La Gran Evasión

La Gran Evasión

jueves, 26 de mayo de 2016

86 - Klute - Pakula 1971

Hay pocas oportunidades para darse cuenta de la oscuridad que habita en el interior de un amigo. John Klute tiene esa oportunidad. Se le encarga un caso de desaparición porque conoce a la víctima y va a tener que hurgar en los sótanos de su personalidad. Él es un detective privado, antiguo guardia de seguridad, que observa mucho y calla aún más. La discreción es su insignia. No se sabe muy bien si su retraimiento es fruto de su capacidad de análisis o, tal vez, de la perplejidad que emana de sus sucesivos descubrimientos. Pero es competente. Y comienza a tener la certeza de que no todo es blanco o negro, de que hay muchas tonalidades en el gris y de que él está en medio de esas tonalidades. John Klute es remiso pero no es cobarde. Una de las cosas que sorprenden a Klute es la oscuridad que envuelve la gran ciudad. Sí, había ido algunas veces por cuestión de trabajo pero no había destapado las alcantarillas y no podía imaginar los sueños escondidos de esos millones de personas que se esconden detrás del cemento de sus casas. No era capaz de atisbar que las prostitutas hiciesen realidad los sueños de muchas represiones ahogadas por las apariencias. No puede creer que alguien que se dice amigo sea más propenso a la traición porque la ambición se mueve como pez en el agua en la jungla de coches, asfalto, marginación y frustración que late continuamente en la gran urbe. Las palabras no valen nada y no tienen ningún valor. Y eso Klute no lo comprende aunque sí desea entenderlo. Y, precisamente, es una prostituta, que se dedica a mentir, a fingir, a vender su cuerpo al que esté dispuesto a pagar, la que le enseña que hay palabras que son importantes, que se tienen que mantener, que existen refugios para las vidas desgraciadas, que el cobijo se busca de cualquier manera cuando el destino se extravía en la tupida lluvia del agobio urbano. No importa que uno se venda, lo que realmente importa es saber extraer lo positivo de la situación. Quizá el sacrificio merezca la pena si un anciano paladea durante unos instantes una realidad que se ha escapado admirando el cuerpo desnudo de la ramera. Quién sabe. Puede que hasta Klute tenga que buscar en sus instintos más bajos para descubrir que toda mentira tiene algo de verdad.           
Con un ritmo deliberadamente lento, Alan J. Pakula dirigió esta película con un especial cuidado en la dirección de un reparto que está impresionantemente encabezado por Donald Sutherland y Jane Fonda. Ambos consiguen dotar de amplitud y de ambiente a una película triste, que arranca como un rutinario caso de investigación y termina siendo un descenso a los infiernos que descubre los intensos recovecos que pueblan el alma humana. Y, por primera vez, siente que la mentira tiene una piel suave de la que no querría jamás volver a despegarse. Aunque eso signifique un extraño y motivador sometimiento psicológico ante una mujer. 

César Bardés.

 Nos sumergimos esta noche en el submundo de los deseos y las fantasías sexuales, 

 José Miguel Moreno a la dirección, con Gervi Navío, Elio Cubiles, y nuestro crítico de cine César Bardés.


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miércoles, 18 de mayo de 2016

