La Gran Evasión

La Gran Evasión

miércoles, 26 de octubre de 2016

108 - Fresas Salvajes - Ingmar Bergman 1957




La inquietud del doctor Isak Borg se intensifica a medida que transcurre el día. Es el día de su viaje desde Estocolmo a Lund, donde se va a celebrar su Jubileo Doctoral, el máximo galardón de su profesión. Isak está  últimamente teniendo unos sueños muy raros, nunca fueron tan vívidos y le desconciertan, tal como le cuenta a su nuera Marianne. El viaje en coche y el reencuentro con los lugares queridos de la infancia, el bosque iluminado, el rincón de las fresas salvajes, la primavera en flor, su primer amor. El misántropo profesor vuelve a oler, a sentir, a observar por los visillos los momentos pasados, lo que fue y lo que pudo haber sido.  Isak está comenzando a sentirse muerto en vida, presiente a la dama de la guadaña, sueña con la carreta fantasma del cine infantil,  su propio yo sale del ataúd entreabierto. Aún no, debe congraciarse con su hijo distanciado hace años, con su nuera y sus duros reproches, con su anciana madre, con su amor de la fresas salvajes, debe quitarse la máscara algún día.
En la aguda armonía de un solo violín las notas dolientes dan paso a la cadencia lenta de un piano, la vida fluye y el pasado está ahí, idealizado. Los padres saludan al niño feliz en un claro del bosque, los juncos irradian la luz de la plenitud borrosa, de las fragancias del pasado. La última sonrisa de la vigilia parece reconciliarse con el secreto goce del recuerdo. En la primavera de la niñez, la graciosa Sara recogía fresas y se atusaba el pelo. En otro sueño, el cesto está volcado entre las hierbas y es de noche, el viento se torna frío, el bosque crepuscular, las bandadas de pájaros no parecen augurar buenas noticias. Los ojos de una madre abandonada en su caserón, esa chimenea que no calienta, el frío en el estómago, y un viejo reloj familiar donde el tiempo se ha parado: Miradme, entendedme, y si es posible, perdonadme. La súplica del viejo, la culpa, y el espejo que refleja la decrepitud presente. El viejo profesor busca la pureza del manantial, descifrar el jeroglífico de la pizarra, quizá sólo resuelto al final del trayecto.
El gran artista sueco Ingmar Bergman nos dejó en la década de los 50 magnas obras como Un verano con Mónica, El rostro, El séptimo sello, El manantial de la doncella o Fresas salvajes. Pudo disponer de los servicios de su admirado Victor Sjöström para el papel principal, y las actrices Ingrid Thulin y Bibi Andersson, desdoblada en dos papeles, aportan serenidad y fuerza a lo narrado.

Raúl Gallego.

Esta noche observamos a nuestros familiares en la mesa del salón desde el vestíbulo oscuro de Radiópolis...


José Miguel Moreno a la dirección, el futbolero y periodista Francisco Correal, Gervi Navío, Raúl Gallego, y nuestro crítico de cine desde Madrid, César Bardés.



 Artículo sobre Fresas Salvajes, por César Bardés




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jueves, 20 de octubre de 2016

107 - Sospecha - Hitchcock 1941


Una distinguida chica de provincias lee el periódico en un vagón de primera clase, al mirar más allá de sus gafas de cerca le llama la atención un hombre trajeado que no lleva dinero para pagar el billete. Lina ha dejado pasar ya muchos trenes, de primera, de segunda, hasta de tercera clase. Aburrida de comer con sus padres, de asistir a cacerías, clubes de hípica y misas de domingo. Ese John Aysgarth tan apuesto, algo canalla, se ha fijado en ella y no lo dejará escapar. Tras la boda llegan los telegramas, las facturas, los acreedores. Las deudas dan paso a la sospecha mayor, al miedo más inesperado.
El paso de ser un sinvergüenza a un asesino puede ser tan fácil como deslizar el cuchillo en un ave asada y abrirla en canal. Vivir entre la neurosis y el amor más ciego no es plato de buen gusto, ni siquiera con un vaso de leche para ayudar a digerirlo. Las evidencias y la intuición dan paso a la suspicacia más mortífera, a la duda más obsesiva. Otro telegrama, la visita del inspector, la mala nueva del socio muerto en extrañas circunstancias... Buenas noches, carita de mono. La figura siniestra de Johnny se recorta en el umbral de la puerta,  lleva un brillante vaso de leche para su esposa.
Cary Grant otorgó su encanto personal y un toque perverso al protagonista masculino de Sospecha, y una luminosa Joan Fontaine se llevó el merecido Oscar a mejor actriz, usurpándolo a su rival y hermana Olivia de Havilland que optaba con la película "Si no amaneciera". Hitchcock comienza con un tono de comedia ligera a ritmo de vals, para ir dando paso a la duda  y la ambigüedad a medida que avanza la historia.

