La Gran Evasión

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jueves, 3 de agosto de 2017

147 - Especial Akira Kurosawa























Un caballo a galope, el jinete espolea su montura, contrae sus facciones salvajes, al fondo un cielo que presagia tormenta. Hoy recordamos la fuerza, el ritmo y la épica de un director inusual , de un artista japonés al que llamaban el emperador, "Tenno". Como descendiente de samuráis, Kurosawa procuró seguir los dictados del código bushido en su propia vida, el código de honor de sus películas de samuráis y ronin, de los Rashomon, Yojimbo, Sanjuro, de los Siete Samurais, quintaesencia de su legado. Su humanismo subyace en la base de toda su obra, de Dersu Uzala, la historia del cazador solitario, o Barbaroja, el médico acomodado que se enfrenta a la pobreza, películas que lo encumbraron en el Olimpo de los grandes realizadores mundiales. Kurosawa comenzó a destacar como guionista en sus tiempos de ayudante de dirección de su sensei o maestro, el director  Kajiro Yamamoto, y se dio a conocer en el mundo occidental ya en los 50 con Rashomon, su relato caleidoscópico sobre un crimen, que impresionó a propios y extraños, ya contaba con la poderosa presencia de su actor favorito, Toshiro Mifune. Kurosawa amalgama su amor por las tradiciones japonesas, por el teatro Noh, por la historia feudal de sus antepasados, y su admiración por las formas occidentales, por la agilidad del cine que se hacía allende el Pacífico. El hombre que filmaba los veranos tórridos y los inviernos helados, las tormentas de nieve, la lluvia y el viento, como nadie, que tan bien integraba en su cine, desde su primera La leyenda del gran Judo a sus tardías explosiones de composición  y color, Kagemusha, la sombra del guerrero y Ran. Adaptó brillantemente a Shakespeare y sus universos de realidad y ficción, a sus personajes majestuosos o necios, serenos o agitados. En Trono de sangre,  su particular Macbeth trasladado al Japón feudal, y El rey Lear en Ran, también a su admirado Dostoievski en El idiota, que no obtuvo buenos resultados en taquilla. Autor visceral, fatalista, melodramático en ocasiones, épico, moral, bucólico, humanista ante todo,  joyas imperecederas como la obra maestra Ikiru, el Umberto D japonés que se aferra a la vida, o su pintura en celuloide sobre la pobreza, Dodes'ka-den, entre vital y abúlica, reverso de su anterior Los bajos fondos.

Raúl Gallego.

Esta noche José Miguel Moreno y Raúl Gallego comparten una botella de sake y un poco de miso, recordando al maestro en Radiopolis.


 Artículo sobre Akira Kurosawa, por César Bardés


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