Un
brillante Edward Norton se dejó la piel en este film sobre el fanatismo y la
semilla de maldad que un padre puede germinar en sus dos hijos, Derek (Norton)
y Danny (un magnífico también Edward Furlong). Desde el arranque de la
película, el estrafalario director Tony Kaye nos hace empatizar con un tipo de
mentalidad neonazi, un joven que experimenta a lo largo del relato una
transformación más radical que sus propias ideas. Tras asesinar a los dos
afroamericanos Norton mira a la cámara, nos mira, una mirada que nos atraviesa
con un atavismo estremecedor y hitleriano.
Su hermano pequeño Danny, para desgracia de su
atormentada madre, admira a Derek. Parece seguir su estela de odio ciego. Será
llamado al despacho del director del instituto, que le encarga escribir un
trabajo llamado "American History X" sobre la historia de América,
justo el día que Derek sale de la cárcel. "El odio es un
lastre", le espeta Derek en el reencuentro. La cárcel puede ser un
lugar donde vislumbrar la verdad. El compañero de trabajo en la lavandería, un
buen tipo, hace sonreír al hombre solo y vulnerable en las largas jornadas de
cautiverio.
El sonido de los disparos cercanos en el aula,
el miedo al volver la cabeza para comprobar si van a por ti. No era necesaria
esa violencia degenerada, y la reinserción no es fácil. Los ojos de tu hermano
nunca comprendieron lo que hiciste aquella maldita noche, y el chasquido de los
dientes sobre el asfalto no para de sonar. El sufrimiento causado puede
volverse contra uno mismo, y esa enorme cruz gamada no puede ocultarse bajo una
simple camisa de algodón.
Raúl Gallego.
A golpe de petaca, José Miguel Moreno, Gervi Navío, Fernando Gutiérrez, Raúl Gallego y nuestro crítico César Bardés se adentran en esta ciudad de California donde unos jóvenes destrozan sus vidas
Gran elección musical y buen coloquio. Enhorabuena
ResponderEliminarGracias, algo metálica la música, agresiva como la película y el coloquio muy ameno. Salud y menos esvásticas.
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