Raúl Gallego.
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Esta noche jugamos al Scrabble en la mesa de Radiopolis y ganamos la partida con dos palabras:  "CINE" y "SUSPENSE".

José Miguel Moreno a la dirección, Mamen Torres, Raúl Gallego, Gervi Navío y nuestro crítico de cine desde Madrid, César Bardés.


 Artículo sobre Sospecha, por César Bardés




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miércoles, 12 de octubre de 2016

106 - Muerte de un Ciclista - Juan A. Bardem 1955

Una carretera mojada, un ciclista surge de la bruma, el fatídico impacto y la ocultación de los hechos. Ahí empieza el relato de una pareja adúltera en la España de los cincuenta que no da parte de la muerte de un ciclista. Juan y María José salen del coche y se apresuran para comprobar si el tipo aún respira, ella va detrás y le avisa, deben dejar el lugar. Comienza la neurosis, la culpa, la paranoia.  Juan no puede dormir, la rueda de la bicicleta sigue girando. La sirvienta avisa para comer, Juan fuma y se lleva la mano a la sien. Vuelven los fantasmas de una guerra fratricida, los páramos grises se funden con el humo de un cigarro en un interrogante sin respuesta. Juan recuerda, María José, su novia de juventud lo dejó por un hombre adinerado. Ella pertenece a esa burguesía egoísta, capaz de todo por no perder su estatus y sus privilegios. En las fiestas de las altas esferas, los cócteles de chismosas y colectas de caridad, un intelectual chantajista toca el piano. Rafa, desde su posición advenediza parece saber más de la cuenta. Ser adúltera en la sociedad rancia de la época es el peor delito. No hay remordimiento, María José sigue yendo a la iglesia los domingos, saliendo en la sección de sociedad del NODO. Juan quizá no lo tenga tan claro, harto de no valer una perra gorda, de ser el recomendado, el profesor adjunto ya ni siquiera se puede concentrar en el aula de la Universidad. Juan quiere mirar hacia adelante, quiere que la lluvia del otoño limpie la sangre ruin. Vencer el miedo y buscar la paz al fin.
Juan Antonio Bardem nos dejó dos obras maestras en la década de los cincuenta, una es Calle Mayor y la otra el largometraje que nos ocupa. Supo burlar la censura oficial con ingenio, sacando lo mejor de unos esplendidos Alberto Closas, Lucía Bosé y Carlos Casaravilla.

Raúl Gallego.

Esta noche en Radiópolis damos palmas en el tablao de Bardem al ritmo de unos fandangos de Huelva...

José Miguel Moreno a la dirección, Raúl Gallego, nuestro crítico de cine César Bardés, y nuestros invitados Pepe Rodríguez Quintos y Juanma Díaz.