85 - El Cazador - Cimino 1978


  Todo sucede demasiado rápido
En una noche de borrachera Mike le dice esta frase a su mejor amigo, Nick. Mike es el líder de una camarilla de tipos corrientes que se verán expuestos a los vaivenes del destino. De ascendencia rusa, se ganan la vida en la fundición de acero de un pequeño pueblo de Pennsylvania, acompañan a Steve en su casamiento,  trabajan duro, aman, bailan, comparten cervezas, cacerías, y sinsabores. Esa noche Nick le responde a su mejor amigo que lo único que tiene es su trabajo, a Linda, a sus colegas, que nunca le deje quedarse en ese Vietnam que acecha a la vuelta de la esquina. .
God bless America, Dios bendiga a América. Los tiros en la sien son reales, las piernas amputadas, el trauma más agudo, el click del revólver en el cerebro, aunque el impacto de la bala perfore para siempre los sueños de los que regresan. La lotería de la ruleta rusa, el arbitrario juego del que Nick no sabe huir.
Mike vuelve a Saigón, el amigo cumple la promesa, se pone el pañuelo rojo en la cabeza, busca el reconocimiento en la mirada de su compañero de andanzas. Que rápido sucede todo, Nick.
Cimino fue criticado en su momento por una visión estereotipada del conflicto armado de un Vietnam demasiado reciente. Le llamaron racista, maniqueo, cuentista. Una mirada que incluye poco metraje de la guerra, mucho más sobre el paso del tiempo, la alegría efímera, la honestidad de un hombre, la amistad, y la pérdida.

Raúl Gallego.


Esta noche desde Radiópolis jugamos a la ruleta rusa, esperando que la próxima bala no sea la nuestra...


José Miguel Moreno a la dirección, Raúl Gallego, Gervi Navío, y nuestro crítico de cine César Bardés. 



 Artículo sobre El Cazador, por César Bardés








jueves, 12 de mayo de 2016

84 - La Comunidad - De la Iglesia 2000

El horror puede vivir en la puerta de al lado. O en la de enfrente. O puede estar personificado en todos los vecinos. Aunque quizá el horror se halle debajo de una baldosa. Basta con entrar en un sitio del que no se puede salir, comprobar que unas cuantas cucarachas son testigos de una muerte y adentrarse por los tenebrosos pasillos de un tipo que es muy posible que padezca un galopante síndrome de Diógenes. Los pisos antiguos guardan muchos secretos, algunos bastante inconfesables. Como el haber pronosticado un empate en un Sporting-Real Sociedad. Y ya está liada. Todos quieren su pedacito de fortuna mientras la ciudad hormiguea alrededor de una colmena de abejas asesinas. La avaricia es muy mala. La avaricia es asesina. La avaricia carga las balas. La avaricia extermina. Al fin y al cabo, la extraña que se viene a vivir así por las buenas a una respetable comunidad de vecinos no tiene ningún derecho. Y si se la tiene que aterrorizar, pues se la aterroriza y punto pelota. Las escaleras son los peldaños del cadalso. El ascensor es una guillotina implacable. La terraza es un precipicio insalvable. Las alturas, como siempre Álex, son el escenario del desenlace. Madrid se desangra porque todos quieren lo suyo, aunque no sea suyo, porque creen que tienen derecho a lo suyo aunque de suyo, nada. Mío, mío y mío. La fuerza no les acompañará porque el tonto es un listo y, en el fondo, el sainete de terror está servido porque es lo que los españoles de gran ciudad ensayamos todos los días. Nos importa un bledo que el vecino se abra la cabeza, se muera, se traslade o se haga el harakiri con un lápiz. Mientras no sea millonario, la respuesta será la indiferencia. Habrá algunos partidarios de la acción. Se mata a la culpable de nuestras desventuras cual responsable de una gotera y no se hable más. Y al infierno el marido, la inmobiliaria, el cubano y la madre que los parió.
Álex de la Iglesia consigue en La comunidad un raro equilibrio entre la comedia de humor negro, el cuento de terror agobiante y los continuos homenajes al cine que van desde Roman Polanski a El mundo está loco, loco, loco y maneja como nadie ese reparto lleno de nombres conocidos con cara de desquiciados que encabeza Carmen Maura y se concluye con la aparición primeriza del hoy tan de moda Rodolfo Sancho. Todos ellos brillan a gran altura, consiguiendo un retrato de la España más patética y esperpéntica, que corre detrás del dinero y del cotilleo y que se hunde en la propia mediocridad de un país en estado de caos desde hace mucho tiempo. El resultado es una película brillante, con acción, humor, violencia, con las dosis justas de rosca pasada, ácida e irremediablemente crítica. Tanto es así que no hacemos más que plantearnos qué haríamos si fuéramos uno de esos vecinos que lleva años esperando una lluvia de millones. Sueños de clase media que se ahoga cada día a los pies de los caballos y que se revuelve con furia ante los destinos injustos con olor a basura.

