Un niño llama a su madre cuando tiene miedo, cuando una mina le ha arrancado los brazos y se retuerce en la arena, dos hermanos gemelos juegan con un escarabajo, unos niños soñando con un trabajo cuando regresen a casa, cuando la guerra termine para ellos, Erns, Wener, Sebastian.....limpian la playa, centímetro a centímetro, arrástrate por la arena, con cuidado, utiliza la sonda, recuerda el entrenamiento, pronto volverás a casa, lo ha prometido el sargento.
Martín Zandvliet retrata con exquisita elegancia, con maestría, éste episodio negro de nuestra historia, con distancia e intimísimo, la brutalidad del sargento Rasmussen, el rumor en la memoria colectiva de lo que los alemanes hicieron, los bellísimos parajes daneses, unos planos excepcionales de un lirismo asolador, los rostros de los chicos-soldados, la explosión insospechada de una mina en cualquier momento, los cuerpos destrozados, las almas desangradas, demasiado emoción para mí, para la sala, un silencio sepulcral, turbado, horrorizado en mi asiento, viendo como un tipo duro consuela a un chico que quiere salir a buscar a su hermano, ni otra ampolla de morfina puede apagar el amor, un sargento danés y un soldado alemán, un padre y un niño cualquiera.
Termino con lágrimas, creí que ya no quedaban, aún brotan- Ahora mientras escribo éstas notas, cuando recuerdo la película, también dentro de mil años, cuando alguien recuerde lo que hemos hecho, lo que la humanidad sigue haciendo. Me zumban los oídos, me sangra el corazón.
Gervasio Navío Flores.
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