Un buen trago de leche plus para alejar la abulia, para entonar a Álex y su banda de drugos, cuatro sinvergüenzas adictos a la ultraviolencia. Desde el inicio, la mirada de una víbora escruta los sustratos de una sociedad enferma. Vive con sus padres, alienados en su piso con televisión y comodidades varias, aterrados por un chico aficionado a la violencia extrema, y amante de la música de Ludwig Van Beethoven, le relaja.
Violaciones, agresiones con penes gigantes de cerámica, peleas entre bandas urbanas, palizas a vagabundos borrachos. La exploración de lo más abyecto del alma humana continúa en quizá la película más excesiva y controvertida del maestro neoyorquino. Kubrick traslada a la pantalla la novela, escrita diez años atrás por Anthony Burgess, con bastante fidelidad. Aplicando su talento a la hora de filmar momentos espectaculares: la paliza al vagabundo en el túnel con los haces de luz al fondo, la coreografiada pelea en el muelle a cámara lenta, los ojos abiertos de un hombre cobaya, en primer plano con ganchos metálicos. Es el método Ludovico, terapia experimental con el propósito de reinsertar al desviado.
Malcolm MacDowell en su mejor trabajo, venía de protagonizar “If “con Lindsay Anderson, es el conductor de la historia. El resto de intérpretes, entre ellos Michael Bates, el chaplinesco jefe de la prisión, resultan privilegiados comparsas del caprichoso jovenzuelo. El actor principal lleva todo el peso de una narración dividida en dos partes. La voz en off del personaje conductor y las peripecias criminales de sus compañeros de armas. Cuatro tipos de surrealista indumentaria, vestidos de blanco, con protectores para las partes blandas, bombín, botas militares y bastón. Tras su captura y la traición de sus acólitos, el sistema tiene la palabra. Hay que encerrar al joven y tratar de reeducarlo. He ahí el dilema ético. ¿Hasta que punto es lícito modificar la voluntad de un ser tan vil y miserable como los que se proponen curarle?.
El monstruo vuelve a casa aparentemente curado. Ya no será bien recibido. Los padres le han sustituido, incluso han eliminado a su querida y reptiliana mascota. Álex recibirá en sus carnes los golpes de un mundo policial. El asistente social, los funcionarios de la cárcel, el ministro del Interior. Piezas en perfecta jerarquía ponen en marcha el engranaje de una fuerza institucionalizada para extirpar la violencia gratuita y reeducar al muchacho. La dimensión satírica de un mundo enfermo, y la fascinación del mal desde las mitologías del señor Kubrick.
Raúl Gallego
Esta noche entramos en éxtasis, y después sentimos náuseas al escuchar la Novena Sinfonía de Ludwig Van en el estudio de Radiopolis...
Salvador Limon, Zacarías Cotán, Gervi Navío y Raúl Gallego.
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