La Gran Evasión

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domingo, 28 de octubre de 2018

200 - El Rey del Juego - Jewison 1965

Un número redondo para una partida redonda, en 1965, Norman Jewison se hizo cargo del proyecto The Cincinnati Kid, tras el despido fulminante de Sam Peckinpah, El Rey del juego es mucho más que una partida de Poker descubierto, es un tratado sobre el Éxito y el Fracaso, un gran retrato de esa batalla, de esa línea tan delgada que separa esos dos mundos, como siempre, veremos que una cosa es sufrir una derrota y otra fracasar, ahí aparece el honor en letras mayusculas, la amistad, el odio y sobre todo el…. Amor…que, quizás te espere en la esquina, aun después de una traición…
 A través de un enfrentamiento inevitable entre un veterano y un joven aspirante, entre lo nuevo y lo viejo, el intento por destronar al rey, una lucha tan antigua como el mundo, a través de esa batalla, recorremos la fauna de los Estados Unidos en plena depresión, con el Jazz y el Poker como el lubricante que mueve el mecanismo, un juego de resistencia, física y sobre todo mental, en el que el objetivo es despojar a tu adversario de toda sus fichas, de todo su dinero, de toda su confianza, de toda su moral. Una reflexiva historia de Richard Jessup, con un elenco de actores simplemente extraordinario. Por esta partida maratoniana pasan unos secundarios de lujo, Karl Malden, Genio, Lady Fingers, Lady Manitas una Joan Blondell magnifica, Ann Margret, esa Melba libidinosa e irresistible, la dulce y cándida Christian, Tuesday Weld, Rip Torn, Slade… Pero sobre todo el Rey del Juego es Edward Goldenberg Robinson, un actor formidable, una presencia imponente, capaz de dominar la escena con un simple gesto, una figura frágil, casi abatido y superado por el tiempo, y a la vez elegante, seguro, inteligente, invencible…su duelo con otro monstruo de la pantalla, con Steve McQueen, es la película, dos generaciones, dos formas de interpretar, que se fusionan con sus personajes, el novato arrogante que quiere desbancar al veterano, el cachorro prepotente que quiere expulsar del trono al viejo león, una obra exquisita, que decanta toda una época, la depresión y como salir adelante en plena crisis, una apuesta a una sola carta. Toda la película se presenta como un gran combate de boxeo, administrando el enfrentamiento final, con la insoportable espera de cada púgil hasta ese duelo final, Jewison juega con esa espera, marca el tempo y se toma su pausa, para mostrarnos los motivaciones y el interior de cada personaje, tanto de los dos protagonistas, como de toda esa pléyade de secundarios, todos son definidos con maestría, vemos las miserias y las ambiciones de cada personaje. La filmación de la partida está magníficamente realizada, no te pierdes en ningún momento aunque no sepas las reglas del juego, controlando la tensión y la intriga, perfecto Norman Jewison y el montaje. Acompañada por una grandísima banda sonora de Lalo Schifrin, la melodía define el ambiente y las situaciones, retratando a la ciudad del Jazz, con un estupendo homenaje a la generación anterior, a los viejos precursores, aparece Cab Calloway interpretando al Cisne, también escuchamos a la gran Sweet Emma Barret tocando una pieza de blues. Queda perfectamente retratada la Nueva Orleans de los años 30, una ciudad deprimida, sucia, desalentadora, con los negros honrando a la muerte celebrando la vida, cantando y bailando de camino al sepulcro, el director nos lleva por los recovecos de la ciudad, esas timbas ilegales, las peleas de gallos, las mansiones de los ricos, los burdeles, siempre bajo la presencia del dinero, montones de sucios y arrugados billetes, una oportunidad de Fama y Fortuna para salir del fango, un niño negro, un limpiabotas que vive en las calles, es la prueba.
El Rey del Juego es una película de miradas, las de Steve McQueen y Edward G. Robinson, las que se dedican Lancey y Kid, memorables, los padres de Christian cuando los visita el chico de la gran ciudad, también lo dicen todo con esos ojos inocentes. Las miradas de Kid al Genio cuando se da cuenta de que lo está ayudando en al partida, la fiereza y el rencor que desprenden los de Slade, el sexo y la tragedia que nos cuentan los de Melba…..Todos los personajes tienen características psicológicas perfectamente definidas, todo gira en torno a desbancar al campeón, la delgada línea entre el éxito y el fracaso en una última carta, no hay premio para el segundo, el numero uno se lo lleva todo, el amor queda fuera de la partida…el honor y el ímpetu por ganar pueden nublar tu juicio. 

La timba de la Torre de Radiopolis está atestada de humo, desprende aromas de Jazz y los billetes se amontonan en el tapete, mientras José Miguel Moreno reparte las últimas cartas, Gervi Navio y César Bardés se miran sin pestañear…..habrá que aceptar el envite para ver ese proyecto de escalera….
Nos vamos con la escena final, unido al Minnie de Moocher de Calloway y de bonus track, os dejamos otra pieza de la banda sonara de Schifrin, un tema en honor al Genio, Shooter.

Gervi Navío.


Artículo sobre El rey del juego, por César Bardés


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