El atrezo y el glamour, el vértigo del éxito y la gente de la farándula. Es el cine dentro del cine de la mano de Vincent Minnelli, su segundo film con esta temática tras Cautivos del mal, también protagonizada por Kirk Douglas diez años antes. Una visión desencantada y ácida de un Hollywood trasladado a Europa, a la Roma de Cinecittá, acción recurrente para estudios como la Metro al principio de los años 60, abarataba los costes de producción.
Minnelli y su operador Milton R Krasner filmaron en zonas turísticas de la capital italiana, paseamos de la mano de Kirk Douglas y su joven amante por la Plaza Navona, la Plaza de España, buscamos al galán desequilibrado, actor principal de la película que se rueda por los barrios del Trastevere, y, desde un balcón, admiramos la Fontana de Trevi. También hay muchos interiores, Minnelli, director prototipo del Hollywood estudio, la mayor parte del tiempo filmaba en decorados , en habitaciones de hoteles, salas de fiesta y suntuosas mansiones.
Todos quieren sacar tajada del prójimo sin reparar en las consecuencias, mentiras, banalidad, neuras La relación amor-odio entre el director Kruger y su actor favorito, el mismo Andrus le comenta al médico del sanatorio en la secuencia inicial. “Odio y amor, mezclados juntos con mucho hielo y cebolla, al estilo Kruger”. El actor vivirá un romance con Verónica, una chica demasiado inocente para la cohorte de fieras y hienas en la que se mueve. Ambos saben que su romance no va a ningún lado, se dejan llevar. Andrus desea aniquilar sus demonios en Roma, y si la casualidad hace que tenga que ocuparse de terminar la película lo hará. Aunque su mentor le confiese enfermo de muerte que él también se acostó con Carlota. Andrus vuelve a perder pie en la piscina donde su amigo nadó con su esposa. Otra vez presa de los celos, de sus devaneos con unos y con otros, otra vez a punto de matarse en un accidente de coche con ella de acompañante. La misma belleza y fealdad del film que el equipo de rodaje visiona en la sala de proyección, el patetismo de una borracha arrojada a la piscina, los Cautivos del mal, del glamour y la dolce vita.
Esta noche intentamos disimular el temblor de la mano…
Raúl Gallego, David Velázquez y Zacarías Cotán
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