La Gran Evasión

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martes, 25 de diciembre de 2018

207 - La muerte de Luis XIV 2016 - Roi Soleil - Albet Serra 2018

En las postrimerías de su vida, el Rey Sol anhela mujeres y parajes, comidas y vinos castellanos que ya no le adoran. El que fuera el más grande de los monarcas franceses ya no es en su propio reino bien servido. Cortesanos aplauden sus almuerzos, visten y calzan o hasta empujan su silla hasta un consejo de ministro que nunca presidirá; en realidad muy solemnemente lo han abandonado. Sólo queda esperar, encangrenarse un poco más, perder los apetitos hasta que Dios venga por el resto de su cuerpo. El cuerpo. Como en Honor De Caballería Serra recurre al mito para arrástralo por la historia, huyendo de un acercamiento reconocible en un género a la postre huidizo y embustero. El abandono, la miseria del tiempo en su condición putrefacta y la inacción como forma estúpida y aceptada de entretenimiento ritual, entonces y ahora, que parece disculpar lo grotesco. Brillante el director aunando muertes que nos obliga a sentir, con un impresionante Léaud, que mira a cámara de forma acusatoria antes incluso del terrible plano final que recuerda a La Misión, en su inicio, con una cínica disculpa : OTRA VEZ LO HAREMOS MEJOR.

La demolición del ideal europeo, en sus mas insignes constructores, Francia, la muerte de un rey y hasta la de un cine, encarnado en un Antoine Doinel-Jean-Pierre Leaud, "musa"de Truffaut, que muta su necesidad de amor a la cámara por un lento, amargo y trágico amanecer de un principio moderno.

José Miguel Moreno.

Tras La muerte de Luis XIV, el provocador de la imagen, el artista Albert Serra recupera la belleza de lo antiguo y lo contemporáneo, las sensaciones casi olvidadas. Modulador del tiempo como los más grandes, no tiene
 ni quiere tener nada que ver con las series repetidas ni el cine alimenticio de hoy en día, su obra se aleja del mimetismo y academicismo imperantes.
No busca el clímax, sino la abstracción del contexto y el contratiempo, la humanidad del primer plano y la casualidad-causalidad, la fotogenia del actor, la creación de atmósferas inéditas.
Los últimos momentos de la vida del Rey Sol, el enfoque de la agonía. El díptico sobre el aristócrata de la enorme peluca toma otro cariz. Para ser libre hay que aprender a reírse de la muerte, como del sexo, ya lo dijo Montaigne.
Una performance en una galería de Lisboa, con metraje filmado durante horas con una sola cámara monta el catalán la agonía de un hombre que se revuelca por el piso. Serra no sabía en ese momento que iba a terminar siendo una película lo que filmaba.  A veces el actor come galletas de una fuente, se coloca la incómoda peluca, se queja esperando el final, que se alarga, ya lo dijo el general tan mencionado últimamente muriendo en su cama en el hospital, la agonía casi siempre se alarga más de la cuenta. Nos vemos a nosotros mismos en la pureza de la representación. Códigos diferentes a los habituales espantan a los espectadores que se levantan del asiento, y desfilan, no quieren ver morir a un hombre, no quieren escuchar sus gemidos, no quieren destapar la farsa de las vanidades, buscan acción, nuevos impulsos que les lleven a la uniforme anestesia que tranquiliza.  En la pantalla el público del museo entra en el cuadro, somos nosotros mismos, curiosos, sentados en un escalón, paseamos alrededor del aristocrático fiambre, tenemos la certeza de la defunción del Rey.

Raúl Gallego.

Esta noche en Radiopolis contemplamos la abstracción subversiva de la obra de Albert Serra, el director nos habla sobre su forma de entender el cine, con José Miguel Moreno, Zacarías Cotán, Manuel Broullon, y Raúl Gallego.


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