Renton, Spud, Sick Boy, Allison, Begbie, Tommy...
La desidia y la falta de valores de unos colegas que no quieren hipotecas, lavadoras o anillos de compromiso, para que van a elegir la vida y el mundo que se les ofrece si ya tienen heroína. No future, no hay futuro, ya lo escupieron los Sex Pistols unos años antes.
Estupendo retrato de una generación de adictos a las drogas y al alcohol. Danny Boyle parece no condenar las costumbres de estos jóvenes escoceses de un barrio a las afueras de Edimburgo. Reunidos en el mugroso apartamento de la madre superiora (el camello Peter Mullan) y pinchándose agusto con las elucubraciones de Sick Boy de fondo sobre James Bond y Sean Connery, y el bebé de Allison gateando entre la podredumbre mientras se chutan. Y es que esta gente, más allá de los paraísos artificiales, el fútbol o Iggy Pop, no tienen muchas otras inquietudes. Y sin embargo, Renton decide dejarlo, la jovencita que se liga en el club, o mejor dicho, la que le escoge desde un taxi, le aconseja, no puede seguir así, debe huir de allí ,buscarse la vida en la City, prosperar. El premiado guion de John Hodge condensa con acierto la novela de Irvine Welsh, el humor ácido y las peripecias de unos chavales que prefieren drogarse juntos, atiborrarse de cerveza a afrontar un panorama sin esperanza. Elige entre el peor retrete de Escocia o zambullirte en en un oceano de aguas transparentes, ahogarse con anestesia no está tan mal.
La mejor obra de Boyle hasta el momento, ni la oscarizada Slumdog Millionaire, la exótica Playa de Di Caprio, ni los zombies de 128 días después han podido alcanzar el nivel de esta cínica Trainpotting.
Boyle y el guionista Hodson presentan a estos descerebrados con un montaje dinámico. El narrador Renton, Spud, el más colgado, Sick Boy y su filosofía barata, Begbie -espléndido Robert Carlyle, un borracho psicópata, y Tommy, el más sano hasta que le deja la novia y decide pasarse al mundo yonquie. Intercalan las vivencias urbanas de chanchullos, hurtos y peleas con las difusas y surreales experiencias de Renton y compañía bajo les efectos de las drogas. La fotografía de Brian Tufano traslada esas sensaciones, saltos de plano, posiciones de cámara bien elegidas, y el
frecuente empleo del gran angular, acompañados de la música de Iggy Pop, Lou Reed o The New Order, completan este magnífico exponente del cine británico de los noventa.
Raul Gallego
Esta noche intentamos encontrar sentido a una excursion a la montaña...Zacarías Cotán, Salvador Limón y Raúl Gallego
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