La puerta del infierno no está tan lejos, está ahí al lado, donde no hace mucho pasábamos con desidia y mal encarados hacíamos mofa de sus tristes moradores. Y esa estancia curiosamente va a ser residencia de los intérpretes, una residencia no esperada, pero que los atrae con una fuerza enorme, desacostumbrada. El Amor puede ser compendio de fuerzas opuestas, hirientes, y esa realidad que muestra la película es innegable. Toda fuerza en contra no hará sino agravar lo que ha de asentarse en calma, con la quietud de un río de arena que ufano mira la tarde. Juega Kinugasa con una historia de Ronin que intentan matar al emperador, con luchas, caballos, muertes enmarcadas con gran belleza, para ir cerrando, poco a poco, delicadamente, toda la historia en un trío de pasiones que no encuentran salida. Los bellos kimonos de Machiko Kyô, deslumbrantes y secretos, paran el tiempo de la película para contarnos una sensualidad imaginada, brutal. Un Kinugasa aún más despiadado teniendo en cuenta que no hay formas reconocibles en su narrativa, acostumbrados como estamos a beber en taza con nombre, y esto hace aún más daño. La dificultad en su comprensión lucha con la abrasiva presencia de un dolor ausente, que nos incomoda e incita. Bellos colores, premios y dos Óscar, pero sobretodo una tragedia universal, delicada y envolvente.
José Miguel Moreno.
Esta noche escuchamos tocar el Koto a la bella y atribulada Kesa...
José Miguel Moreno modera, Raúl Gallego, Mamen Torres y Álvaro de Luna.
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