La Gran Evasión

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sábado, 16 de noviembre de 2019

249 - El Crack Cero 2019 -Especial con José Luis Garci al teléfono -

"Lo peor es escribir. Es muchísimo más difícil escribir que nada. Eso no se aprende. Como nadie va a aprender a ser Hemingway, o a ser Scott Fitzgerald.  Eso...O naces o no naces El oficio de director sí lo aprendes. El cine...plano medio, plano corto, primer plano, la cámara de izquierda a derecha, la subes un poco de arriba a abajo, haces un travelling para llevar el movimiento, son ocho cosas las que tienes que aprender..."

Esto lo afirma en el programa José Luis Garci, como si fuera lo más fácil del mundo hacer cine de calidad, hacer películas como El Crack Cero...La precuela que cierra su trilogía, todos recordamos al gran Alfredo Landa y a Miguel Rellán en las dos primeras entregas rodadas en los ochenta, dos personajes indelebles y eternos, el detective privado Germán Areta y su ayudante el Moro. En El crack cero, un Carlos Santos de gesto huraño y ademán discreto, y un Miguel Ángel Muñoz perfectamente caracterizado para recomponer al Moro de joven no se andan a la zaga de Landa y Rellán.
Areta acude al lugar a la hora convenida, un nuevo trabajo, un caso tan enrevesado como el que afrontaba Humphrey en las primeras secuencias de El Sueño Eterno. Humphrey Bogart y Lauren Bacall, Fritz Lang y Los sobornados son el cine negro. Mientras escuchamos a Garci parece que el humo de las salas de billar entra por la puerta del estudio y el tintineo de un Coñac con hielo suena cerca. Garci traslada los bajos fondos de Hammett, Chandler o James M Cain al Madrid de los 70.
El turbio suicidio, o asesinato, quien sabe, de un prestigioso sastre sirve como excusa para rescatar los viejos esquemas. La melodía conocida y perfecta es la de Jesús Glück, la fotografía en blanco y negro de otros tiempos, otras marcas, otros muebles, otros ritmos, otra Gran Vía. Interiores de otra época, de otro boxeo, de otro fútbol, de partidas de mus, teléfonos de rosca, matasellos y máquinas de escribir.

Raúl Gallego

Esta noche los hijos bastardos de Que Grande es el Cine charlamos con José Luis Garci en el estudio de Radiopolis...

José Miguel Moreno, Raúl Gallego, Zacarías Cotán, Chari Medina, Salvador Limón, y al teléfono José Luis Garci.

Artículo sobre El Crack Cero por César Bardés













Aprovechando el estreno de “El Crack cero”, con la que José Luis Garci cierra la trilogía negra que inició en 1981, repasamos un género, el Noir ó cine negro, con unos límites muy difusos y diferentes formas, que conoció su etapa dorada en los 40 y 50, a la que Garci homenajea en un anacrónico y nostálgico blanco y negro.
Como claros antecedentes, debemos recordar no sólo formalmente la influencia del expresionismo (que directores como Fritz Lang se llevaron a Hollywood) o de la novela negra, sino del cine francés de los 30 con obras como “La golfa” y “La bestia humana” (ambas de Jean Renoir, con remakes americanos a cargo de Fritz Lang: “Perversidad” y “Deseos humanos”) y películas del realismo poético como “El muelle de las brumas” y “Al despertar el día”, dirigidas por Marcel Carné en 1938 y 1939, respectivamente. El género negro comenzó su andadura con filmes como “El halcón maltés” (John Huston, 1941), dónde ya aparecen muchas de las constantes del mismo, como el detective privado cínico, encarnado aquí por Bogart, la “femme fatale” y los extraños e interesados personajes que van apareciendo. Todo ello se mezclaría en años posteriores con temas de corte social que impulsarían al género como algo más que puro entretenimiento. El racismo, el desempleo, el antisemitismo, la pena de muerte, la corrupción de todos los estamentos, pronto poblarían los argumentos de este tipo de películas. El pesimismo que hacía mella en la sociedad llegaba al cine con el aspecto de obras ligeras, muchas de ellas de serie B, que reflejaban las preocupaciones de la sociedad, y que a menudo conducían a sus personajes a un callejón sin salida. Otras obras importantes de esta etapa son “Perdición”(1944), “Laura”(1944), “El sueño eterno”(1946), “Retorno al pasado”(1947), “Force of evil” (Abraham Polonsky, 1947) y “La ciudad desnuda”(1948). En los 50 llegaron obras maestras como “La jungla de asfalto”(1950), “Los sobornados”(1953) y una de las cumbres del séptimo arte, considerada el canto del cisne del género, “Sed de mal”(1958), de Orson Welles.
Lo que vino después, desde finales de los 60 y hasta la actualidad, entraría dentro de lo que se considera Neo-noir, que es una especie de cajón desastre donde los límites se amplían, con una temática y un estilo visual que nada tiene que ver con lo de antaño, dando cabida a obras tan distintas como “Chinatown”(1974), “Blade runner”(1982) y “Seven”(1995). Tanto en los 70 como en los 80 se cultivaron obras desmitificadoras, como “Un largo adiós”(1973), a la par que nostálgicas, como “Adiós, muñeca”(1975) ó “Fuego en el cuerpo”(1981). En las últimas décadas, autores de reconocido prestigio, como Michael Mann, Quentin Tarantino, Joel Coen, David Fincher ó Christopher Nolan, mantienen vivo este género, en constante cambio, y del que aún no se ha dicho la última palabra.

Salvador Limón

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