En Historia de la meva mort, Albert Serra se saca de la manga una idea peregrina, unir en el mismo film el modelo racional e ilustrado de Giacomo Casanova, sus bajas pasiones y su decadencia, con el romanticismo del Conde Drácula, la violencia de la sangre y la oscuridad de las tinieblas. Las luces que iluminan los campos de los Cárpatos van apagándose, el Casanova en horas bajas espera que la mierda se convierta en oro, la oscuridad derrota al conocimiento, la barbarie a la elegancia, a la fineza de los tiempos pasados, y todo esto es un pretexto para que Serra nos acerque sus imágenes surrealistas, su estética única, sus bueyes desollados, sus árboles sangrantes, sus doncellas lánguidas, cine de planos quietos y tomas largas que parecen aguardar la respuesta definitiva, quizá cuando el sol se ponga tras los caserones.
Vendrá la revolución y cortarán cabezas, comenta el aristócrata a Pompeu en una de sus tardes ociosas, el sirviente asiente, respetuoso. Casanova no confía en el futuro de la humanidad, se ríe de sus propias heces en un recipiente de porcelana, y se va a buscar en una carreta al mismo Conde Drácula en tierras rumanas, en un golpe de efecto inaudito y transgresor, como toda la obra del director catalán. Serra rueda horas y horas de metraje en formato digital, busca el momento sublime, prescinde de la narración y persigue el gesto, la máscara engañosa, la creación barroca, el comentario lúcido. Los clarooscuros se funden con el entorno y los personajes, y las sensaciones priman sobre el relato. Serra no trabaja con un guion terminado, plasma la naturaleza, el instante perfecto, la grieta entre el mito y la realidad, el sonido de los grillos, la luz mortecina de unas velas que alumbran a un grupo de comensales en torno a una mesa al raso. Ríen, comen, se besan, festejan la vida. La modernidad de Albert Serra y su lirismo cinematográfico de bufones que lloran y ríen, que viven el exceso. Un cine original que traspasa y confunde, que nos oprime en la noche más larga, y nos deja fuera de plano.
Raúl Gallego.
Masticamos las semillas de la granada y bebemos vino suizo en el estudio de Radiopolis esta noche…
José Miguel Moreno presenta, con Manuel Broullón a la siniestra, y Raúl Gallego al teléfono desde un búnker.
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