Esta noche nos visita una terrible, vasta e inmensa soledad, soledad que te aniquila. Una promesa y una deuda de honor que hay que cumplir. Tommy Lee Jones agarraba en 2014 esta historia de Glendon Swarthout con una mano firme y segura, pero extremadamente delicada, para regalarnos un Western lleno de lirismo, o un No-Western, un viaje de retorno al este de tres chicas desquiciadas, un reconocimiento a las mujeres de ese mítico mundo, mujeres fuertes, sufridoras, el sostén de la familia, de la comunidad, el apoyo constante, que labraron con sangre y sudor la tierra, y por ende, el inicio de la civilización del salvaje oeste...
Duele la soledad, arrasa, hasta que la locura se apodera de ti, hasta que abandonas este mundo cruel y tu mente desconecta. La película es un viaje hacia una promesa, un grito feminista, una extraordinaria historia tan desoladora como bellamente filmada, la fotografía de Rodrigo Prieto es excepcional, con planos de la llanura inmensa, la carreta de los locos, con la ropa tendida, el viento, el horizonte, inolvidable, la naturaleza inflexible, el calor del día, el frío de la noche....un mar de tierra por el que si te extravías, estas muerto.
Ecos en la mirada del maestro Eastwood, este viejo Briggs puede ser el desalmado Munny de Sin Perdón. También es una odisea de redención, Tommy Lee Jones nos golpea con la sombra de John Ford, la loa a la figura materna, a la mujer por excelencia. Si Centauros del desierto, la obra maestra de John Ford, es la fotografía, esta historia y esta película pueden ser el negativo, el trasfondo del mito Fordiano, del núcleo familiar compacto y unido que es capaz de hacer frente a todo los avatares que Dios le mande, pero ese tono idealista se topa de bruces con la realidad. La llorada Marta Edwars encarna ese prototipo, pero aquí está desprovisto de amor, aniquilado por esa realidad descarnada y dura, no dista mucho de lo que realmente tuvo que ser esa vida para las mujeres de la época, que eran mercancía, una necesidad para perpetuar un apellido, para traer niños que ayuden en la granja en ese inhóspito paraje, mulas de carga, por eso duele tanto ver a estas chicas y esos flashbacks terribles, comparándolos con el mito Fordiano, aquí están destruidas por una tierra sin amor, por unos compañeros superados por las circunstancias, su única salida es abandonarse a la locura...cruzar la frontera definitiva, esas miradas se clavan en los espectadores, el llanto del niño arrojado a la letrina no te abandona.
Hilary Swank, Mary Bee Cuddy, es fuerte y está sola, casi desesperada por encontrar un compañero, casi asqueada de existir. Una actuación fabulosa de Swank, de esa mujer que se aferra a su educación, a sus modales, a sus recuerdos, a su deseo, a un sueño que se desvanece. Cuando se mira en el espejo, se cepilla el pelo, y su mirada nos traspasa, intenta hacer lo correcto, devolver a la vida a estas tres niñas, las tres gracias, trastornadas por una realidad cruel, por una comunidad cerrada, por una tierra sin Dios, por una vida sin amor.
Gervasio Navío Flores
Incendiamos la torre de Radiopolis esta noche...
Cristina Abad, Raúl Gallego, Gervi Navío, a la dirección José Miguel Moreno y, cerrando la comitiva, nuestro crítico de cine César Bardés.
Artículo sobre Deuda de Honor, por César Bardés
DALE AL PLAY Y ESCUCHA EL PROGRAMA
Ecos en la mirada del maestro Eastwood, este viejo Briggs puede ser el desalmado Munny de Sin Perdón. También es una odisea de redención, Tommy Lee Jones nos golpea con la sombra de John Ford, la loa a la figura materna, a la mujer por excelencia. Si Centauros del desierto, la obra maestra de John Ford, es la fotografía, esta historia y esta película pueden ser el negativo, el trasfondo del mito Fordiano, del núcleo familiar compacto y unido que es capaz de hacer frente a todo los avatares que Dios le mande, pero ese tono idealista se topa de bruces con la realidad. La llorada Marta Edwars encarna ese prototipo, pero aquí está desprovisto de amor, aniquilado por esa realidad descarnada y dura, no dista mucho de lo que realmente tuvo que ser esa vida para las mujeres de la época, que eran mercancía, una necesidad para perpetuar un apellido, para traer niños que ayuden en la granja en ese inhóspito paraje, mulas de carga, por eso duele tanto ver a estas chicas y esos flashbacks terribles, comparándolos con el mito Fordiano, aquí están destruidas por una tierra sin amor, por unos compañeros superados por las circunstancias, su única salida es abandonarse a la locura...cruzar la frontera definitiva, esas miradas se clavan en los espectadores, el llanto del niño arrojado a la letrina no te abandona.
Hilary Swank, Mary Bee Cuddy, es fuerte y está sola, casi desesperada por encontrar un compañero, casi asqueada de existir. Una actuación fabulosa de Swank, de esa mujer que se aferra a su educación, a sus modales, a sus recuerdos, a su deseo, a un sueño que se desvanece. Cuando se mira en el espejo, se cepilla el pelo, y su mirada nos traspasa, intenta hacer lo correcto, devolver a la vida a estas tres niñas, las tres gracias, trastornadas por una realidad cruel, por una comunidad cerrada, por una tierra sin Dios, por una vida sin amor.
Gervasio Navío Flores
Incendiamos la torre de Radiopolis esta noche...
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Artículo sobre Deuda de Honor, por César Bardés
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Extraordinaria película, desoladora y bella al tiempo, Tommy Lee Jones sobrecoge, la mezcla de clasicismo fordiano para contar una historia tan terrible es grandísima, gracias por un programa tan interesante.
ResponderEliminarmuy de acuerdo contigo, por las llanuras interminables se divisa una carreta con cerrojo que transporta tres mujeres heridas por la desgracia, salud y cine
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