La Gran Evasión

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domingo, 30 de septiembre de 2018

196 - La Ley del Silencio - Elia Kazan 1954

La disyuntiva de un tipo atrapado en los muelles de Hoboken. El frío del Hudson le cala hasta los huesos las mañanas de invierno en el puerto, los matones del capo Friendly espían cada uno de sus movimientos, (un Lee J Cobbs con cara de pocos amigos), el padre de la chica que ama le desprecia por lo que es, y dos sabuesos le pisan los talones para entregarle la citación, a Terry Malloy siempre terminan arruinándole el baile. Debe actuar, enfrentarse a su cobardía. El chico de los recados de la banda mafiosa que controla todo lo que se menea en el muelle, no es fácil ser un protegido y al mismo tiempo sentirse un inútil, un vago sin oficio conocido, pudo haber triunfado en el ring y le ordenaron perder, una vez más.
Terry lucha con su culpa por haber contribuido al asesinato del hermano de Edie (debutaba en la pantalla grande Eva Marie Saint). Edie es la moral del film, así como el sacerdote (Karl Malden) representa la consciencia. Ella motiva al ex-boxeador a seguir hacia adelante, a arriesgarlo todo, a vencer el remordimiento, escapar de la jaula de una vez por todas. La chica del barrio que conoce desde que llevaba trenzas sigue manteniendo ese aire asustado, su expresión no ha cambiado, huidiza y humilde como las palomas de la azotea donde se encuentran cada tarde.
Elia Kazan nunca se arrepintió, con orgullo de inmigrante hecho a sí mismo siempre reconoció que volvería a hacerlo, que volvería a quedarse afónico ante el Comité de Actividades Antinorteamericanas, dando nombres de antiguos compañeros en el Partido Comunista. Terry va a romper la ley del silencio. Se siente mal con todos y consigo mismo, algo parecido debía sentir el director de ascendencia griega que se llevó una vida fingiendo y se sintió un outsider en todos los lugares que vivió, la infamia nunca duerme, espera al otro lado de la puerta para darte las buenas noches.
El trabajado guion, mano a mano con Budd Schulberg, inspirado en un proyecto inicial de Arthur Miller el trabajo de cámara del técnico Boris Kauffman con localizaciones reales, el vigor del montaje, y sobretodo el impresionante Marlon Brando, con su pelliza de cuadros y sus rasgos marcados se convocan para este testimonio de una época, obra maestra que se sostiene imperturbable en las arenas movedizas de la delación y el arte.

Raúl Gallego

Con el rostro ensangrentado esperamos el primer cargamento del día los estibadores de Radiopolis...

José Miguel Moreno, Gervi Navío, Raúl Gallego y César Bardés.

Artículo sobre La ley del silencio, por César Bardés


















En 1954, Kazan escupía al mundo su particular visión de la oscura época del inefable Senador McCarthy y su caza de brujas en Hollywood, con esta maravillosa historia, repleta de lirismo y metáforas deslumbrantes. Pero es algo más que un ajuste de cuentas, la Delación, la Moral y la Ética, esos valores que conforman lo que somos, y con los que hay que vivir cuando los mancillas, son La Ley del Silencio, quizás un profundo intento de Redención. Elia Kazan vuelca todo su talento en esta historia, si nos quitamos la venda de los ojos para no intentar juzgar los actos de Kazan con sus compañeros del partido comunista, fuera de todo eso, queda una película extraordinaria, una absoluta obra maestra.

La ley de Silencio es una gran reflexión sobre la injusticia, la cobardía y la libertad que, como bien sabemos, empieza en el individuo, uno sólo puede cambiar el mundo, si cambia primero, el suyo propio, y ese acto individual es el que afronta Terry (Marlon Brando), con la Religión y los movimientos mafiosos de los Sindicatos como antagonistas, y con el Capital flotando por ahí…La conciencia y sobre todo el Amor, que es la espoleta que desata la denuncia…

La historia detalla como el temor atenaza a una comunidad, que acepta las injusticias y los métodos canallescos de un líder "sindical", rebelarse ante el miedo es una de las reflexiones de Kazan, las alegorías con los palomares y los tejados de ese barrio de humildes obreros son muy hermosas. La película es un retrato del fracaso, de la frustración, de las injusticias, y la aparición del amor, como mecha que prende el interior de Terry….la conciencia es el único juez inflexible, el mayor de los castigos siempre lo imparte... tu propia conciencia, siempre.
El amor te hace cambiar, o querer cambiar.

Para la historia quedan las interpretaciones de Marlon Brando y Eva Marie Saint, Terry y Marie, la promesa de un futuro, el papel del sacerdote, Karl Malden, el padre Berrie que también debe recibir su castigo y sufrir para convertirse en un verdadero pastor, la figura de Rod Steiger, Billy, el hermano de Terry, que toma conciencia del daño que ha causado a su hermano pequeño, el cine cambió en un taxi, con la conversación entre estos dos actores de antología…

La vida es Gris, casi nada es blanco o negro, hay infinidad de matices grises y eso lo capta la fotografía de Boris Kaufman, su lente refleja la verdad de los muelles de una gran ciudad, puede ser Nueva York, New Jersey o cualquier ciudad americana de la década, esos bajos fondos son auténticos, y esos rostros son auténticos…reales.

La banda sonora es nada menos que de Leonard Bernstein, su única partitura compuesta especialmente para el cine, una sinfonía extraordinaria que ya siempre irá ligada a nuestra memoria colectiva, a Terry, a Marie, al padre Berry, a Billy….a un puñado de estibadores luchando por un trabajo digno...

Gervasio Navío Flores.





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