Al final del sendero un carro llega desde la ciudad, es el nuevo maestro de la escuela, al fin van a tener uno en la pequeña aldea. La joven protagonista de este poema de Yimou se quedará prendada de las lecciones en voz alta del maestro, la escuela aún en construcción, los alumnos repiten las letanías, las frases de todas las mañanas.
Todos se irán cansando de acercarse a la escuela, todos menos nuestra heroína. Ella se hace la encontradiza en el camino, el maestro pregunta a los niños su nombre mientras la joven se aleja nerviosa, olvidando su cesto. Es la inocencia, el amor original, la pureza de uno de los más cautivadores films de Zhang Yimou, “El camino a casa”. La determinación femenina, la audacia de una chavala en la China de los años 50, la misma que mantendrá en el albor de su vida cuando se obstine en enterrar al marido siguiendo la tradición, así se lo pedirá al hijo que llega de la gran ciudad. Todo contado con un respeto a lo ancestral, a los mayores, así lo repiten los niños en la clase cada día, “respetar a los mayores”, eso que olvidamos en nuestras sociedades occidentales.
Se idealiza el pasado rural sin cargar las tintas contra la represión del sistema maoísta, como sí hizo en “Vivir” o en “El regreso a casa”. Un aula presidida por un retrato de Mao, tan austera como la de Antonio Machado en Baeza, el sentimiento de la honestidad de un maestro que da su vida por enseñar es universal, por eso nos llega, el amor primero también lo es. Ese elogio de la docencia, enmarcado en una historia de amor en la China de Mao en una película que abre y cierra en blanco y negro, la tristeza de una mujer que acaba de perder a su compañero. El corazón del film en color es mágico y sensorial, reparando en objetos para transmitir la sencillez de un tiempo, la horquilla en el pelo, el cuenco roto y reparado por el artesano, las dos chaquetas de la campesina.
Todo enmarcado en la sencillez expositiva y los colores prodigiosos de la fotografía de Yong Hou, los trigales, los campos de mijo, los verdes, los rojos, los naranjas y los amarillos de las verduras en la cocina humilde. Yimou se embelesa y nos enamora del rostro de Zhang Ziyi.
Esta noche una anciana teje un paño rojo…
Salvador Limón, Chari Medina, Raúl Gallego y Zacarías Cotán
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