La Gran Evasión

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jueves, 15 de diciembre de 2016

115 - ¿Vencedores o Vencidos? (El Juicio de Nuremberg) - Kramer 1961

La historia suele clasificar a los contendientes de un conflicto en vencedores o vencidos. Sólo con la perspectiva del tiempo es cuando nos damos cuenta de que, en una guerra, nunca hay vencedores. El defecto básico del carácter alemán que se dejó seducir como pieza fundamental de un engranaje de gigantes sin capacidad para la rebelión fue el principal motivo que hizo que una nación se dejara arrastrar hacia la locura colectiva, hacia el odio racial, hacia el hecho diferencial, hacia el expansionismo y hacia el delirio de superioridad...y en esa enorme maquinaria estatal que convenció a adultos, que conquistó a jóvenes y que revivió a ancianos, hasta los grandes hombres prestaron oídos a lo que nunca debieron escuchar. Y el día en que se condenó a un inocente sabiendo que se cometía una injusticia es cuando comenzó la masacre.
Más tarde, cuando la paz hizo su tímida aparición, nadie sabía nada, nadie entendía de política, nadie escuchó a un loco clamando su odio en el Reichstag. Una nación de sordos, mudos, ciegos que además miraban a otro lado, quizá a los vecinos que desaparecían en mitad de la noche por ser judíos, o gays, o retrasados mentales, o izquierdistas, o antisociales. El estado del miedo tiene muchos aliados en el silencio y en la aceptación por inercia, por comodidad, por conformismo. Por eso, por tanta imposición por el decreto de la violencia usando la rúbrica del miedo, Vencedores o vencidos, de Stanley Kramer, cobra una enorme vigencia en los días que vivimos.
En esta película podemos observar la actuación del principio de la justicia, más allá de razones políticas que tan sólo entorpecen lo que corresponde a la condición humana, encarnado soberbiamente por Spencer Tracy; el principio de la ira, la humillación y la venganza que los vencedores se toman siempre sobre los vencidos, implacable Richard Widmark; el principio del lograr a cualquier precio que el yugo de la culpabilidad no se cierna sobre las generaciones posteriores intentando hacer ver las contradicciones internas de quien tiene que administrar justicia por parte de quien es esencialmente injusto, extraordinario Maximillian Schell; el principio de la corrupción y del que sabe que obró mal pero que no tiene muy claro en qué momento comenzó a cruzar la línea que separa el servicio a la colectividad de la erótica del poder, impresionante Burt Lancaster; el principio de quien no entiende el ensañamiento de su propia patria con él porque, sencillamente, es incapaz de decir que el cazador fue al campo a matar la liebre, escalofriante Montgomery Clift; el principio de quien agotó su alma por el sufrimiento y la presión y que se derrumba ante la insistencia atosigante del señor Rolfe, abogado de la defensa, en una interpretación prodigiosa de Judy Garland; y, por último, el principio de quien, perteneciendo a la aristocracia, despreció al Führer pero nunca estuvo en contra de su política, porque así, de alguna manera, se considera libre de culpa y considera injusta la condena, sombría y falaz Marlene Dietrich...muchos principios para el fin, para la desolación, para la ruina, para una generación engrasada en el odio y en el mirar obsesivamente hacia sus adentros sin ni siquiera saber mirar y eso...eso no es patrimonio exclusivo de los alemanes. Cuando Rolfe está presionando de manera inhumana a Irene Hoffman, Ernst Janning se levanta de su escaño de acusado y grita para impartir justicia una vez más: "¡Señor Rolfe!...¿es que vamos a empezar otra vez?"...Y ese grito no es sólo contra su propio abogado defensor...ese grito...es contra la estúpida humanidad que siempre, siempre va a empezar otra vez porque es incapaz de comprender que el bienestar de la mayoría supera al bienestar de la minoría pero que los derechos del individuo están muy por encima de los derechos colectivos de una nación.

César Bardés.

Esta noche en Radiopolis nos ponemos los auriculares para entender el sentido de la justicia...

José Miguel Moreno modera, Gervi Navío, Raúl Gallego, nuestros invitados de hoy Miguel Olid, crítico de cine, Emilio G. Romero, historiador cinéfilo, y César Bardés, nuestro crítico de cine desde Madrid.



2 comentarios:

  1. Que verdad más grande: Todos los hombres somos responsables, por acción u omisión, absolutamente todos, gran coloquio y didáctico.

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  2. Kramer nos dejó su particular crónica de uno de los tristemente famosos juicios de Nuremberg, en concreto el de los jueces alemanes.Gracias por escucharnos y mucho cine.

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