César Bardés.

Esta noche estamos invitados a una fiesta en la que unos casposos vecinos bailan y nos dedican una extraña sonrisa, esperamos salir vivos...

 José Miguel Moreno a la dirección, Paco Millán, que nos habla sobre su última producción Todo es de color, dirigida por García Pelayo, Raúl Gallego, y nuestro crítico de cine César Bardés.





jueves, 5 de mayo de 2016

83 - La Reina de África - Huston 1951













Un río divide en dos a un país que se desangra en medio de una guerra de blancos. Entre dos aguas navegan un borrachín simpático, valiente, refunfuñón y aventurero y una mujer puritana, decidida, única, de empuje, de rápido fluvial, de peligro saboreado. Juntos forman un equipo invencible que no se detendrá ante nada intentando dar sentido a unas vidas que, inevitablemente, marchan hacia un callejón sin salida. Él cambiará y se vestirá el desnudo ropaje de héroe para llevar a cabo una última hazaña, una última ilusión. Ella se dejará de mojigaterías y luchará hasta el final al lado de un hombre que ha sabido entrar en su corazón con la fuerza de una cascada, con la determinación de una hélice que abre un camino de espuma que parece escrito en las aguas con letras de mosquito, con acentos de sanguijuela, con renglones trazados por balas que muerden el aire, por las frases eternas de una pareja que no se podrá olvidar por mucho que lleguemos a vivir.
Esa pareja era Humphrey Bogart en el mejor papel de su carrera y Katharine Hepburn aportando verdadera maestría al conjunto. Con apenas dos actores y una barca, un rodaje plagado de dificultades y diferentes versiones de un guion que no convencía a nadie, John Huston construyó un relato sobre perdedores que no pueden ser derrotados porque no les importa cuál es el final del viaje pues el mismo viaje es lo primordial. Tener la certeza de que se ha estado, se ha luchado, se ha intentado. Sobrepasar los límites del orgullo para saltar sobre inutilidades y fracasos que son peldaños en la escalera de la vida de los protagonistas. Todo es apasionante en esta película. Desde los rostros al paisaje. Desde la aventura desbocada a las horribles maquetas que son tan pequeñas como disculpables. Desde lo que se dice hasta lo que estos maravillosos actores nos dicen con la caligrafía de sus rostros, que se acercan a los límites de la perfección con excepcionales herramientas. Son dos botes incapaces de hundirse navegando por las aguas de lo sublime.
Así que hoy habrá ginebra derramada en el cauce, pasado que se arrincona y se lleva como mochila de aprendizaje, vueltas de tuerca hacia un valor que ni siquiera se sabe que se posee, camaradería impensable de seres contrapuestos, ímpetu gozoso hacia un objetivo tan lejano como imposible, sorpresa que corta sogas dispuestas para la horca, inundaciones que elevan la quilla hasta depositarnos en el tranquilo remanso de una historia que está magistralmente contada. Y de ese modo, en medio de una barquichuela de vapor que apesta a grasa, que deja en la boca un extraño sabor a metal rancio, que navega más por inercia que por impulso y que es cobijo, hogar, excitación, abismo, estancamiento, barbas mal afeitadas y cabellos hermosamente revueltos, podremos sentir que estamos siendo mecidos por el suave movimiento acompasado de una reina de África que quiso convertir dos vidas vulgares en maravillosas e irrepetibles obras de arte.

César Bardés.

Bajamos esta noche el río Ulanga, con el traqueteo del motor a vapor de fondo,

a la dirección José Miguel Moreno, contertulios Raquel Jaén, Raúl Gallego, Gervi Navío y nuestro critico César Bardés.