El sonido de un saxo alto atraviesa la noche. Clint Eastwood nos trae a Charlie Parker, a Bird, la pantalla en negro, del escenario una figura recortada por las sombras eleva el Jazz a otra dimensión, un músico adelantado a su tiempo, un hombre destruido, envejecido, con apenas treinta años. En 1988 Eastwood regalaba a melómanos y cinéfilos una de sus primeras obras maestras, el retrato de una leyenda, Charlie Parker, su gloria y su derrota, asesinado en 1955, por el alcohol, la benzedrina, la marihuana, la heroína....por Bird...por la soledad y la angustia que acompañan a los genios, murió con 34 años pero su legado es eterno.
Charlie Parker: Talento visionario, mezcla de técnica y velocidad, lógica y lirismo, pasión e inteligencia, iba mucho mas allá del terreno puramente experimental, el Jazz moderno nace de su búsqueda, de su saxo, de la otra mitad de su latido, de la trompeta de Dizzy Gillespie, de un puñado de jóvenes revolucionarios, Max Roach, Miles Davis, Monk, Powell, Potter, Jordan...
Eastwood tuvo la ayuda de Chan, la viuda de Parker, que le entregó muchas grabaciones inéditas de solos del genio, Clint recurrió a su amigo y compositor habitual, Lennie Niehaus, un gran arreglista, además de un soberbio saxofonista que dominó la escena del West Coast Jazz, y sobre todo un admirador de Parker, para el reto que le propuso Eastwood consiguió algo fabuloso: unir ayer y hoy. Rescató esas grabaciones antiguas, las aisló con un descomunal trabajo de ingeniería musical, y se regrabaron los temas con músicos actuales de primer nivel. El trabajo es extraordinario, asistimos en primera fila a las actuaciones de Bird, literalmente volamos con él.
Sartre: “Los genios no conocen su propia valía”
Bird si conocía la suya, pero esa consciencia nunca fue suficiente para espantar los demonios, o tal vez, la frustración de saberse el mejor y no recibir todo el reconocimiento que merecía fue lo que no le permitió salir de la espiral de autodestrucción que fue su vida.
La fotografía es simplemente impresionante, el trabajo de Jack N. Green es increíble, una iluminación bajísima, prácticamente sombría. La oscuridad actúa como una gran metáfora de la visión trágica que Charlie Parker tiene de su propia vida, unas sombras que sólo se dispersan cuando el foco del escenario se enciende para él, o mejor dicho, la luz emana de su propia figura....Eastwood debe estar orgulloso de haber hecho realidad un viejo sueño, quizás, haya sido demasiado fiel al guion de Oliansky, pero el resultado es magnífico.
Forest Whitaker era prácticamente un desconocido cuando Eastwood le ofreció ésta gran oportunidad, su interpretación es soberbia, llena de matices, contenida, es capaz de mostrarse frágil, sensible, encantador, un auténtico seductor y a la vez ser un tirano miserable, hundirse en el agujero de la heroína y el alcohol, dejarse arrastrar por sus demonios, incapaz de conservar aquello que más ama por culpa de sus propias debilidades, transformándose en el escenario, al instante siguiente, canalizando sus emociones y ese dolor a través de su música.
Diane Verona, Chan, da la réplica a Whitaker con soltura, compone a esa compañera que lo ama profundamente, el refugio al que volver después de cada descenso.
Extasiados por el vuelo de Bird, dejamos que la torre de Radiopolis gima con la negrura de Parker.
A la dirección José Miguel Moreno, contertulios, Raúl Gallego, Gervi Navio, y desde el sanatorio de Camarillo, transcribiendo Jazz y Cine mientras el sol se oculta, nuestro crítico César Bardés.
Charlie Parker leía a Dylan Thomas, pero su poeta preferido fue siempre Omar Khayyam, os dejamos unos versos del alfarero persa y un Bonus track para los fieles que escuchan los podcasts hasta el final, el tema Embraceable you de las grabaciones para Dial Records en 1946. No hacen falta más palabras, dejen que Bird los arrastre y los envuelva con sus alas....
"Ven, llena la copa y arroja al fuego de la primavera
tu invernal hábito de penitencia;
el pájaro del tiempo está volando,
y tiene corto camino para aletear."
Gervasio Navío Flores.
Artículo sobre Bird, por César Bardés
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Simplemente genial, vaya regalo, gracias a Eastwood por esta obra maestra, gracias a Charlie Parker por su música y gracias a vosotros por ponerle tanta pasión. Enhorabuena.
ResponderEliminarFue una cita con el misterio del jazz y la corta pero intensa vida de un genio, salud y cine.
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