La Gran Evasión

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viernes, 4 de diciembre de 2020

300 - Driver - Walter Hill 1978

El profesional conoce bien su cometido, sabe como manejar un automóvil, posee la prestancia, la templanza, el cálculo, y no le gustan las armas de fuego. Walter Hill se sirvió de un clásico del Polar, El silencio de un hombre de Melville, para definir los rasgos principales del personaje interpretado por Ryan O´Neal. Los ambientes turbios, la desesperanza de unos personajes desalmados, el enfoque minimalista y las tétricas localizaciones también recuerdan la magnífica obra de Melville. Walter Hill, que ya había dirigido El luchador -Hard times- con Charles Bronson encabezando el reparto, y escrito varios guiones como el de La huida de Peckinpah, otorga peso en el relato al perseguidor del conductor, un policía fanfarrón y antipático, obsesionado con atrapar a su presa con las manos en la masa, un Bruce Dern en estado de gracia.

Hill aporta su precisión narrativa, su capacidad de síntesis, una serie de elipsis que dan ritmo al film, y su experiencia en el rodaje de escenas de acción. Dos persecuciones antológicas por las calles nocturnas, con sabor al buen cine de los setenta. Los coches tienen personalidad propia, derrapes, sirenas de policía, las chispas saltan del asfalto. Hill y su director de fotografía Philip H. Lathrop  colocan la cámara en el interior de los vehículos, nos hace sentir la adrenalina y el peligro.

En este thriller despojado de artificios y caricias,  nada le sale bien a nadie. Todos desconfían,  incluso la pareja de agentes de la ley discuten sin parar, nunca se ponen de acuerdo, los compañeros saben que su jefe se pasa de la raya.  Los dos personajes femeninos son también  arquetipos. Una misteriosa y fría jugadora -Isabelle Adjani-,  servirá de coartada al perseguido en una rueda de detenidos, de nuevo el Samurai de Melville, y la confidente, una sugerente Ronee Blakley. 

La cinefilia de Walter Hill se expresa también en las influencias de Robert Bresson, La austera arquitectura de las localizaciones, moteles baratos, almacenes destartalados, garitos, donde lo físico y los actos de violencia parecen rodeados de un halo metafísico, de una quietud fatal, un destino sellado, letal, como el impacto de una bala silenciada con una almohada en mitad de la noche. 

Raúl Gallego

Esta noche contemplamos atónitos la exhibición de un tipo destrozando la carrocería de un Mercedes...

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