El horror puede vivir en la puerta de al lado. O en la de enfrente. O puede estar personificado en todos los vecinos. Aunque quizá el horror se halle debajo de una baldosa. Basta con entrar en un sitio del que no se puede salir, comprobar que unas cuantas cucarachas son testigos de una muerte y adentrarse por los tenebrosos pasillos de un tipo que es muy posible que padezca un galopante síndrome de Diógenes. Los pisos antiguos guardan muchos secretos, algunos bastante inconfesables. Como el haber pronosticado un empate en un Sporting-Real Sociedad. Y ya está liada. Todos quieren su pedacito de fortuna mientras la ciudad hormiguea alrededor de una colmena de abejas asesinas. La avaricia es muy mala. La avaricia es asesina. La avaricia carga las balas. La avaricia extermina.
Al fin y al cabo, la extraña que se viene a vivir así por las buenas a una respetable comunidad de vecinos no tiene ningún derecho. Y si se la tiene que aterrorizar, pues se la aterroriza y punto pelota. Las escaleras son los peldaños del cadalso. El ascensor es una guillotina implacable. La terraza es un precipicio insalvable. Las alturas, como siempre Álex, son el escenario del desenlace. Madrid se desangra porque todos quieren lo suyo, aunque no sea suyo, porque creen que tienen derecho a lo suyo aunque de suyo, nada. Mío, mío y mío. La fuerza no les acompañará porque el tonto es un listo y, en el fondo, el sainete de terror está servido porque es lo que los españoles de gran ciudad ensayamos todos los días. Nos importa un bledo que el vecino se abra la cabeza, se muera, se traslade o se haga el harakiri con un lápiz. Mientras no sea millonario, la respuesta será la indiferencia. Habrá algunos partidarios de la acción. Se mata a la culpable de nuestras desventuras cual responsable de una gotera y no se hable más. Y al infierno el marido, la inmobiliaria, el cubano y la madre que los parió.César Bardés.
Esta noche estamos invitados a una fiesta en la que unos casposos vecinos bailan y nos dedican una extraña sonrisa, esperamos salir vivos...
José Miguel Moreno a la dirección, Paco Millán, que nos habla sobre su última producción Todo es de color, dirigida por García Pelayo, Raúl Gallego, y nuestro crítico de cine César Bardés.
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