Paseamos por los detritus de “nuestra” sociedad, cubrimos el turno de noche de una ambulancia en el Nueva York de finales de los noventa, un vistazo a la miseria moral y a la jungla espiritual que tan bien conoce Martin Scorsese: Bringing out the Dead, 1999.
Al Límite es una obra perturbadora, insomne, una mirada desangelada a la noche neoyorquina y su marginalidad, una pesadilla prolongada en compañía de los despojos de la gran manzana. Scorsese entona un grito de auxilio, de perdón, de piedad, de compasión, de muerte, un alegato de muerte digna, y por tanto, de vida digna. Un episodio angustioso y fugaz, tres días en el esquizoide turno de noche de una ambulancia, montones de historias que son siempre la misma historia, un relato que nos habla de Soledad.
Martin Scorsese y Paul Schrader ponen a los espectadores también Al Límite, en esta mirada a la cara oscura del sueño americano, una visión preñada de verdad que recoge las vivencias autobiográficas de la novela de Joe Connelly y las plasma con una contundencia y un lirismo asoladores.
Asistimos a la búsqueda de redención de Frank Pierce, magistral Nicolas Cage, una búsqueda de redención y expiación, que es también la de Schrader y Scorsese. Acompañamos a Mary, Patricia Arquette, en las interminables horas de espera en una sala de urgencias, mientras su padre no acaba de morir y la familia se aferra a su dolor.
Es inevitable compararla con Taxi Driver, pero son miradas diferentes a una misma realidad. En Taxi Driver, Travis se convierte en un Verdugo, un justiciero que intenta rescatar la inocencia, y hacer pagar a los que la corrompen. En Al Límite, Frank es una Víctima, un mártir acosado por el estrés postraumático de su trabajo, de su fracaso existencial, de la propia ciudad, intenta salvar una vida, ruega por el perdón de todas aquellas almas que no ha podido traer de la muerte…El espectro de la joven Rose lo acosa a cada inspiración.
Pocas veces la cámara de Scorsese se ha mostrado tan vibrante y nerviosa, fragmentando la secuencia como un neurótico, grandioso montaje de Thelma Schoonmaker, su montadora habitual. La magnifica fotografía de Robert Richardson mezcla las ensoñaciones y la cruda realidad sin paliativos, crudamente, con esa luz que a veces es divina, otras fantasmal, siempre abstracta, puntal del desarrollo psicológico de los protagonistas.
Hay personajes inolvidables, los tres compañeros de Frank, cada uno con una personalidad y una tara; Larry, John Goodman, un comedor compulsivo, obsesionado con la comida; Marcus, Ving Rhames, el fanático religioso, al único al que Frank confesará las apariciones que lo acosan; y Wolls, Tom Sizemore, un completo psicótico, totalmente desequilibrado, violento, el episodio más excesivo, más salvaje y surrealista de Frank acontece con este compañero.
El resto del elenco es completísimo, a destacar un irreconocible Mark Anthony, Joel, pasando por el Camello, Cy, Cliff Curtis, el Capitán Barney, Arthur Nascarella, las enfermeras, el poli de la recepción y sobre todo el ángel que salva a Frank, Mary Burke, maravillosa Patricia Arquette.
La película esta construida sobre el sufrimiento, la mezcolanza diaria de lo trágico con lo cínico, la risa y el llanto, al ritmo de una banda sonora muy roquera, con referentes tales como Van Morrison, The Clash, R.E.M., The Marvelettes, Martha Reeves & The Vandellas, The Who, Janis Joplin... ademas de la pieza del maestro Elmer Bernstein.
Nos vamos recorriendo las calles a toda velocidad, huyendo de la muerte roja, reflexionando sobre la Eutanasia, sobre el Amor y las Adicciones, mientras, una monja fanática augura el Apocalipsis, Raúl Gallego pisa descontrolado el acelerador y Gervi Navío se prepara un cóctel en vena en la parte trasera de la Torre de Radiopolis…..
Bonus Tracks:
-Martha Reeves and The Vandellas. Nowhere to Run.
-The Clash. I’m So Bored With The U.S.A.
"Siempre tengo pesadillas,
pero ahora los fantasmas no esperan a que me vaya a dormir”. Frank Pierce.
Gervi Navío.
Artículo sobre Al Límite, por César Bardés
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