 Artículo sobre Muerte de un Ciclista, por César Bardés



 

jueves, 6 de octubre de 2016

105 - Deliverance - Boorman 1972


Cuatro amigos escapan unos días del asfalto, de la familia, quieren respirar, sentir la naturaleza y el riesgo, acampar por la noche a la orilla de un río, disfrutarlo y atravesar sus rápidos en canoa antes de que ese río desaparezca para siempre, antes que la construcción de una presa sepulte todo el entorno natural bajo un pantano.  La hostilidad de los lugareños ya no indica nada bueno. El gordito mira de reojo los rasgos embrutecidos de esos pueblerinos feos y sucios, incluso el extraño niño que tan bien toca el banjo no saluda al guitarrista que le tiende la mano. La mano del hombre civilizado puede ser tan demoníaca como la que no se deja enterrar, como la mano hinchada que sale a flote. Una flecha envenenada, un montaraz babeante, un amigo chillando como un cerdo, pero no más fuerte que el último bramido de rabia de la naturaleza profanada, un atronador chillido que retumba en la consciencia. Las aguas frías salvajes, las rocas a esquivar corriente abajo, la adrenalina y la búsqueda de una libertad impostada. Una sensación de miedo repentino puede congelar el pulso. Ahora se trata de sobrevivir, de ser un hombre, de controlar el temblor, de no dar un paso en falso en la cima del acantilado. Las reglas sociales poco valen si se puede perder todo en un instante.
Para muchos la mejor creación del británico John Boorman, Deliverance está basada en la novela del escritor estadounidense James Dickey. Boorman nos deleita la vista con bellos escenarios naturales y nos enfrenta a un dilema ético, contar o no la verdad. En el trasfondo subyace el pago del hombre por su presunción ilusa, por creerse más poderoso que la propia naturaleza y perderle el respeto.

Raúl Gallego.

Esta noche en Radiópolis cinco urbanitas remamos aprovechando las corrientes del aire acondicionado...

José Miguel Moreno a la dirección, nuestro invitado Fernando Rivas y su obsesión con la escena sodomita, Gervi Navío, Raúl Gallego y nuestro crítico de cine César Bardés.


 Artículo sobre Deliverance, por César Bardés



 

domingo, 2 de octubre de 2016

104 - Cinema Paradiso - Tornatore 1988

El tiempo pasa inexorable en un pueblecito con cura, ambulatorio, cine, colegio y plaza mayor. Los días monótonos y las caras conocidas se repiten en los mismos lugares, todo se sabe en el pequeño pueblo de Giancaldo. Alfredo conoce de memoria también las caras de las estrellas del celuloide, sus diálogos, incluso habla con ellos los días que se siente más solo en la cabina. Hasta las frases memorables pueden hacerse tediosas. Por eso Alfredo el proyeccionista aconseja a su querido Totó que se aleje del pueblo para siempre y sea alguien en la ciudad, que no repita una existencia gris y frustrada en un viejo cine de provincias.
Llega la noche y los paisanos acuden en tropel a ver la película de la semana, toda una experiencia en la posguerra, cuando la única vía de escape eran esas dos horas de pipas, butacas, linterna y oscuridad. Unos gritan, otros duermen, lloran, desean, ríen, la pantalla traspasa las almas ávidas de acción y mundos diferentes. Incluso una noche se obrará el milagro, el haz de luz se moverá por la pared, saldrá a la misma plaza, y el cine cobrará forma al aire libre bajo un cielo estrellado.
El niño de ojos vivarachos sabe de sobra que su padre nunca volverá del frente ruso, su madre se pasa los días tejiendo su dolor junto a la estufa, hasta que llegue el luto. Totó tiene a Alfredo y el cine, tiene a Charlot, a los indios, los pescadores pobres, el temible monstruo, y las escenas de besos de amor que tiene el privilegio de ver antes que el cura ordene cortar. Después llegará el primer amor de juventud, el ejército, la pérdida, el reencuentro con los recuerdos nunca olvidados. El Nuovo Cinema Paradiso sigue abierto, nunca fue demolido, las caricias vuelven al campo de trigo, el león de grandes fauces escupe imágenes sin parar, las luces se apagan y el estremecimiento se repite con todas las mujeres, todas con voces distintas.

Raúl Gallego.

Hoy en Radiópolis gritamos que la plaza es nuestra y aprendemos a proyectar nuestros sueños....

José Miguel Moreno a la dirección, Raúl Gallego, Gervi Navío, y nuestro crítico de cine César Bardés.


 Artículo sobre Cinema Paradiso, por César Bardés