La Gran Evasión

La Gran Evasión

jueves, 15 de marzo de 2018

174 - Dies Irae - Dreyer 1943




















Impíos como los ojos de la madre de Absalom, como la sombra de la cruz que se cierne sobre los herejes. Dies Irae, el día de la ira, la ira de un Dios aterrador que los hombres utilizan para torturar, quemar a una anciana. Acusada de brujería, huye espantada de las campanas de la muerte, se pone la capa, sola, la cámara la sigue, busca cobijo en un corral, entre los cerdos. Los planos se deslizan de forma horizontal a lo largo contemplamos los represores de una iglesia sin piedad, serenos, despreocupados, van a quemar a una mujer. La voz lastimera ruega piedad: “¡No quiero que me quemen, no quiero que me quemen!” El implacable fanatismo religioso atiza una hoguera que crepita, la mujer atada a una escalera cae de frente sobre el infierno en la tierra. Sobrecogedora ejecución con los cantos de fondo, el Dies Irae suena con voces infantes que no logran silenciar el grito de horror. Silencio. Ad maiorem Dei gloriam.
Después, el amor carnal de Anne y Martin, la libertad de la sensualidad y el poder de la naturaleza destrozarán al ministro de Dios, el pastor Absalom. Los salmos de la madre castradora acallan la alegría de la joven. La crisis, el enfrentamiento, la mortificación, y la traición por fin. Dreyer maldice un mundo de gente que juzga, de inquisidores y acusados, en su visión formal exquisita, encuadres pictóricos, inspirados por las pinturas de Rembrandt, Vermeer, o el danés Hammershøi, armoniosos movimientos de cámara, y una extraordinaria iluminación y vestuario.

Raúl Gallego

Esta noche huimos del martirio, buscamos los abedules, el agua del manantial…

José Miguel Moreno, Gervi Navío y Raúl Gallego.


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Dies Irae, es una obra deslumbrante, de una belleza aterradora, cargada de simbolismo. Es una película de terror, un drama, una historia de amor, un thriller, un conflicto espiritual, un cuadro en blanco y negro que nos muestra la dicotomía de dos mundos, siempre en lucha, juventud y vejez, oscurantismo religioso y libertad, sexualidad y puritanismo. El amor enfrentado a los dogmas de una iglesia decrépita. Dreyer retrata al viejo pastor, rodeado de austeridad, un mundo opresor el de Absalón y su Madre, Merete, una anciana implacable, odiosa, inflexible, ellos son la vejez, el sufrimiento, la mortificación, la oscuridad, el dogma protestante propiamente dicho, es decir, la Muerte. Su antagonista es la luz, la bellísima Anne, que es el amor, la carnalidad, la inocencia al ignorar el pecado, la juventud llena de fecundidad, de deseo, de pasión, que solo desea sentir, amar, vivir, esa confrontación entre Vida y Muerte es la película. Dreyer, como los grandes genios, daba vueltas a sus obsesiones en cada obra, esta es una de las mas grandes, una historia oscura y sombría que sirve al maestro para poner sobre el tapete todo ese temblor y lucha interna con su fe cristiana, la angustia, que definía Kierkegaard como el vértigo de la libertad. Deja al descubierto el dogma eclesiástico puritano, que asfixia y atenaza, una religión que debe ser liberadora, y no coercitiva, esa caza de brujas constante, esa intolerancia es Dies Irae, claro, revestido de arte, porque la plasmación de ese conflicto moral es impresionante. No hay planos superfluos, todo está medido en función de lo que se quiere expresar, hay fotogramas que cuentan toda la historia, Absalón atrapado entre su madre y Anne, las miradas entre Martin y su madrastra, las torturas de Herlofs Marte, con esos clérigos, emulando la santa cena.… un guion lleno de todos los atavismos nórdicos, exprimido por Dreyer, hasta dejarlo en lo esencial, en el esqueleto, el resultado es una película que deslumbra por su belleza, e inquieta por su profundidad, un claroscuro, ahí se nota la colaboración de Karl Andersson, las referencias pictóricas de Hammershoi, Rembrandt, Vermeer, Caspar David Friedrich…maestros de la luz para dar corporeidad a dos mundos opuestos.
Hay múltiples lecturas y alegorías sobre el significado de Dies Irae, es obvio pensar en la ocupación nazi y el papel de Dinamarca en la segunda guerra mundial, la película es de 1943, en plena ocupación, es asimilable que la intolerancia y las persecuciones religiosas del XVII sea una alegoría y denuncia clara al régimen nazi. Otra caza de brujas, con el clima de torturas, sospechas y delaciones que se respiraban esos días, también a la complicidad del pueblo danés, la irracionalidad del colectivo, del propio pueblo alemán, que llevó a Hitler al poder, a través de la eterna falacia de tener que elegir entre seguridad y libertad, todo esa superstición de la que se alimenta el pueblo llano, sin recursos, atemorizado, todo eso queda impreso en Dies Irae, es la obra de un humanista, de un defensor de la libertad y el libre albedrío, un alegato de pasión contra la intolerancia.
La relación entre Absalón y Anne muestra el enfrentamiento que existe entre dos formas de vivir la religión y la propia vida. El pastor llega a decir que “un instante de placer es un pecado escondido”. Claro ejemplo de una religión que parte de la certeza de que la muerte es una liberación y el comienzo de la vida, mientras la vida real es un sacrificio continuo. La obra abarca temas existenciales, con una profundidad asombrosa: El miedo, la fe, la duda, la compasión, la esperanza, el amor, y sobre todo, la religión represiva confrontada con una visión de la fe totalmente diferente, basada en amor, y liberación, todo ese se trata a través del misticismo de Carl Theodor Dreyer. Mientras Herlofs Marte cae de bruces en la hoguera, que es alimentada por la intolerancia de los hombres, mientras Anne sacrifica su vida por amor, mientras un coro de niños envuelve el horror con voces angelicales, mientras la humanidad mata en nombre de Dios…..mi alma también grita desde el desván contra la intolerancia.

Gervasio Navío Flores.

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