Cerramos la trilogía más grande del cine con El Padrino III, Francis Ford Coppola acometía en 1990 el final de la saga, como él mismo diría: “La muerte de Michael Corleone”.
Coppola nos muestra a un Michael Corleone prematuramente envejecido, vulnerable, enfermo, como le dice el cardenal Lamberto (Raf Vallone), ”El alma sufre y el cuerpo se resiente”. Una huida hacia adelante para completar el propósito de toda su vida, convertir el apellido Corleone en legítimo, alejarlo de los negocios sucios, pero como siempre, sus métodos son maquiavélicos y horribles, su familia sigue siendo el fin por el que lucha y, paradójicamente, la va destruyendo en cada nuevo paso. Utiliza sin escrúpulos a su hija y el nombre de su padre para la fundación benéfica, compra su redención social a través de la propia Iglesia, al tiempo que intenta dejar atrás un pasado de sangre. Coppola golpea mas arriba que en el Padrino II, de la política y los estados corruptos saltamos a la misma Iglesia de Roma, al Vaticano, a lo mas sagrado, a las finanzas, manejadas en la sombra por las logias secretas (Pi2), otra gran frase de la película: “las finanzas son un arma, y la política es saber cuando apretar el gatillo”, que recita ese vampiro, trasunto de Andreotti…Lucchesi.
Asistimos a la aparición del hijo ilegítimo de Sonny, Vincent Mancini, buen Andy García, apoyado por su tía Connie, extraordinaria Talia Shire, como una Lady Macbeth que conspira en la sombra para conseguir el poder de los Corleone, con su adalid, Vincent. De nuevo la acción transcurre en Nueva York, Joe Mantegna y su Joey Zasa representan ese pasado mafioso, el gran Elli Wallace, otro sibilino conspirador, que da vida a ese viejo Don, Altobello, son los propios demonios del pasado sangriento de los Corleone. Para cerrar el círculo hay que pagar un precio, la culpa y los pecados toman cuerpo.
El pasado siempre vuelve, las imágenes de lago Tahoe abandonado, el eco del disparo que acabó con Fredo y terminó de condenar a Michael, son el leit motive de la historia, un recorrido por los recuerdos, que fluyen y dan continuidad al presente.
Gordon Willis vuelve a llenar de tinieblas la película, con hermosas alegorías que representan la oscuridad del alma de los Corleone, esos interiores en penumbra, el contraste con la luz ocre de Sicilia, las calles de Nueva York, todo el tramo final con la opera….una autentica maravilla.
La renuncia al amor es otro de los puntos que trata la historia, el mismo Michael dice: “cuando vienen, vienen a por lo que más quieres”, el precio a pagar por el poder es nada mas y nada menos que el amor.
Todo el tramo final, con la opera de Mascagni interactuando con la realidad y a su misma vez, la vida real fundiéndose con el libreto, es simplemente grandiosa, el eje central de la ópera Cavalleria Rusticana, son los mismos temas que la película ha tratado, incluso las mismas escenas ya vistas, con la procesión y el asesinato, o las que se presienten, con el velo… la felicidad que asoma en los ojos de Michael y Kay, viendo a su hijo triunfar, ese atisbo de paz, truncado por el destino, el fatum, por los pecados del pasado, por los demonios que vienen a cobrar su deuda.
En definitiva, una gran película, no sublime o excelsa como sus predecesoras, pero, tomándola como lo que es, el tercer acto de una ópera, como una profunda e intensa búsqueda de redención, es un dignísimo final para este personaje legendario, Michael Corleone, que aquí recibe el castigo por sus actos.
Magistral interpretación de Al Pacino, que también venía de atravesar su infierno particular, un prodigio de contención que explota en la escena final, para quedarse en la retina de los espectadores por siempre.
La película supera los obstáculos del tiempo, las ausencias del gran Nino Rota, de Robert Duvall, las prisas con el guion, la elección de Sofia Coppola, para mí, algo inevitable, pues Coppola debía exorcizar la muerte de su hijo Gio, filmando la de su hija Sofia, es su propia catarsis, para poder dormir por las noches y cerrar la historia de Michael Corleone y la suya propia.
Desde la escalinata, a los pies de la Torre de Radiopolis, conmocionados por la desgarradora historia que acabamos de presenciar, nos acurrucamos en la penumbra…
José Miguel Moreno, Dani Corleone, Gervi Navío…mientras, tendido en las escaleras, gritando sin sonidos desde lo más hondo de su alma, con la pluma del cine ensangrentada entre sus manos….nos mira, sin vernos….nuestro crítico de cine… César Bardés.
Gervasio Navío Flores.
Artículo sobre El Padrino III, por César Bardés
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