La Gran Evasión

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viernes, 12 de julio de 2019

233 - Mejor... imposible - James L Brooks 1997

Melvin tiene que comer a su hora, en el mismo sitio y siempre servido por Carol la camarera. No importa como, ni si ella o su hijo se encuentran enfermos, no podría soportarlo. La enfermedad de este hombre, un trastorno que le aparta del mundo, asqueándolo, y que no es más que un reflejo de la incomunicación actual, no le impide encajar los insultos o autohumillarse sin límite. Y eso lo hace un hombre. Seria incapaz de abandonar a un amigo por otro de alto standing, sin la suficiente valentía de verse tocar fondo. Carol, la camarera, intenta tomar consciencia de si misma con la ayuda de su madre, que se pone los cascos para darle intimidad con tipos que la besan en la frente, hacen juegos estupidos y huyen aterrorizados, Aterrorizados!. Melvin es el único tipo, un hijo de mala madre, a quien agarrar de la puta mano, de lo cual ya casi no tengo recuerdo. lo demás son frasecitas, poses y miedos rimbombantes y neutros, toda una miseria, todo nuestro mundo. Y eso no es un hombre, o no debería serlo. Esta película permite contemplar el mundo, advertir la gracia, en los poquísimos momentos en que aparezca nadando entre negruzcos marineros. Y eso hace que me sienta feliz conmigo mismo. 

José Miguel Moreno 



Compartimos viaje con un tipejo obsesivo y maniático, una  camarera amargada y un artista atemorizado, Mejor Imposible. Un clásico moderno de James L. Brooks, que en 1997 le proporcionó otro Oscar a Jack Nicholson y Helen Hunt, y de paso, regaló al mundo una compulsiva y trastornada historia de amor. Una deliciosa comedia romántica, con toques Screwball y sarcasmo, con cinismo y amargura y a la vez media sonrisa de optimismo. Una maravilla que nunca se deja de ver del todo, grandioso trio protagonista con Greg Kinnear, Helen Hunt y el magistral Jack Nicholson, imprescindible.

Melvin Udall es un escritor con muy mal genio, sarcástico, antisocial, cruel, egocéntrico…un ser despreciable con un estilo de vida marcado por unos rituales cotidianos, que sustituyen a las relaciones humanas; no pisar las grietas entre baldosas, no tener contacto físico con desconocidos, cualquier invasión de su espacio supone un gran problema en su estado emocional…la higiene obsesiva, el orden…la rutina hiper-controlada, cuando algo se rompe en su proceder diario, su vida se tambalea….

La única camarera que le soporta, Carol, espléndida Helen Hunt, no puede conservar el trabajo porque debe cuidar a su hijo enfermo, Melvin, se implica para ayudar a este chico y sin pretenderlo cambia la vida de esa familia, y por ende la suya propia, un gesto egoísta en un principio pero que esconde una bondad desbordante. Como el hecho de que sea el único que se ocupe del perro de Simon, su vecino gay, cuando éste ha sido brutalmente golpeado en un asalto en su propio casa.

Una sucesión de hechos inconexos entre sí, ponen en marcha la maquinaria del azar, una cadena de favores, que cómo en la vida,  mezclan al tiempo historias y personajes que van a ser clave para llegar a un gran cambio, o mejor dicho, una evolución, porque en el fondo, todos tenemos una manera de ser y no suele cambiar mucho, pero si evolucionamos, conformes las experiencias y el contacto con los demás nos van formando. Un hecho llevará a otro y la rueda vuelve a girar, sin olvidar que la energía que la alimente es el amor…es el anhelo de amar y sentirte amado.

Los tres personajes son niños indefensos que no saben enfrentarse a la vida sin ayuda, llenos de contradicciones y vacíos por completar. Melvin parece racista y xenófobo pero en su casa tiene cuadros de artistas negros, le gusta el jazz y el blues, toca el piano; Noel Coward preside su mesa mientras escribe novelas románticas….
Carol se siente perdida cuando su hijo mejora y tiene tiempo para sí misa; Simon descubre lo sólo y abatido que está ante una tragedia, enfrentarse a la idea de pedir ayuda a sus padres le supera. La confluencia de estos tres seres incompletos les obligará a todos a dar un impulso a sus vidas, aunque la vida es indescifrable y nadie  sabe qué pasará mañana, el final esta abierto para que cada cual lo escriba, o mejor dicho, lo viva.

El cine nos recuerda que la mejor manera de hacer frente a los problemas es siempre el sentido del humor y el relativismo. Enorme película con un soberbio guión de Mark Andrus y  James L. Brooks, con una magnifica banda sonora a cargo de Hans Zimmer, que nos emociona y nos obliga a querer ser mejor persona, vaya cumplido que le suelta Melvin a Carol: 

”… tú me haces querer se mejor persona….”

Vamos camino a la torre de Radiopolis, dando saltitos para no pisar las grietas de la acera, José Miguel Moreno, Jose Bayeta, Elio Cubiles, Gervi Navío, y maldiciendo cine, sapos y culebras cuando alguien interrumpe su escritura, nuestro critico, César Bardés.







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