales que enseña a la hermanita antes de partir, aún hay algo más. El capataz violento, con su obsesión por  traer de vuelta al niño, guarda un secreto.  

Un film parco en diálogos, con muy pocos momentos de respiro, y un estupendo Luis Tosar, el Moro, cabrero trashumante y hombre de paz.  La garganta se seca aún más si aparecen dos secuaces sin escrúpulos, llenos de polvo y odio, el Triana y el Viejo, un niño escondido en un pozo, y un pastor apaleado en una secuencia dura, injusta, terrible como la historia que se nos cuenta. 

Esta noche caminamos bajo un sol impenitente y el sonido de la chicharra...

RG

Rosario Medina, Raúl Gallego y Zacarías Cotán



















La huida de un niño (Jaime López) de un cortijo de la Andalucía Oriental desértica, en la posguerra civil, perseguido por el capataz, un cacique sin escrúpulos ni moral, (Luis Callejo) que persigue al niño con la excusa de que le ha robado el reloj. En la huida, el niño se adentra en un desierto desolador, peligroso, inhóspito, pero nada comparable al infierno del que huye, de cuya causa no conocemos hasta más de la mitad de la película, encontrará a un cabrero (Luis Tosar), al que el niño une su destino.

Como en las películas de Sergio Leone. los protagonistas no tienen nombre, son el niño, el moro y el capataz, y el desierto adquiere un protagonismo fundamental, porque en este caso, la naturaleza no suma, al contrario, se presenta desoladora, salvaje, pone difícil la supervivencia y nos ayuda a comprender cuanto sufrimiento quiere dejar atrás ese niño para adentrarse en ese espacio, en el que no hay nada entre la tierra baldía y el cielo. Y ese vacío, cobra una enorme fuerza visual con el uso de grandes planos generales, para que se sienta la insignificancia del hombre, hasta que aparece un cabrero (Luis Tosar), al que llaman el Moro. Le han llamado la película del Oeste del Sur de España con la posguerra civil de telón de fondo, porque la acción se desarrolla en el desierto, en el que solo existe personajes masculinos, con poco diálogo, con el capataz abusador, que persigue con su banda a un niño con el pretexto del robo de un reloj, y que en realidad esconde un secreto que el capataz quiere ocultar.
El capataz, y su banda, execrable herencia  de la guerra civil, que dejaron a  caciques explotadores que  esclavizaban a los más desfavorecidos, a cambio de dormir en una cueva, y  por el mínimo alimento para  que se pudieran sostener para aguantar las duras jornadas, por las que no tenían miramiento de poner a trabajar a niñas y niños, si no era suficiente la de los hombres.
Esta película durísima logra que el espectador se conmueva gracias a la enorme figura del cabrero, un hombre digno, coherente, valiente, generoso, interpretado por un inmenso Luis Tosar, que junto a una jovencísima promesa del cine, Jaime López, “el niño”, ( un niño jerezano, que ya ha hecho tres películas a pesar de su corta edad), dotan de autenticidad una historia de injusticia y crueldad, que redime al ser humano, gracias al cabrero, que, sin  conocer las razones del niño,  pero que puede adivinar, por la trágica aventura que emprende, decide  ayudarle hasta el final. Así, en esta película, de sequía, violencia, la posguerra civil con sus estragos de falta de recursos, por los personajillos que como alimañas se crecen en la desgracia para aplastar a los más desfavorecidos, con una naturaleza inclemente, al final es capaz de reconciliarnos con lo mejor del ser humano, encarnado por el cabrero.
Intemperie supuso el regreso de Benito Zambrano a la gran pantalla tras 8 años desde  La voz dormida, con la adaptación del libro de Jesús Carrasco del mismo título, por los hermanos Pablo y Daniel Remón, y que mereció el Goya a la Película por mejor guion adaptado de 2020, junto con el Goya a la mejor canción de Javier Rubial, cantada por Silvia Pérez Cruz, que pone el broche de oro a la película. En realidad, la historia contada en esta película es una historia universal y atemporal, que ha existido y existe en cualquier parte del mundo, con abusadores y oprimidos, que permite la reflexión de todos aquellos que diariamente se enfrentan a retos inimaginables para huir de un infierno en busca de un futuro incierto, en el que faltan más cabreros.

Rosario Medina.




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